lunes, 21 de febrero de 2022

La disyuntiva de Mañueco: Aceptar a Vox en la Junta o pactar la abstención del PSOE

 La debilidad de Pablo Casado deja manos libres al candidato a la investidura y conjura el fantasma de una repetición electoral

 El atolladero político al que han conducido las extemporáneas elecciones del 13-F tiene visos de resolverse antes de lo previsto. La crisis por todo lo alto desatada en el seno del PP puede acelerar el desenlace postelectoral en Castilla y León.

 Por de pronto, el escenario de repetir elecciones por falta de acuerdo para la investidura puede darse completamente por descartado, ya que equivaldría al suicidio político de Alfonso Fernández Mañueco, el precario ganador de las elecciones. De otro lado, la frágil situación de Pablo Casado le priva de autoridad para imponer sus designios al presidente autonómico del PP, quien dispone ahora de manos libres para decidir cómo y con quien pacta su investidura.

 Repasemos cuales son las posiciones de partida en el tablero:

Gobierno en solitario del PP.- Pese a que el grupo popular dispone de 31 procuradores (10 menos de los 41 de la mayoría absoluta) era la opción propuesta desde Génova y asumida en primera instancia por Fernández Mañueco. Si no ha cambiado de opinión, Casado consideraba que compartir por primera vez un gobierno autonómico con Vox mimetizaría al PP con la extrema derecha, achicando el espacio electoral a consolidar para llegar a La Moncloa.

Gobierno de coalición PP- Vox.-   El partido de ultraderecha (13 procuradores) condiciona su apoyo a la investidura a un pacto de gobierno con el PP similar al suscrito en la anterior legislatura con Ciudadanos, que, con 12 escaños, obtuvo la única vicepresidencia y cuatro consejerías de la Junta. Santiago Abascal lo ha calificado no solo como “un derecho”, sino como “deber” para con sus electores, y plantea un gobierno bipartito como condición “sine que non” para acceder a la investidura de Mañueco. Entre otras medidas, Vox pretende incluir en ese pacto la derogación de la Ley autonómica contra la Violencia de Género y el decreto sobre Memoria Histórica, dos exigencias extremadamente difíciles de asumir por el PP. Con posterioridad, ha sumado a su lista de peticiones la presidencia de las Cortes, asimismo adjudicada en su momento a C´s.

Abstención del PSOE.- De no llegar a un acuerdo con Vox, el gobierno en solitario del PP solo prosperaría si el PSOE (28 procuradores) franquea con su abstención la investidura de Mañueco. Es lo que se apresuró a plantear el alcalde socialista de Valladolid, Óscar Puente, como fórmula para que el PP no se eche en los brazos de Vox. Ferraz salió inmediatamente al paso descartado esa vía, que después Pedro Sánchez ha condicionado a que el PP rompa todos sus acuerdos con Vox, algo rotundamente rechazado por los populares. Sin embargo, al afirmar que “no vamos a regalarle a Mañueco su investidura”, el secretario autonómico, Luis Tudanca, deja abierta la puerta a una abstención “no regalada”.

                Comienza la ronda de contactos

 Con esta situación de partida, el presidente de la Junta en funciones afronta desde hoy sus contactos formales con cada una de las fuerzas parlamentarias. Una primera ronda de carácter exploratorio en la que no es previsible que ninguno de los tres interlocutores con capacidad de desbloquear la investidura, PP, PSOE y Vox, se apeen de sus posiciones iniciales.

Pacto de Legislatura PP-Vox.- Entra dentro de la lógica que en su reunión con Juan García-Gallardo, prevista este miércoles, Mañueco plantee como oferta alternativa un Pacto de Legislatura consistente en que los 13 procuradores de Vox permitan la investidura sin entrar en la Junta, sobre la base de un programa de gobierno común apoyado desde las Cortes. Dicha oferta será rotundamente rechazada por Vox, tal como Abascal reiteraba este domingo en declaraciones a la agencia Colpisa en las que a su vez no descartaba una posible repetición electoral.

Aunque aritméticamente no resulten determinantes, en esta primera ronda de contactos Mañueco sondeará posibles apoyos entre las 5 formaciones minoritarias, tratando de captar entre ellas adhesiones que maquillen su derrota en el caso de acudir a la investidura sin haber alcanzado un acuerdo con Vox.

