lunes, 6 de mayo de 2024

El topillo/ Empitonados por la ONU

 
Hace un par de meses me referí aquí al estropicio reputacional que estaban causando a Castilla y León los coqueteos del gobierno PP/Vox que preside
Alfonso Fernández Mañueco con la ola neofascista que invade Europa. Fue a raíz del despropósito de la consejería de Cultura, que por obra y gracia de Santiago Abascal ocupa el sinuoso Gonzalo Santonja, de declarar “bien de interés cultural” la Pirámide de los Italianos, ese adefesio arquitectónico que rinde homenaje a los fascistas transalpinos que en la guerra incivil se sumaron al bando insurgente capitaneado por Francisco Franco. 

De la Hoz y Menéndez, portavoces del PP y Vox en las Cortes

Se sumaba ello al rosario de exabruptos protagonizado desde su nombramiento por el vicepresidente García-Gallardo (Ga-Ga jr.) y aún estaba por presentar la infame Ley de la Discordia, que, como era de prever, está arrastrando el nombre de esta comunidad por el fango de la ignominia. 

Tras el informe de los relatores de Naciones Unidas, la tierra que alumbró las primeras Cortes democráticas de la historia ha pasado a ser territorio refractario a los Derechos Humanos. Allá Fernández Mañueco en su irresponsable mimetismo con la ultraderecha patria. Menuda tarjeta de presentación europea para Raúl de la Hoz, "el guapo de discoteca" ("Por Ávila" dixit), quien, en su condición de portavoz del grupo parlamentario popular, firmó conjuntamente con su colega de Vox la Proposición de Ley. Y otro papelón, uno más, del consejero de la Presidencia y avalista del texto registrado en las Cortes, Luis Miguel González Gago, el antiguo director de los Servicios Jurídicos de la Junta que ha pasado a la Historia de Derecho por haber patentado el ocaso como principio jurídico. Vaya tres patas del mismo banco...

 Defensores a ultranza de la “fiesta nacional”.- Cambiando de tercio, como era de esperar la Junta se ha apresurado a poner el grito en el cielo ante la decisión del ministro de Cultura, Ernesto Urtasun, de suprimir el Premio Nacional de Tauromaquia. Vayamos por partes. Para empezar, y sin que ello reste ninguna legitimidad a sus posiciones, digamos que el presidente Fernández Mañueco sabe de tauromaquia aproximadamente lo que yo de física cuántica. Pero como salmantino que es, no se le oculta que el taurinismo está en el ADN del campo charro, y por ende ha sido siempre muy sensible a la influencia social de las estirpes ganaderas que pueblan los tendidos de sombra en La Glorieta. (A propósito, un inciso: Paquita, si te vuelven a brindar un toro, algo que veo difícil por mucho novio influyente del que presumas, ya sabes que la montera no es un regalo; hay que devolverla, porque además es el elemento mas personal de la indumentaria taurina).

Mañueco, García-Gallardo y González Gago

Recupero el hilo. Por muchas ferias de la Virgen de la Vega que haya contemplado desde el burladero del callejón en compañía del actual consejero de Cultura, Gonzalo Santonja (entonces simplemente director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, el chiringuito doble y hasta triplemente remunerado que le proporcionó en su día el interfecto Tomás Villanueva), Mañueco queda muy lejos también en esto de su antecesor, Juan Vicente Herrera (80.741 euros anuales del ala por cuenta del Consejo Consultivo), quien, aunque fuera arrastrado por su difunto primo, consta que fue seguidor de Antonio Chenel, el gran Antoñete. Si bien, para verdadero aficionado entre la casta política salmantina, nadie como “El niño de lo Contencioso”, sobrenombre con el llegó a anunciarse en sus tiempos mozos el que luego fuera presidente de las Cortes de Castilla y León Manuel Estella Hoyos, conocido en Salamanca como el Estella bueno.

