lunes, 4 de junio de 2018

Desafío a la Apocalipsis

 Después de tres días y sus correspondientes noches, muchos todavía se frotan los ojos y se pellizcan para comprobar si no se trata de un febril sueño primaveral o, por el contrario, siguen viviendo la más terrible de las pesadillas. Pero la sorprendente realidad es que Pedro Sánchez, a quien hace tan solo quince días los más conspicuos analistas daban por desaparecido en combate, ocupa desde este lunes el Palacio de La Moncloa. Y Mariano Rajoy, que, tras el esforzado parto de los Presupuestos de 2018, se las prometía felices pensando que nada le impediría ya completar su segunda Legislatura, ha tenido que mudarse deprisa y corriendo a su chalet de Aravaca.


 Un vuelco político inimaginable hace una semana y que obliga a recomponer la hoja de ruta que cada partido se había trazado ante siguiente batalla electoral marcada en el calendario: las elecciones municipales, autonómicas y europeas previstas el 26 de mayo de 2019. Tras el abrupto desalojo de Rajoy y la llegada de Sánchez a La Moncloa, todas las previsiones y sondeos anteriores son papel mojado. Al igual que ocurre en la Fórmula 1 cuando irrumpe en pista el Safety Car, la carrera empieza de nuevo, quedando neutralizada la ventaja de los que aparecían en cabeza.

Pedro Sánchez el pasado 23 de abril en Villalar
 Una nueva carrera hoy por hoy de imposible pronóstico dadas las inciertas condiciones meteorológicas que la rodean. Una vez alcanzada su privilegiada posición, Sánchez tiene claro el propósito de aguantar el tirón el mayor tiempo posible; como mínimo hasta esa triple cita electoral del próximo año, y, si aguanta el motor y no se le agota el combustible, hasta el banderazo final de la Legislatura, situado a mediados de 2020.

 La Apocalipsis política que anuncian, a cual con mayor trompetería, PP y Ciudadanos no deja de ser en realidad un primer factor favorable a Sánchez, que a poco que sobreviva a ese estruendo infernal, ya estará superando tan infaustos augurios. A su favor juegan las expectativas que siempre despierta la llegada de un nuevo gobierno, que, aun lejos de la excelencia, difícilmente hara añorar a ministros como Montoro, Catalá, Zoido, Dastis o Montserrat, todos ellos reprobados por el pleno del Congreso de los Diputados. Y respecto al conflicto con Cataluña, el nuevo presidente tiene asimismo difícil igualar el cúmulo de errores y despropósitos perpetrado por el tándem formado por su antecesor y su vicepresidenta, Soraya Sáez de Santamaría.

En Castilla y León, el nuevo tiempo político que se inicia coge a los partidos en situación muy desigual. A los socialistas les llega el inesperado regalo -así es para ellos, al menos a corto plazo,el gobierno de Sánchez- con los deberes muy adelantados. Es el único partido que a esas alturas tiene despejado no solo su cartel electoral a la presidencia de la Junta, sino también sus candidatos a las alcaldías de los 15 municipios de más de 20.000 habitantes, en los que, concluido el plazo fijado en el proceso de primarias, en todos los casos ha concurrido un único aspirante.

Juan Vicente Herrera y Alfonso Fernández Mañueco
 En medio casi de una balsa de aceite, el PSOE de Luis Tudanca confía en que Sánchez recompense el importante apoyo que en su día le brindaron los socialistas de Castilla y León, aupando a alguno de ellos hasta el Consejo de Ministros. (“El topillo” ya se ha hecho eco de los nombres que circulan al respecto).  El nombramiento de algún ministro o ministra de la comunidad supondría, amén de un espaldarazo para el PSOE autonómico, un importante impulso de cara a esa triple reto electoral de 2019.

  El reverso de la moneda corresponde obviamente al PP. No solo es que su traumático desalojo del gobierno de la nación suponga un durísimo golpe. “Nos han tumbado, pero nos volveremos a levantar”, ha afirmado su presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco. Frente al voluntarismo de lo segundo, no puede ser más explícito el reconocimiento de lo primero.

 El revés se ha producido además en medio de un ambiente enrarecido en seno del partido en Castilla y León, donde las declaraciones sobre la sentencia del caso Gürtel realizadas por el consejero de Educación, el independiente Fernando Rey, han agitado las aguas de la bicefalia. La calculada ambigüedad de Juan Vicente Herrera, suscribiendo implícitamente la posición el consejero, ha supuesto en la práctica un claro menoscabo hacia la autoridad de Fernández Mañueco, quién previamente había disentido abiertamente de Rey.

 A expensas de que se recomponga la cadena de mando en la calle Génova, la tirantez ha vuelto, si es que se había ido, a la bicefalia del PP en Castilla y León. Y una vez que Mañueco sea proclamado formalmente candidato a la presidencia de la Junta, habrá que ver si sigue asumiendo, en detrimento de su propio resultado electoral, el coste político de encubrir los oscuros episodios de sucesivos gobiernos presididos por Herrera, tal como viene haciendo al bloquear desde el grupo parlamentario popular la comisión de investigación sobre la trama eólica, la Perla Negra, los terrenos de Portillo y demás pufos asociados, entre ellos el despilfarro y los tejemanejes de las 27 “embajadas” con las que llegó a contar la Junta de Castilla y León en el extranjero.

Inés Arrimadas y Albert Rivera
Por su parte, Ciudadanos, el otro gran damnificado por la llegada de Sánchez a La Moncloa, tendrá que recomponer su estrategia en Castilla y León. A los naranjas se les ha venido abajo el cuento de la lechera. Fagocitado sobre el papel la mayor parte del electorado del PP, lo habían fiado todo al corto plazo de unas elecciones generales en las que se veían  ganadores por goleada. Y de pronto Albert Rivera se ha quedado colgado de la brocha, teniendo que competir ahora con los populares a ver quien realiza una oposición más ultramontana contra el pretendido “gobierno Frankenstein”.

 Una vez fuera del gobierno, el PP ya no se va a andar con contemplaciones con Ciudadanos, con el que a partir de ahora va a ser igual de implacable que con los socialistas, si es que no más, ya que es con quien a la postre se disputa el mismo electorado. En esa tesitura el partido naranja ya no podrá seguir auxiliando al actual gobierno zombi de la Junta como lo ha venido haciendo a lo largo de toda la legislatura, viéndose abocado a ejercer una oposición para la que no está entrenado. Y me da la impresión que tampoco mínimamente dotado.


elblogdepedrovicente@gmail.com     4 Mayo 2018