 La Presidencia de las Cortes, primera piedra de toque

 Pero no será la investidura el único asunto a tratar con las minorías, ya que antes, el 10 de marzo, se celebra la sesión constitutiva de las Cortes, en la que han de elegirse los seis miembros que integran la Mesa de la Cámara. Y si dicha elección se afronta sin pacto previo entre PP y Vox, el voto de los procuradores de UPL (3) Soria ¡Ya! (3), Unidas Podemos (1), C´s (1) y Por Ávila (1) puede resultar determinante en la elección del presidente. La distribución de estos nueve votos decantaría el resultado entre los candidatos del PP y del PSOE, que parten con el apoyo de los 31 y 28 procuradores de sus respectivos grupos.

 Vox tiene garantizada en todo caso la secretaria tercera, en tanto que los partidos mayoritarios se repartirán las dos vicepresidencias y las otras dos secretarias. Pese a que todas las votaciones para elegir la Mesa se realizan mediante voto secreto depositado en urna, su resultado permitirá conocer los apoyos del PP de cara al posterior pleno de investidura, previsto para finales de marzo.

Abstención pactada con el PSOE.- Es de suponer que antes se ponga sobre la mesa la alternativa de una abstención condicionada del PSOE, mediante la cual los 28 procuradores socialistas permitirían la investidura de Mañueco al frente de un gobierno monocolor del PP sobre la base de un acuerdo de mínimos no contaminado por los postulados de Vox. PP y PSOE limarían sus diferencias programáticas y su convergencia se plasmaría en un acuerdo básico sobre los nuevos Presupuestos.

      La repetición electoral, un suicidio para el PP

  Si la investidura no sale adelante en el pleno de finales de marzo, se abriría el plazo de dos meses para volverlo a intentar y evitar una repetición electoral que nos situaría nada menos que en el último domingo del mes de julio.

 Por infinidad de razones, dicha repetición resultaría suicida para el PP, que, además de ser visto como el máximo responsable de todo este pifostio político por haber anticipado unas elecciones fallidas, las afrontaría arrastrando la convulsión interna de la traumática ruptura entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso y expuesto al desgaste de los casos de corrupción judicializados en Castilla y León.

Todas estas debilidades del PP refuerzan extraordinariamente la posición de Vox, que, al ser a priori el gran beneficiado por la posible repetición electoral, permanecerá enrocado en el “no” a la investidura si no es a cambio de entrar en el nuevo gobierno de la comunidad. En cuanto al PSOE, si ofrecer la referida abstención negociada no se le podría reprochar ninguna responsabilidad en el bloqueo.

 Así las cosas, en evitación de un presumible cataclismo electoral del PP, Mañueco tendrá que decidirse más pronto que tarde por una las dos opciones que al final quedarán sobre la mesa: Presidir un gobierno participado por Vox o aceptar la eventual alternativa de gobernar en solitario tras pactar con el PSOE los términos de la abstención que permita su investidura.

Con la que tiene montada Pablo Casado, Génova ha perdido cualquier autoridad para tutelar el proceso postelectoral en Castilla y León. De forma que Mañueco dispone ahora de plena autonomía para decidir cómo saca a la comunidad autónoma del atolladero político a la que ha conducido el 13-F. Y ni que decir tiene que optará por la fórmula que considere más ventajosa para él y su partido.

(Publicado en elDiario.es Castilla y León)

lunes, 14 de febrero de 2022

Victoria pírrica del PP que le deja a los pies de los caballos de Vox

 Aferrándose a la comparativa con los resultados de 2019, el PP puede afirmar con propiedad que ha ganado estas elecciones autonómicas en Castilla y León. Ha sido el partido más votado, con un 31,48 por ciento, y el que ha obtenido mayor número de escaños, 31 de los 81 de que consta el plenario de las Cortes. Hasta ahí nada que discutir. Otra cosa son, vista la nueva correlación de fuerzas en la Cámara, las onerosas hipotecas políticas que ha de asumir Alfonso Fernández Mañueco para seguir gobernando la comunidad autónoma cuando al PP le faltan 10 procuradores para alcanzar la mayoría absoluta.

Es obvio que cuando el presidente de la Junta -con la anuencia, si es que no a instancias, de Pablo Casado- pulsó el botón del adelanto electoral las expectativas de ambos distaban mucho de los resultados finalmente obtenidos. Convencidos de que el PP había fagocitado al antiguo electorado de Ciudadanos, Fernández Mañueco tuvo la ensoñación de apuntarse una victoria similar a la de Isabel Díaz Ayuso, que le permitiera gobernar en solitario con la ventaja añadida de abrir una nueva Legislatura de 4 años confortablemente instalado en el Colegio de la Asunción. Y de hecho en esos parámetros se movía el sondeo de Sigma Dos difundido por CyLTV a finales de diciembre, que atribuía al PP un 40,2 por ciento de los votos y entre 38 y 42 escaños. 

