La debilidad de Pablo Casado deja manos libres al candidato a la investidura y conjura el fantasma de una repetición electoral
El atolladero político al que han conducido
las extemporáneas elecciones del 13-F tiene visos de resolverse antes de lo previsto.
La crisis por todo lo alto desatada en el seno del PP puede acelerar el
desenlace postelectoral en Castilla y León.
Por de pronto, el escenario de repetir
elecciones por falta de acuerdo para la investidura puede darse completamente
por descartado, ya que equivaldría al suicidio político de Alfonso Fernández Mañueco,
el precario ganador de las elecciones. De otro lado, la frágil situación de Pablo Casado le priva de autoridad para
imponer sus designios al presidente autonómico del PP, quien dispone ahora de manos
libres para decidir cómo y con quien pacta su investidura.
Repasemos cuales son las posiciones de partida
en el tablero:
Gobierno en
solitario del PP.- Pese a que el grupo popular
dispone de 31 procuradores (10 menos de los 41 de la mayoría absoluta) era la
opción propuesta desde Génova y asumida en primera instancia por Fernández
Mañueco. Si no ha cambiado de opinión, Casado consideraba que compartir por
primera vez un gobierno autonómico con Vox mimetizaría al PP con la extrema
derecha, achicando el espacio electoral a consolidar para llegar a La Moncloa.
Gobierno de
coalición PP- Vox.- El partido de
ultraderecha (13 procuradores) condiciona su apoyo a la investidura a un pacto
de gobierno con el PP similar al suscrito en la anterior legislatura con
Ciudadanos, que, con 12 escaños, obtuvo la única vicepresidencia y cuatro
consejerías de la Junta. Santiago
Abascal lo ha calificado no solo como “un derecho”, sino como “deber” para
con sus electores, y plantea un gobierno bipartito como condición “sine que
non” para acceder a la investidura de Mañueco. Entre otras medidas, Vox pretende
incluir en ese pacto la derogación de la Ley autonómica contra la Violencia de
Género y el decreto sobre Memoria Histórica, dos exigencias extremadamente
difíciles de asumir por el PP. Con posterioridad, ha sumado a su lista de
peticiones la presidencia de las Cortes, asimismo adjudicada en su momento a
C´s.
Abstención del
PSOE.- De no llegar a un acuerdo con
Vox, el gobierno en solitario del PP solo prosperaría si el PSOE (28
procuradores) franquea con su abstención la investidura de Mañueco. Es lo que
se apresuró a plantear el alcalde socialista de Valladolid, Óscar Puente, como fórmula para que el
PP no se eche en los brazos de Vox. Ferraz salió inmediatamente al paso
descartado esa vía, que después Pedro
Sánchez ha condicionado a que el PP rompa todos sus acuerdos con Vox, algo
rotundamente rechazado por los populares. Sin embargo, al afirmar que “no vamos a regalarle a Mañueco su
investidura”, el secretario autonómico, Luis Tudanca, deja abierta la puerta a una abstención “no
regalada”.
Comienza
la ronda de contactos
Con esta situación de partida, el presidente
de la Junta en funciones afronta desde hoy sus contactos formales con cada una
de las fuerzas parlamentarias. Una primera ronda de carácter exploratorio en la
que no es previsible que ninguno de los tres interlocutores con capacidad de
desbloquear la investidura, PP, PSOE y Vox, se apeen de sus posiciones
iniciales.
Pacto de Legislatura PP-Vox.- Entra dentro de la lógica que en su reunión con Juan García-Gallardo, prevista este
miércoles, Mañueco plantee como oferta alternativa un Pacto de Legislatura
consistente en que los 13 procuradores de Vox permitan la investidura sin
entrar en la Junta, sobre la base de un programa de gobierno común apoyado
desde las Cortes. Dicha oferta será rotundamente rechazada por Vox, tal como
Abascal reiteraba este domingo en declaraciones a la agencia Colpisa en las que
a su vez no descartaba una posible repetición electoral.
