lunes, 7 de mayo de 2018

En campaña permanente hasta mayo de 2019

 Aunque falta todavía más de un año, la triple convocatoria electoral de 2019 (municipales, autonómicas y europeas) marca cada día de forma más intensa la estrategia y agenda de todas las fuerzas políticas, cada una de las cuales sigue su particular cuenta atrás hacia ese 26 de mayo del año próximo. A expensas de la elección -en el caso del PP, designación- de sus candidatos a presidir la Junta o gobernar los principales ayuntamientos, todos están en modo campaña y así seguirán hasta esa cita con las urnas.


 Si ha habido algún debate parlamentario sobre el Estado de la Comunidad que se haya presentado devaluado de antemano, ese es el previsto a finales de junio, último de los que protagonizará Juan Vicente Herrera. Su condición de presidente “pato cojo” al frente de un gobierno zombi encarna a la perfección un agónico fin del ciclo político que en 1987 inició José María Aznar, prosiguió Jesús Posada el poco tiempo que le dejaron (89-91), consolidó Juan José Lucas (1991-2001) y ha completado Herrera nada menos que durante 17 años camino de los 18.

Pablo Fernández, en campaña
Pese a lo devaluado de un debate que el virtual candidato del PP, Alfonso Fernández Mañueco, presenciará calladamente desde su escaño, el portavoz parlamentario y secretario autonómico de Podemos, Pablo Fernández, ha encontrado en esa cita la percha pintiparada para programar una gira por toda la comunidad tratando de recuperar el fuelle político que, según todos los sondeos, ha ido perdiendo el partido liderado por Pablo Iglesias
“Bajo el lema “Las personas, lo primero. ¿Qué Castilla y León quieres?”, el máximo dirigente de Podemos recorre las principales ciudades y otros municipios de la comunidad “palpando las preocupaciones de la ciudadanía a pie de calle, en los pueblos y en las plazas”. Ello con el objetivo de plasmar esas inquietudes y sugerencias en propuestas a defender durante el mencionado debate.

 La verdad es que la iniciativa no es muy novedosa. Es prácticamente un calco de la campaña que, bajo el título “A Herrera le diría”, puso en práctica en 2014 el entonces coordinador regional de IU, José María González. Dicha campaña se plasmó en un total de 2.135 quejas y propuestas que González trasladó al presidente de la Junta durante el debate celebrado el  25 de junio de aquel año. Si le sirve de algo a Fernández,  Herrera, después de reprochar al entonces al dirigente de IU que duplicara el papel del Procurador del Común, le espetó que por ese procedimiento no aceptaba que se impugnara la gestión de la Junta. Ni por ese ni por ningún otro, añadiría yo.

Esta movilización del líder autonómico de Podemos coincide con el proceso interno abierto por el partido para renovar su estructura orgánica municipal, un procedimiento que ha puesto al descubierto la precaria implantación territorial de la formación morada. No es extraño que, consciente de esa debilidad, Fernández se haya apresurado a abrazar una alianza con Izquierda Unida y sus plataformas con la que trata de salvar los muebles en las próximas elecciones municipales. Una alianza que Podemos plantea muy lejos de la posición de dominio impuesta en el pacto alcanzado entre ambas fuerzas con motivo de las últimas elecciones generales, en los que acaparó los puestos de salida, relegando a IU al papel de comparsa.

Francisco Guarido
A Fernández no le queda más remedio que hacer de la necesidad virtud y aceptar con toda humildad que, empezando por Manuel Saravia en Valladolid, sus apetecidos socios parten de una fortaleza municipal de la que Podemos carece. Veremos como concluye un cortejo político que se antoja extremadamente complicado en plazas tan importantes como la de Zamora, cuyo alcalde, Francisco Guarido, guardián de las esencias de la genuina IU, nunca ha ocultado su alergia a cualquier pacto con los morados.

  Mientras el PSOE ha puesto en marcha un proceso de primarias en el que está primando el candidato único, no solo para la presidencia de la Junta, que con eso ya se contaba, sino también para las alcaldías en las que es oposición -donde gobierna los actuales alcaldes repetirán candidatura directamente-, en el PP queda mucha tela que cortar hasta conocer quienes encabezarán su cartel en los principales ayuntamientos de la comunidad. Ni siquiera en todas las capitales que gobierna van a repetir los actuales alcaldes.

En Salamanca, el cambio es obligado y en principio se precipitará tan pronto como Fernández Mañueco sea proclamado oficialmente candidato a la presidencia de la Junta; lo normal sería que quien le reemplace en ese momento en la Alcaldía asuma después la candidatura en mayo de 2019. El alcalde de Burgos, Javier Lacalle, quiere poner fin a su accidentada etapa municipal y hacer una especie de permuta con su anterior vicealcalde, Ángel Ibañez, uno de los portavoces adjuntos del grupo parlamentario popular de las Cortes, puesto infinitamente más confortable y mejor remunerado que la Alcaldía burgalesa. En Ávila se da por descartado que Juan Luis Rivas concurra a la reelección y en León Antonio Silván se está haciendo de rogar, aunque nadie duda de que volverá a encabezar el cartel municipal a la espera de que los hados de la sucesión de Rajoy le sean propicios.

Fernández Mañueco
 Así las cosas, a fecha de hoy el único alcalde capitalino del PP que ha manifestado su propósito de repetir es el palentino Alfonso Polanco, quien ha superado las reticencias que supuestamente en algún momento tuvo. (Habida cuenta de que compatibiliza el cargo municipal con los de diputado provincial y presidente de la Federación Regional de Municipios Provincias resultaba sorprendente que fuera renunciar a todo ese momio). Las quinielas sobre los candidatos del PP a las alcaldías de Valladolid, Zamora, Segovia y Soria llevan camino de prolongarse hasta después del verano, toda vez que su designación es competencia directa y digital de Génova.

 Entretanto, Fernández Mañueco parece haberse resignado a que Juan Vicente Herrera culmine su mandato en el Colegio de la Asunción, abandonando ya cualquier esperanza de sustituirle antes al frente de la Junta, un relevo que obviamente impulsaría sus posibilidades de salir airoso del difícil trance al que se enfrentan él y el PP en las próximas elecciones autonómicas. 

Se comprende cada vez mejor que Herrera se aferre al cargo y al aforamiento judicial que lleva consigo. Lo que se entiende peor es que Mañueco, en tanto que presidente del grupo parlamentario popular, asuma el desgaste político -y electoral- que supone tapar descaradamente las vergüenzas de la Junta, obstruyendo por ejemplo sin pudor la comisión parlamentaria que debería estar investigando el putrefacto lodazal (trama eólica, Perla Negra, terrenos de Portillo, “embajadas” en medio mundo a la medida de amiguetes e incluso deudos, y demás pufos conexos y convergentes en la anterior consejería de Economía).

Sobre todo, teniendo en cuenta que esa actitud refractaria a depurar la corrupción puede ser el leiv motiv esgrimido en el futuro por Ciudadanos para invocar la regeneración democrática y desalojar al PP de la Junta, pactando un gobierno alternativo con el PSOE si entre ambos suman los 41 procuradores que marcarán la mayoría absoluta en las Cortes surgidas de las próximas elecciones autonómicas. Protegiendo espuriamente a Herrera, Mañueco está perjudicándose a sí mismo y a su partido. 

elblogdepedrovicente@gmail.com     7 Mayo 2018