Victoria paupérrima del PP eclipsada por el fulgurante ascenso de Vox.- Con arreglo a esas expectativas, el resultado del PP ha sido paupérrimo, al extremo de que, aunque ha ganado dos procuradores, ni siquiera ha conseguido alcanzar el porcentaje de voto del 31,49 que traía de las elecciones de 2019, que ya era el peor registro del partido en toda la serie histórica de elecciones en Castilla y León. Y ello pese a confirmarse el desplome de Ciudadanos, que ha perdido más de las dos terceras partes de sus votos, salvándose de la quema únicamente su candidato a la presidencia de la Junta, Francisco Igea, titular del único de los 12 escaños que ha conseguido conservar el partido.

 Mañueco y Casado incurrieron en el manifiesto error de bulto de no prever que el planteamiento de unas elecciones en clave nacional podía favorecer especialmente a Vox, el partido con un electorado fuertemente ideologizado al que le daba absolutamente igual cómo se llamara su desconocido candidato a la presidencia de la Junta. Y ahí está su espectuacular salto de 1 a 13 procuradores, resultado de pasar de un 5,5 a un 17,5 por ciento de los votos.

Y ya puede darse con un canto en los dientes Mañueco y dar gracias a que PP y Vox sumen mayoría absoluta, ya que, de lo contrario, el socialista Luis Tudanca habría tenido opciones de alzarse con la presidencia de la Junta. Como era de prever, el PSOE ha perdido su condición de fuerza más votada, con un retroceso mayor en escaños que en porcentaje de voto (pese a superar la cuota del 30 por ciento pierde 7 de los 35 procuradores obtenidos en 2019). Y también pierde fuelle Unidas Podemos, que cambia los dos escaños de que disponía en León y Burgos por uno en Valladolid, que se adjudica Pablo Fernández, el secretario y portavoz nacional del partido morado.

Pactar o no con Vox, una pelota en el tejado de Génova.- Fracasado con estrépito su objetivo de poder gobernar en solitario a lo Díaz Ayuso, la nueva aritmética parlamentaria sitúa a Mañueco ante el dilema de echarse en brazos de Vox como nuevo socio de gobierno en la Junta, o eludir ese pacto e intentar gobernar en solitario apoyándose puntualmente en varias minorías, unas preexistentes (casos de la Unión del Pueblo Leonés y del Partido por Ávila-XAV) y otra de nuevo cuño (Soria ¡YA!), que ha acaparado 3 de los 5 procuradores asignados a la provincia. (Sorprendentemente, estas minorías, en todo caso insuficientes para garantizar una plena estabilidad de gobierno, han recibido en la noche electoral un inesperado guiño por parte del máximo dirigente de Vox, Santiago Abascal, quien se ha comprometido a prestar atención a sus reivindicaciones).

Dada la trascendencia política nacional de lo que sería el primer pacto de gobierno PP-Vox en España, la decisión a tomar no estárá en manos de Mañueco, que tendrá que someterse a lo que decida Génova al respecto. Una alianza de esa naturaleza comportaría un brusco reposicionamiento ideológico y una normalización de la ultraderecha que alejarían a PP del votante moderado imprescindible para aglutinar una mayoría electoral. Cogobernar con Vox tendría efectos absolutamente contraproducentes en la carrera emprendida por Casado para conquistar La Moncloa. De ahí que Génova trate de evitar por todos los medios a su alcance ese pacto de gobierno.

 La opción de intentar gobernar en solitario buscando el apoyo puntual de las minorías “localistas” tiene su miga después de que el propio Mañueco se haya ocupado de denigrarlas durante la campaña electoral. “El localismo es a Castilla y León lo que el separatismo es a España”, ha llegado a decir. Como si tuvieran algo que ver Soria ya o por XAV (este último una escisión del propio PP) con Bildu o Esquerra Republicana. Y a los de la UPL hace tiempo que les equiparó a los secesionistas catalanes. Pese a lo cual, puede resultar que UPL, XAV, Soria ¡YA! (siete escaños en total) acaben constituyendo el único clavo ardiendo al que puede agarrarse el PP para minimizar la tóxica dependencia de Vox. En su caso, naturalmente previo pago de los correspondientes peajes.

 Si el panorama no se despeja antes, el 10 de marzo es la fecha fijada para la constitución de las Cortes y los acuerdos para la distribución de la Mesa nos darán la pista de por dónde pueden venir los tiros.

