lunes, 10 de mayo de 2021

Mañueco: Rearme, que no blindaje

 La resaca de las elecciones madrileñas, esto es, el denominado “efecto Ayuso”, ha coincidido con el final del estado de alarma y ello ha permitido resituar los complicados equilibrios de poder en el seno de la Junta, donde el presidente Fernández Mañueco se ha rearmado frente a su incómodo vicepresidente, el indescriptible Francisco Igea.

 Tras unos primeros momentos de dubitación, Mañueco zanjaba el pasado miércoles cualquier duda sobre el toque de queda y el cierre perimetral. Frente al posible intento de Igea y de la consejera de Sanidad, Verónica Casado, de buscar algún resquicio para mantener dichas restricciones, Mañueco dejaba claro que no había lugar a nuevas ocurrencias como la de adelantar el toque de queda sobre la base de la caída del sol. La resolución del Tribunal Superior de Justicia que declaró contrario a Derecho el toque de queda decretado por la Junta a finales de octubre, ha permitido conocer de antemano lo que sucedería si el gobierno de Castilla y León reincide en esa ocurrencia.

Mañueco y Ayuso en el puerto de Navacerrada
Al propio tiempo, y como gesto hacia el maltratado sector hostelero, la Junta ha ampliado hasta la medianoche la hora de cierre de bares y restaurantes, medida que ni por asomo ha aplacado el inmenso cabreo del gremio. En todo caso, Mañueco parece haberse rearmado frente al dúo Igea-Casado, con el que ha tenido permanentes discrepancias sobre la estrategia de prevención frente al Covid, léase restricciones, desde que hace ahora un año comenzara aquel errático proceso de desescalada del primer estado de alarma.

 Ha habido un episodio que ha colmado la paciencia del presidente de la Junta: la interrupción, el pasado 7 de abril, de la vacunación con Astra-Zeneca en el centro cultural Miguel Delibes, de Valladolid. Por increíble que parezca, dicha decisión fue adoptada por la consejera de Sanidad sin consultar ni informar previamente al presidente de la Junta, que recibió la noticia con el mismo estupor que el resto de los ciudadanos. (De cara al presidente, Igea ha mantenido que él tampoco fue consultado ni informado, lo cual resulta harto inverosímil).

 A partir de ese episodio, la consejera Casado ha caído en desgracia ante el presidente, lo cual tal vez explique, aunque no justifique, el estado de nervios reflejado en el ex abrupto dedicado a la socialista Patricia Gómez en la agitada sesión plenaria de las Cortes del pasado 13 de abril. Y en cuanto a Igea, resulta obvio que el presidente no se cree que la consejera suspendiera ese día la vacunación sin su conocimiento y anuencia.

Francisco Igea y Verónica Casado
Tenemos así que Mañueco se ha rearmado ante sus socios de gobierno, cuya debilidad es extrema tras la hecatombe de Ciudadanos en las elecciones madrileñas: si al presidente de la Junta le diera por adelantar las elecciones, el color naranja desaparecería del hemiciclo de las Cortes o a lo más quedaría reducido a uno o dos procuradores carne de cañón del grupo mixto.

 Pero ese rearme “interno” no resuelve el gran problema de Mañueco, cual es la pérdida de la mayoría parlamentaria. Todo lo contrario. Cuando ni siquiera ha conseguido captar un voto del grupo mixto que compense la fuga de la procuradora María Montero, el problema se ha agravado desde el momento en que los 11 procuradores de Ciudadanos son en la práctica otros tantos náufragos políticos de un partido completamente a la deriva.

 Tras el resultado del 4-M en Madrid, refrendo del cosechado antes en las elecciones catalanas, Inés Arrimadas tendría que haber dimitido la misma noche electoral. Y lejos de ella de esa tentación, resiste en su puesto con la misma fe que el pianista del Titanic. Y qué decir de Igea, qué ahora celebra el triunfo del “ayusismo” como si fuera propio, olvidando que es producto de unas políticas en las antípodas de las defendidas e impuestas por él a Mañueco. “Me asombra tener que decir que Torra ha sido más sensato”, llegó a afirmar el desmemoriado vicepresidente acerca de las medidas aplicadas por Díaz Ayuso cuando hace un año empezó la primera desescalada.

González, Fuentes, Sanz y Castaño
 Y como alma en pena vagan los procuradores afines a Arrimadas. Atribuyéndose una decisión que no le corresponde, el portavoz parlamentario, David Castaño, ha anunciado el inminente regreso de la atención presencial a los Centros de Salud. Castaño ya hizo lo mismo semanas atrás, sin que su anuncio se confirmara. Si persiste, acabará acertando, aunque sea al modo de los relojes parados, que dan la hora bien dos veces al día.

 Cinco de los 11 procuradores de Ciudadanos rezan cada día a San Liberto para que se mantenga el statu quo en Castilla y León. Son el presidente de las Cortes, Luis Fuentes, la secretaria tercera de la Mesa de la Cámara, Marta Sanz, el mencionado David Castaño y el portavoz adjunto, Miguel Ángel González Rodrigo. Los tres primeros están retribuidos con una morterada de 94.811 brutos anuales y el cuarto con otra de 90.491. Otra portavocía adjunta dotada con esta última cuantía viene siendo ejercida en turnos rotatorios de 4 meses por los seis procuradores sin dedicación exclusiva permanente. Por ella han pasado ya Teresa Gago, Blanca Negrete y ahora José Ignacio Delgado, en tanto que Inmaculada Gómez, Javier Panizo y Alba Bermejo aguardan su turno.

 Aparte está el caso de Igea, que como vicepresidente y consejero percibe 84.196 euros anuales con cargo a la Junta. Por la cuenta que les trae (menos el vicepresidente, médico del Sacyl, ninguno de ellos se va a ver en otra) los cinco “liberados” lo último que harán será romper la disciplina de voto. Por ahí no hay problema. Pero nadie se arriesga a poner la mano en el fuego por los otros seis náufragos. Que se lo cuenten a Castaño, abrasado por las quemaduras de tercer grado ocasionadas por la fuga de Montero.

(Publicado en elDiario.es Castilla y León)