martes, 23 de diciembre de 2025

La trastienda/ En Navidad y con permanente dolor de muelas

 Más allá de lo más evidente -la debacle del PSOE y el fulgurante ascenso de Vox- las elecciones extremeñas permiten diversas lecturas y alguna que otra conclusión más o menos racional. Tirando de refranero, la primera de ella sería la de que “para este viaje no hacían falta alforjas” o, si se prefiere que, con su intempestivo adelanto electoral, la sobrevalorada María Guardiola “ha hecho un pan como unas hostias”.

En cierto modo, a la presidenta extremeña le ha ocurrido lo mismo que a Alfonso “Fonsi” Fernández Mañueco a finales de 2020, cuando de manera no menos intempestiva -para mayor inri en víspera de aprobar los Presupuestos para el año siguiente-, rompió abruptamente su coalición de gobierno con Ciudadanos y disolvió las Cortes para convocar las elecciones celebradas en marzo de 2021. Pretendía con ello un despegue electoral que le permitiera poder gobernar en solitario, pero el resultado no pudo ser mas escuálido: pese al desplome de Ciudadanos, el PP perdió votos y, solo gracias a la nueva correlación de fuerzas en el reparto de los escaños, ganó dos nuevos procuradores, renta absolutamente insuficiente para cumplir el objetivo que se había propuesto.

  Pero lo peor no fue que no pudiera gobernar en solitario, sino que el nuevo socio de gobierno pasó a ser Vox, al que el PP de Mañueco, además de concederle una vicepresidencia única, tres consejerías y comprarle medio programa, le regaló además la presidencia de las Cortes, propina esta última a la que no renunció el partido de Abascal cuando en el verano del 23 decidió abandonar sus responsabilidades en la Junta. (Ayer mismo, como luego comentaré, hemos asistido a la última consecuencia de ese regalo). Todo ello con el agravante para “Fonsi” de pasar a la historia como el primer presidente de comunidad en incorporar a la ultraderecha en su gobierno.

Mañueco y Guardiola en una convención del PP

Guardiola no aprendió de Mañueco.-  Pues bien, a la aspirante a lideresa extremeña ha venido a pasarle tres cuartos de lo mismo. En estrategia diseñada desde la calle Génova, y aprovechando la extrema debilidad de su rival socialista, decidió anticipar las elecciones convencida de que iba a alzarse con la mayoría, o, en el peor de los casos, acercarse a ella de forma que pudiera gobernar en solitario sin la molesta perturbación de Vox. Y, pese al desplome del PSOE extremeño, su resultado ha sido todavía más escuálido: un mísero escaño en contraste con el botín atesorado por Vox. (Escuálido, aclaro, que en absoluto conmovedor, que dice con frecuencia el maestro Leonardo Padura).

 Guardiola ha ido de sobrada -su campaña electoral ha sido todo un ejemplo de altanería y prepotencia- y ha salido muy trasquilada. Ahora tendrá que “pasar por el aro” (Abascal dixit) de Vox, partido con el que ha mantenido siempre una tormentosa relación. Recuérdese que, tras ganar las elecciones en 2023, aseguró que no gobernaría “con un partido que niega la violencia machista, deshumaniza a los inmigrantes y amenaza los derechos de las personas LGTBI” (sic). Y ya saben lo que tardó en decir digo donde había dicho Diego, justo lo que tardó Alberto Núñez Feijóo en decirle que se cayera del burro.

 Si la relación de Guardiola con Vox ha sido tormentosa, no les cuento la de Mañueco después de que los de Abascal abandonaran la Junta y “Fonsi” empezara a recoger velas, renegando a toda pastilla de casi todo los que había aceptado de inicio: la ruptura del diálogo social, la mal llamada ley de concordia, la de violencia “intrafamiliar”, el ataque al derecho al aborto, etc. etc. (al final lo único que ha subsistido es la infame declaración de la “Pirámide de los italianos” como bien de interés cultural, iniciativa que perseguirá de por vida al exyerno de Julián Grimau). Todo ello con un punto de inflexión: el desprecio que supuso el famoso “burruño” en que convirtió Mañueco las propuestas de Vox durante el último debate parlamentario sobre el estado de la comunidad.