 Gatillazo político en toda regla.- Cegados por su ambición, Mañueco y Casado han protagonizado un gatillazo político en toda regla al promover unas elecciones convocadas exclusivamente a mayor gloria de ambos. Un adelanto electoral perpetrado en vísperas navideñas, en plena fase expansiva de la ola más contagiosa de la pandemia y sin ninguna justificación creíble que justificara la urgencia de tan intempestiva convocatoria.

 Mañueco pensó que iba a hacer un negocio redondo deshaciéndose de Ciudadanos y lo que ha conseguido es meterse en la boca del lobo. Por su parte, Casado creyó que Castilla y León le iba a proporcionar una victoria similar a la de Ayuso que lanzara su frenética carrera a La Moncloa. Y lejos de ello, no ha hecho otra cosa que mostrar sus debilidades, sirviendo en bandeja a la ultraderecha el éxito electoral que ansiaba para sí.

Pero allá ellos, el PP y sus cuitas si lo que les place es dispararse al pie. Lo que no tiene nombre es que hayan perpetrado una convocatoria electoral completamente innecesaria, llevándose por delante los Presupuestos de la Junta cuando más necesarios eran y situando a esta comunidad autónoma en un auténtico atolladero político.

(Publicado en elDiario.es Castilla y León)

lunes, 7 de febrero de 2022

13-F: El PP, hacia una victoria amarga

 A punto de enfilar la recta final de la campaña, confieso que sigo sin descifrar las verdaderas razones que indujeron a Alfonso Fernández Mañueco a liarse la manta a la cabeza y anticipar en vísperas navideñas las elecciones autonómicas del 13-F. En plena pandemia y tirando a la papelera los Presupuestos de la Comunidad para 2.022.

Si alguien tenía motivos para adelantar las elecciones, ese era el presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, quién, gobernando igualmente en coalición con C´s, no ha encontrado los apoyos suficientes para aprobar sus Presupuestos. Sin embargo, el presidente andaluz se lo ha pensado bien y ha preferido no tentar la suerte. Hace unos días acompañó a Mañueco en Salamanca, observando desde la barrera el experimento electoral en Castilla y León, que le servirá de impagable test para decidir cuándo le conviene convocar en Andalucía.

Mañueco y Casado en un acto electoral
 A no ser, claro está, que se admita sin ambages que el presidente de la Junta se lanzó a la piscina empujado por Pablo Casado, obsesionado con apuntarse en su haber un éxito electoral del PP en su carrera hacia La Moncloa. En todo caso lo que se desprende de los sucesivos sondeos electorales es que en la piscina no había el agua suficiente como para apuntarse una victoria de la magnitud de la lograda por Isabel Díaz Ayuso, que no otro era el objetivo compartido por Mañueco y Casado.

La dañada credibilidad del candidato-presidente.- Por lo general, los politólogos conceden escasa influencia a las campañas electorales, pero alguna pueden tener cuando cerca del 30 por ciento de los potenciales votantes están indecisos. Y es obvio que el candidato-presidente ha afrontado la del 13-F con un claro déficit de credibilidad. No podía ser de otra manera después de haberse tirado meses asegurando su propósito de agotar la Legislatura. A partir de ahí la “conspiración” con la que trató de justificar el adelanto ha resultado inverosímil y su palabra ha quedado muy devaluada en detrimento de los mil enunciados de su programa electoral, máxime cuando los antecedentes del PP avalan aquella afirmación de Tierno Galván según la cual “las promesas electorales están para no cumplirse”.

Igea cree en la "remontada" de C´s
 Tampoco otorga el candidato-presidente mucho aprecio a su propia gestión en la Junta cuando, salvo aspectos muy puntuales como el de la exención del Impuesto de Donaciones y Sucesiones, ni siquiera se ha dignado en reivindicarla, dejando que se la atribuya prácticamente en exclusiva el ex vicepresidente Francisco Igea (eso sí, obviando incumplimientos tan flagrantes como el de suprimir los chiringuitos clientelares y “sapos” tan indigestos como el de regalar a Javier Maroto el escaño de senador autonómico, por citar un par de ejemplos). Por lo demás, Mañueco no se ha apeado en toda la campaña de su cruzada contra el “sanchismo” como eje de todos los males que sufre Castilla y León desde que ambos reinos unieron sus destinos.

