lunes, 19 de septiembre de 2016

¿Para lo que me queda en el convento...?

Aunque diez días después del accidentado viaje que ha apeado a Rosa Valdeón de la vicepresidencia de la Junta, el foco informativo sigue puesto sobre si renuncia o no a su acta de procuradora de las Cortes, lo que ocurra finalmente al respecto no deja de ser un elemento muy secundario al lado del volantazo compulsivo con el que Juan Vicente Herrera ha resuelto el reajuste de gobierno provocado por el caso. (Quede claro sobre lo primero que la coherencia personal y política atribuida a la dimisionaria no será tal, sino todo lo contrario, si se aferra a su escaño parlamentario, ya que resulta de una obviedad manifiesta que los motivos que forzaron la renuncia a sus cargos en la Junta son de plena aplicación a su condición de parlamentaria. Y sería de agradecer que no confundiera al personal con maniobras de distracción como la de pretender renunciar al aforamiento sin entregar el acta de procuradora).


José A. de Santiago-Juárez y Juan Vicente Herrera
Ya habíamos advertido aquí que no había que descartar que Herrera perdiera definitivamente el oremus, se liara la manta a la cabeza y acabara nombrando vicepresidente a la mano que desde hace nueve años, si es que no más, viene meciendo la cuna-diván del titular del Colegio de la Asunción. Y así ha sido. El que en la práctica ha venido siendo oficiosamente en los últimos cinco años, si es que no más, el número dos en la sombra, ha adquirido oficialmente dicha condición en el Bocyl. 
¿Qué ha sucedido para que los complejos que hasta ahora habían impedido a Herrera nombrar vicepresidente a José Antonio de Santiago-Juárez hayan saltado por los aires? Sin duda, la concatenación de dos factores: La desinhibición propia de lo que en Estados Unidos se conoce como un presidente “pato cojo” y los demonios familiares en el seno del PP, donde el caso Valdeón ha desatado el enfrentamiento interno entre las corrientes encabezadas de un lado por el presidente autonómico y de otro por el vicesecretario nacional de Organización y presidente del PP zamorano, Fernando Martínez Maillo.

Dicha conjunción ha proporcionado la vicepresidencia a De Santiago-Juárez, quien ha inspirado no solo su propio nombramiento, sino la reorganización completa efectuada para cubrir la triple vacante originada en la Junta por la dimisión de Valdeón. El nuevo vicepresidente, que ya presidía la comisión de secretarios generales y se había reservado, pese a dejar de ser el Portavoz, la “chequera mediática” de administrar a su pleno antojo la publicidad institucional, ha heredado todas las funciones de su antecesora, excepto una: la gestión de la fallida Agenda de la Población, uno de sus grandes gatillazos políticos, endosada al nuevo consejero de Empleo, el disciplinado, Carlos Fernández Carriedo, un político-probeta "bien mandado"siempre disponible para cuanto sea menester.

Milagros Marcos 
La mano de De Santiago se adivina asimismo tras la decisión de encomendar la Portavocia de la Junta a la consejera de Agricultura, Milagros Marcos. (Por cierto, para nota lo de hacer suya en su primera rueda de prensa como Portavoz la denominación “Perla Negra” para referirse al edificio de la consejería de Economía en Arroyo de la Encomienda).

Tras la salida en su día de Tomás Villanueva, Juan José Mateos y Silvia Clemente, que no eran de su cuerda, no quedaba ya en el gobierno Herrera ningún consejero que no fuera del gusto del actual vicepresidente, padrino político de la mayor parte de ellos, con la única excepción del titular de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, quién, como cuota leonesa que es, llegó al cargo por vía territorial.

El único y doloroso grano que le queda ya al número dos de la Junta -que también apadrinó el nombramiento como Delegada del Gobierno de su antigua viceconsejera, María José Salgueiro- es precisamente el de la presidenta de las Cortes, quién ha tenido la “osadía” de no someterse a su control, lo que ha originado roces públicos y notorios en más de un pleno de las Cortes, donde, al calor de los debates con la oposición, el flamante vicepresidente se incendia con mucha facilidad.
  De Santiago-Juárez no perdonará jamás a Clemente el éxito de “Tierra de Sabor” frente al fiasco de la marca “Castilla y León, tus ideas cobran vida”, y su fijación contra la presidenta de las Cortes seguramente explica la elección como nueva Portavoz de la Junta de la actual consejera de Agricultura, cuyas relaciones con su antecesora son tan tormentosas como las suyas. Ya solo falta que para rematar la faena ascienda a Portavoz del grupo parlamentario popular de las Cortes el hasta ahora viceportavoz, Juan José Sanz Vitorio, otro fiel vasallo de De Santiago-Juárez.

Juan José Sanz Vitorio y Carlos Fernández Carriedo
En un primer análisis comentamos aquí que el caso Valdeón no alteraba la carrera sucesoria, ya que las opciones de que la hasta ahora vicepresidenta acabara heredando la presidencia de la Junta eran extremadamente reducidas. Sin embargo, el “volantazo” de Herrera ha abierto un escenario hasta ahora no contemplado. Aparentemente, se diría que el reajuste perpetrado en el gobierno en su gobierno obedece al conocido principio de “Para lo que me queda en el convento...”. Pero siendo cierto que los nombramientos están en esa linea, me inclino a pensar que, en contra de lo que él y todos preveíamos, el actual presidente al final va a completar su mandato, permaneciendo en el cargo hasta las elecciones autonómicas de 2019.

Tras su indisimulado enfrentamiento con Martínez Maillo, líder oficioso de la facción del PP de Castilla y León que no comulga con el presidente autonómico, está claro que Herrera no va a ahuecar el ala del Colegio de la Asunción si el bendecido por la dirección nacional del partido para sucederle no es de pleno y absoluto agrado. Ello significa que si Mariano Rajoy sobrevive en La Moncloa y sigue al frente del partido, en cuyo caso Maillo se mantendrá con mando en plaza en Génova, sencillamente la sucesión puede darse por descartada.

Pero me atrevo a ir más lejos: Incluso en el escenario de que Rajoy cediera la presidencia del partido y diera paso a una nueva dirección nacional no beligerante con Herrera, lo más probable sería que terminara igualmente agotando su mandato. Por muchas ganas que tuviera de irse, ya se encargaría su número dos de disuadirle de su idea.. El nuevo vicepresidente ha repetido hasta la saciedad que se irá de la Junta el día que lo haga el actual presidente, no qeuda claro si 10 minutos antes o 10 minutos después. Y no veo yo a De Santiago-Juárez resignándose a dejar su ansiada vicepresidencia solo unos meses después de haberla conseguido.