Suárez- Quiñones en su escaso del "mausoleo"
 Elecciones en solitario, la peor opción para Mañueco.- En su permanente utilización del poder autonómico del PP como ariete contra el gobierno de Pedro Sánchez, en un momento dado los estrategas de Génova se plantearon la posibilidad de montar un “superdomingo electoral”, convocando elecciones anticipadas simultáneamente en varias comunidades, tales como Castilla y León, Extremadura, Aragón y Andalucía. Pero Andalucía, donde tocan en junio, rápidamente se descolgó, máxime después del escándalo sanitario con los cribados sobre el cáncer. Y en su lugar, la cúpula del PP ha optado por el carrusel de elecciones en marcha abierto en Extremadura y que seguirá en Aragón el 8 de febrero, en ambas comunidades con al recurrente excusa de que Vox les ha bloqueado la posibilidad de aprobar nuevos Presupuestos para 2026 (Cantabria y Baleares están en la misma situación y no han sido incluidas en el carrusel). Y celebrar elecciones en solitario, con todo el foco nacional sobre la deplorable gestión presidencial de Mañueco, era la peor opción para el PP de Castilla y León.

 Según adelantó hace meses por su cuenta y riesgo el esclarecido secretario autonómico del PP, Paco-Paquito-Paquete Vázquez, los comicios tendrían lugar el 15 de marzo, fecha límite para celebrarlos en domingo dentro del plazo legal establecido. Pero Mañueco, que es quien tiene que activar el botón, nunca ha confirmado esa fecha, limitándose a afirmar que serán en la primera quincena de marzo.

 Nueva cita con el dentista.-Y ayer se ha producido un hecho que puede repercutir en la fijación de la cita electoral. Con los votos a favor de los representantes de PSOE y Vox, la Mesa de las Cortes ha declarado hábil la primera quincena de enero en el “mausoleo”, a fin de que comparezca en sede parlamentaria el consejero contra el Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, para hacer balance de los incendios forestales del pasado verano. Y de paso tramitar la Proposición de Ley del Cuerpo de Agentes Medioambientales de Castilla y León, apoyada por toda la oposición frente a la postura en contra del PP.

Francisco Vázquez y Ricardo Gavilanes

 A dos meses como máximo de la jornada electoral, la comparecencia parlamentaria de Suárez-Quiñones, un consejero reprobado en su día por el pleno de la Cámara, redunda en el permanente dolor de muelas que desde el pasado verano supone el susodicho para el presidente de la Junta. Y “El Norte de Castilla” apuntaba días atrás la única forma que tendría Mañueco para evitar ese desgaste: disolver las Cortes a primeros de enero para adelantar las elecciones al 1 de marzo. Atentos, pues, a este posible movimiento y, en su caso, a la excusa con la que se argumenta.

A todo esto, el PP no ha iniciado formalmente el proceso orgánico para la elaboración de sus próximas candidaturas autonómicas. Y aquí Quiñones y su repetición o no como cabeza de lista por León, vuelve a constituir el nudo gordiano. La lógica más elemental indica que el todavía consejero hará mutis por el foro. Hasta sus más acérrimos defensores, que contra viento y marea apostaban por su continuidad, han comenzado a recoger cable. Es el caso de “Obsequiado”, el alter ego de Saulo Lacustre, que ya alude al portavoz del grupo parlamentario popular, Ricardo Gavilanes -el mismo que sigue sin aclarar si sigue compatibilizando su “dedicación exclusiva (más de 100.00 euros anuales) con el ejercicio privado de la abogacía- como número uno de la lista por León.

 Salvo una quimérica mayoría absoluta del PP, Quiñones ni por asomo seguirá siendo consejero de nada después de las elecciones de marzo, ya que sobre él pesará el veto insalvable de cualquier hipotético socio del PP. Descartada por fortuna su reincorporación a la Judicatura, aventuré hace tiempo que su destino natural es de ocupar el escaño de senador autonómico que en la actualidad ocupa el alcalde de Arévalo, Vidal Galicia Jaramillo (el otro del cupo del PP seguiría en manos del ”segoviano” Javier Maroto). En la Cámara Alta convivirá con su antecesor en la consejería, Antonio Silván, y otras viejas glorias del PP, o del PSOE, como el olvidable Luis Tudanca.

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