 En unas elecciones dominadas por la tendencia de voto nacional, es evidente que el candidato-presidente no aporta ningún plus a la cotización electoral que trae de base su partido. Y esto mismo puede extenderse al socialista Luis Tudanca, a los candidatos de Unidas Podemos (acaso con la excepción en Valladolid de la concejala María Sánchez) y no digamos al neófito candidato de Vox. Si acaso, por lo visto en campaña y en especial en el primer debate televisivo, el único que puede mejorar sus negras expectativas iniciales sería Igea, quien se está tomando cumplida revancha de la afrenta política de haber sido alevosamente cesado de su preciado cargo de vicepresidente de la Junta. 

El candidato de C´s no pasa una y el nuevo consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, al omitir en su agenda oficial varias reuniones mantenidas con responsables de la empresa Ambuibérica, adjudicataria del grueso del transporte sanitario del Sacyl, le ha permitido poner bajo sospecha al sucesor de su inseparable Verónica Casado. (Ambuibérica, presidida por un ex alcalde del PP, ha sido además una de las tres empresas a las que la consejería adjudicó a dedo los polémicos test de antígenos realizados durante las pasadas semanas).

Tudanca y Sánchez el pasado domingo en León

 Igea viene contando con la ventaja de no ser apenas replicado por el PP, que sigue la consigna de ignorarle, ni tampoco por el PSOE, el gran damnificado por el pacto bipartito que en 2019 frustró la alternancia de gobierno. Paradojas del destino, a los socialistas les vendría ahora muy bien que, tras su ruptura con Mañueco, C´s amortiguara su desplome en la medida necesaria para evitar que PP y Vox sumen una mayoría absoluta que excluiría al PSOE de cualquier ecuación de gobierno.

Alarma ante el crecimiento exponencial de Vox.- Lo cierto es que las expectativas del PP de aproximarse a la mayoría absoluta se han esfumado como un espejismo. En la redistribución del voto del antiguo trío de Colón los estrategas genovitas incurrieron en el grave error de minusvalorar el previsible crecimiento de Vox. No cayeron en la cuenta de que en las últimas elecciones generales los de Santiago Abascal triplicaron en Castilla y León el número de votos obtenidos unos meses antes en las autonómicas, pasando de poco más de 75.000 a más de 230.000 (un 16,8 por ciento). A la luz de este dato no debería sorprender a nadie que la formación ultraderechista irrumpa en las Cortes con un mínimo de 10 escaños (12 consiguió C´s en 2019 con un porcentaje del 14,96).

Ayuso, en socorro de Mañueco
 Detectada tardíamente esta corriente favorable a Vox -a su vez el partido más beneficiado por la convocatoria de elecciones autonómicas separadas de las municipales-  el PP ha redoblado a última hora la presencia de Díaz Ayuso en un intento de taponar su flanco derecho. El baño de realidad ha llegado al punto de que los populares darían por bueno un resultado en torno a los 35 procuradores. Seis más de los obtenidos en 2019, pero seis menos de los 41 que marcan la mayoría absoluta.

Un resultado así podrá ser presentado como una victoria electoral del PP, pero sería una victoria bastante amarga. En lugar de Casado, quien saldría fortalecido del trance sería Vox, reforzado como sumando político absolutamente imprescindible para que el líder del PP vea cumplida su aspiración de acceder a La Moncloa.

 Casado, opuesto a un gobierno PP-Vox.- Aunque lo previsible es que PP y Vox sumen mayoría absoluta, en Génova no quieren ni oír hablar de compartir el gobierno en Castilla y León. Y no tanto por falta de afinidades ideológicas como por constituir una línea roja en su estrategia de llegar a La Moncloa. 

Abascal en Burgos con el candidato de Vox
Son muy conscientes de que encamarse en un mismo gobierno con la ultraderecha arruinaría en España y en toda Europa la imagen de político moderado con la que Casado pretende ensanchar por el centro la base electoral del partido hasta derrotar a Pedro Sánchez. Tan claro lo tiene la cúpula del PP que desde ella se ha deslizado que preferirían ir a una posible repetición electoral antes que aceptar a Vox como socio de gobierno incorporado a la Junta.

 Si se confirma lo anterior, después del 13-F Mañueco no tendría otra opción que pactar su investidura con unas minorías como la Unión del Pueblo Leonés, el Partido por Ávila y Soria ¡Ya!, cuyas exigencias hipotecarían en gran medida su acción de gobierno. Para entonces, Casado habrá pasado la página de Castilla y León, internamente culpará del pinchazo a la falta de tirón electoral de Mañueco, y pondrá sus miras en busca de mejor suerte en Andalucía.

(Publicado en elDiario.es Castilla y León)

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