lunes, 29 de enero de 2018

Una Legislatura echada a perder


Amén de ahondar en el penoso papelón de apuntalar y blanquear a los populares de Castilla y León asumido desde su llegada a las Cortes por los mediocres dirigentes autonómicos del partido de Albert Rivera, la fallida maniobra conjunta de PP y Ciudadanos de proponer una reforma exprés del Estatuto de Autonomía destinada a blindar el aforamiento del presidente y los consejeros de la Junta no ha hecho otra cosa que poner de manifiesto el clamoroso fracaso de la hoja de ruta diseñada por el gobierno de Juan Vicente Herrera al comienzo de su última Legislatura.

jueves, 25 de enero de 2018

De culo y contra el viento

 Si a Joaquín Sabina le sobraban los motivos, a los miles y miles de pacientes (nunca mejor dicho) ciudadanos de Castilla y León que el pasado sábado se dieron cita en Valladolid para clamar contra el creciente e incesante deterioro de nuestra Sanidad Pública les asisten abrumadoras razones. No sé desplazaron desde todos los confines de esta doliente comunidad autónoma para hacerle el juego electoral a la oposición, como torpe y torticeramente se permitieron deslizar el presidente Juan Vicente Herrera, el consejero Antonio Sáez y el portavoz del PP en las Cortes. Raúl de la Hoz, este último subordinado directo del presidente autonómico del PP, Alfonso Fernández Mañueco.

lunes, 15 de enero de 2018

Bajo el síndrome de 1987

 Comentábamos hace una semana que no era necesario recurrir a ningún gurú demoscópico para aventurar que el “efecto Arrimadas” había traspasado el Ebro, sacudiendo bruscamente el tablero de la política española. No pensábamos, la verdad, que hasta el punto que refleja la encuesta publicada el pasado sábado por“El País”, que,ante unas hipotéticas elecciones generales, sitúa a Ciudadanos a la cabeza en intención de voto (27,1 %), relegando al PP (23, 2) al segundo puesto, al PSOE (21,6) al tercero y a Podemos (15,1) al cuarto.

lunes, 8 de enero de 2018

El presidente-estorbo de un gobierno zombi

Al margen de los sobresaltos que nos siga deparando el diabólico laberinto catalán, resulta incontestable que la colisión entre el bloque independentista y el consorcio constitucional concertado para combatir el proceso secesionista ha sacudido bruscamente el tablero de la política española. Y no precisamente en el sentido en el que confiaba Mariano Rajoy, que había dado por bueno el sacrificio del PP catalán con tal de rentabilizar “en el suyo beneficio propio” la reacción patriótica provocada en el resto de España por el desafío de Puigdemont, Junqueras y demás mártires del “procés”.