Aunque
aritméticamente no resulten determinantes, en esta primera ronda de contactos
Mañueco sondeará posibles apoyos entre las 5 formaciones minoritarias, tratando
de captar entre ellas adhesiones que maquillen su derrota en el caso de acudir
a la investidura sin haber alcanzado un acuerdo con Vox.
La Presidencia de las Cortes, primera piedra de toque
Pero no será la investidura el único asunto a
tratar con las minorías, ya que antes, el 10 de marzo, se celebra la sesión
constitutiva de las Cortes, en la que han de elegirse los seis miembros que
integran la Mesa de la Cámara. Y si dicha elección se afronta sin pacto previo
entre PP y Vox, el voto de los procuradores de UPL (3) Soria ¡Ya! (3), Unidas
Podemos (1), C´s (1) y Por Ávila (1) puede resultar determinante en la elección
del presidente. La distribución de estos nueve votos decantaría el resultado
entre los candidatos del PP y del PSOE, que parten con el apoyo de los 31 y 28
procuradores de sus respectivos grupos.
Vox tiene garantizada en todo caso la
secretaria tercera, en tanto que los partidos mayoritarios se repartirán las
dos vicepresidencias y las otras dos secretarias. Pese a que todas las votaciones
para elegir la Mesa se realizan mediante voto secreto depositado en urna, su
resultado permitirá conocer los apoyos del PP de cara al posterior pleno de
investidura, previsto para finales de marzo.
Abstención
pactada con el PSOE.- Es de suponer
que antes se ponga sobre la mesa la alternativa de una abstención condicionada
del PSOE, mediante la cual los 28
procuradores socialistas permitirían la investidura de Mañueco al frente de un
gobierno monocolor del PP sobre la base de un acuerdo de mínimos no contaminado
por los postulados de Vox. PP y PSOE limarían sus diferencias programáticas y
su convergencia se plasmaría en un acuerdo básico sobre los nuevos
Presupuestos.
La repetición electoral, un suicidio para
el PP
Si la
investidura no sale adelante en el pleno de finales de marzo, se abriría el
plazo de dos meses para volverlo a intentar y evitar una repetición electoral
que nos situaría nada menos que en el último domingo del mes de julio.
Por infinidad de razones, dicha repetición
resultaría suicida para el PP, que, además de ser visto como el máximo
responsable de todo este pifostio político por haber anticipado unas elecciones
fallidas, las afrontaría arrastrando la convulsión interna de la traumática ruptura
entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso
y expuesto al desgaste de los casos de corrupción judicializados en Castilla y
León.
Todas estas
debilidades del PP refuerzan extraordinariamente la posición de Vox, que, al
ser a priori el gran beneficiado por la posible repetición electoral,
permanecerá enrocado en el “no” a la investidura si no es a cambio de entrar en
el nuevo gobierno de la comunidad. En cuanto al PSOE, si ofrecer la referida
abstención negociada no se le podría reprochar ninguna responsabilidad en el
bloqueo.
Así las cosas, en evitación de un presumible
cataclismo electoral del PP, Mañueco tendrá que decidirse más pronto que tarde por
una las dos opciones que al final quedarán sobre la mesa: Presidir un gobierno
participado por Vox o aceptar la eventual alternativa de gobernar en solitario
tras pactar con el PSOE los términos de la abstención que permita su
investidura.
Con la que tiene
montada Pablo Casado, Génova ha perdido cualquier autoridad para tutelar el
proceso postelectoral en Castilla y León. De forma que Mañueco dispone ahora de
plena autonomía para decidir cómo saca a la comunidad autónoma del atolladero
político a la que ha conducido el 13-F. Y ni que decir tiene que optará por la
fórmula que considere más ventajosa para él y su partido.
(Publicado en elDiario.es Castilla y León)