 El hecho es que, antes de que apareciera Vox y la extrema derecha  comenzara a instrumentar políticamente la mal llamada “fiesta nacional”, Mañueco ya venía desplegando todas las influencias a su alcance en favor del mundo taurino. Desde la consejería de Justicia e Interior -la llamada consejería Ni-Ni: Ni Justicia (otra vez que risa, tía Felisa) ni Interior- fue quien movió los hilos del jurado-títere que concedió el Premio Castilla y León a las Artes correspondiente a 2009 al diestro salmantino Santiago Martín “El Viti”. Un fallo insólito, ya que en sus 25 ediciones anteriores dicho premio nunca había recaído en nadie relacionado con el toreo. Tampoco existía precedente de que formara parte del jurado previamente designado un conocido cronista taurino. De forma que “El Viti”, cuyos méritos taurinos por otra parte nadie osa discutir, se embolsó los18.500 euros con los que entonces estaba dotado el premio, cuantía que le vino muy bien a S.M. en un momento en el que, como se dice en el argot, andaba el hombre bastante canino.

Santonja momentos antes de asistir a un paseillo

Como quiera que otros protagonistas del mundo del toro en Castilla y León se sentían merecedores de esa distinción e iba a cantar demasiado que el Premio de las Artes volviera a aterrizar sobre el albero taurino, Herrera decidió instituir en 2015 un galardón específico: el Premio a la Tauromaquia de Castilla y León. El ganador de la primera edición volvió a ser “El Viti”, y el de la segunda, a título póstumo, el malogrado diestro segoviano Víctor Barrio, cuya muerte desató miserables reacciones en las redes sociales que denunció ante los tribunales su viuda, la periodista Raquel Sanz Lobo, hoy integrante de la abultada -y al parecer ilimitada, ya alcanza 47 nombramientos- nómina de personal eventual al servicio del gobierno Mañueco.

 Al zamorano Andrés Vázquez, otra indiscutible figura del toreo que abrió diez veces, diez, la puerta grande de Las Ventas, descubridor en gran medida de las virtudes de los victorinos, no le llegó el turno hasta 2020, dos años antes de fallecer a los 90. Pedro Gutiérrez Moya “El Niño de la Capea” se hizo con el premio en 2023, y ni rastro ha habido de otros diestros castellano-leoneses de distintas épocas que dejaron huella en la afición, tales como el segoviano Andrés Hernando o los vallisoletanos Santiago Castro “Luguillano” y Roberto Domínguez, este último sobrino del singular Fernando, a quien "El topillo" tuvo ocasión de conocer durante sus últimos años de su retiro en Segovia.

 Más allá de las razones que puedan justificar una medida consecuente con el programa electoral de "Sumar”, la decisión del ministro Urtasun de suprimir el Premio Nacional de Tauromaquia (instituido por cierto durante la etapa de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero) me parece sobre todo un error político. 

Ernesto Urtasun en un acto de Sumar

 Por la sencilla razón de que retroalimenta esa instrumentación partidista que vienen realizando Vox y el PP en línea con el taurinismo casposo propio de lo que antes se conocía como "la derechona". Una instrumentación que ha sesgado ideológicamente a la tauromaquia en detrimento del carácter transversal que históricamente siempre ha tenido y que en lo cultural incluye referentes tan poco sospechosos de derechismo como Lorca, Miguel Hernández, Alberti, Picasso, Bergamín o Sabina, solo por citar a algunos de los más conocidos. Sin olvidar a literatos contemporáneos como el palentino Javier Villán, junto a Joaquín Vidal el mejor cronista taurino de las últimas décadas del pasado siglo. Villán, 81 años, inexplicablemente no ha sido Premio de las Letras de Castilla y León, y mucho me temo que, si el actual consejero de Cultura sigue en el cargo, el galardón de la próxima edición esté reservado al zamorano Juan Manuel de Prada. Apuesto doble contra sencillo.

 Como no podía ser de otra forma, Santonja, en su etapa batasuna muy próximo a Bergamín (también a Alfonso Sastre y Eva Forest), se ha posicionado raudo a favor de cooperar otras comunidades para compensar el agravio de Urtasun. Ni pensar quiero lo que habría escrito Alfonso Navalón -tan deficiente como ganadero como afilado crítico taurino- a propósito del actual manoseo/mangoneo político de los toros, que, si ya fueron espuriamente utilizados al servicio la dictadura franquista, nunca habían sido instrumentados de forma tan groseramente partidista como en la actualidad. Que era lo que le faltaba a una fiesta cada vez mas a contracorriente de los tiempos y que siempre ha tenido su peor enemigo en el propio taurinismo rancio y cutre que, para desgracia de los aficionados de una u otra laya, maneja sus entresijos apoyado ahora por la carcundia política instalada en el Poder.

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