Aunque
diez días después del accidentado viaje que ha apeado a Rosa
Valdeón de la vicepresidencia de la Junta, el foco informativo
sigue puesto sobre si renuncia o no a su acta de procuradora de las
Cortes, lo que ocurra finalmente al respecto no deja de ser un
elemento muy secundario al lado del volantazo compulsivo con el que Juan
Vicente Herrera ha resuelto el reajuste de gobierno
provocado por el caso. (Quede claro sobre lo primero que la
coherencia personal y política atribuida a la dimisionaria no será tal, sino todo lo contrario, si se aferra a su escaño parlamentario, ya que resulta de
una obviedad manifiesta que los motivos que forzaron la renuncia a
sus cargos en la Junta son de plena aplicación a su condición de
parlamentaria. Y sería de agradecer que no confundiera al personal con maniobras de distracción como la de pretender renunciar al
aforamiento sin entregar el acta de procuradora).
José A. de Santiago-Juárez y Juan Vicente Herrera |
Ya
habíamos advertido aquí que no había que descartar que Herrera
perdiera definitivamente el oremus, se liara la manta a la cabeza y acabara nombrando
vicepresidente a la mano que desde hace nueve años, si es que no
más, viene meciendo la cuna-diván del titular del Colegio de la
Asunción. Y así ha sido. El que en la práctica ha venido siendo
oficiosamente en los últimos cinco años, si es que no más, el
número dos en la sombra, ha adquirido oficialmente dicha condición en el Bocyl.
¿Qué ha sucedido para que los complejos que hasta ahora habían
impedido a Herrera nombrar vicepresidente a José Antonio
de Santiago-Juárez hayan saltado por los aires? Sin duda, la
concatenación de dos factores: La desinhibición propia de lo que en
Estados Unidos se conoce como un presidente “pato cojo” y los
demonios familiares en el seno del PP, donde el caso Valdeón ha
desatado el enfrentamiento interno entre las corrientes encabezadas de
un lado por el presidente autonómico y de otro por el vicesecretario
nacional de Organización y presidente del PP zamorano, Fernando
Martínez Maillo.
Dicha
conjunción ha proporcionado la vicepresidencia a De Santiago-Juárez,
quien ha inspirado no solo su propio nombramiento, sino la
reorganización completa efectuada para cubrir la triple vacante
originada en la Junta por la dimisión de Valdeón. El nuevo
vicepresidente, que ya presidía la comisión de secretarios
generales y se había reservado, pese a dejar de ser el Portavoz, la
“chequera mediática” de administrar a su pleno antojo la
publicidad institucional, ha heredado todas las funciones de su
antecesora, excepto una: la gestión de la fallida Agenda de la
Población, uno de sus grandes gatillazos políticos, endosada al
nuevo consejero de Empleo, el disciplinado, Carlos Fernández
Carriedo, un político-probeta "bien mandado"siempre disponible para cuanto sea menester.
Milagros Marcos |
La
mano de De Santiago se adivina asimismo tras la decisión de
encomendar la Portavocia de la Junta a la consejera de Agricultura,
Milagros Marcos. (Por cierto, para nota lo de hacer suya en su
primera rueda de prensa como Portavoz la denominación “Perla
Negra” para referirse al edificio de la consejería de Economía en
Arroyo de la Encomienda).
Tras
la salida en su día de Tomás Villanueva, Juan José
Mateos y Silvia Clemente, que no eran de su cuerda, no
quedaba ya en el gobierno Herrera ningún consejero que no fuera del
gusto del actual vicepresidente, padrino político de la mayor parte
de ellos, con la única excepción del titular de Fomento y Medio
Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, quién, como
cuota leonesa que es, llegó al cargo por vía territorial.
El
único y doloroso grano que le queda ya al número dos de la Junta -que también
apadrinó el nombramiento como Delegada del Gobierno de su antigua
viceconsejera, María José Salgueiro- es precisamente el de
la presidenta de las Cortes, quién ha tenido la “osadía” de no
someterse a su control, lo que ha originado roces públicos y
notorios en más de un pleno de las Cortes, donde, al calor de los debates con la oposición, el flamante vicepresidente se incendia con mucha facilidad.
De Santiago-Juárez no
perdonará jamás a Clemente el éxito de “Tierra de Sabor”
frente al fiasco de la marca “Castilla y León, tus ideas cobran
vida”, y su fijación contra la presidenta de las Cortes seguramente
explica la elección como nueva Portavoz de la Junta de la actual
consejera de Agricultura, cuyas relaciones con su antecesora son tan
tormentosas como las suyas. Ya solo falta que para rematar la faena
ascienda a Portavoz del grupo parlamentario popular de las Cortes el
hasta ahora viceportavoz, Juan José Sanz Vitorio, otro fiel
vasallo de De Santiago-Juárez.
Juan José Sanz Vitorio y Carlos Fernández Carriedo |
En
un primer análisis comentamos aquí que el caso Valdeón no alteraba
la carrera sucesoria, ya que las opciones de que la hasta ahora
vicepresidenta acabara heredando la presidencia de la Junta eran
extremadamente reducidas. Sin embargo, el “volantazo” de Herrera ha abierto un escenario hasta ahora no contemplado.
Aparentemente, se diría que el reajuste perpetrado en el gobierno en su gobierno obedece al conocido principio de “Para lo que me queda en
el convento...”. Pero siendo cierto que los nombramientos están en
esa linea, me inclino a pensar que, en contra de lo que él y todos
preveíamos, el actual presidente al final va a completar su mandato,
permaneciendo en el cargo hasta las elecciones autonómicas de 2019.
Tras
su indisimulado enfrentamiento con Martínez Maillo, líder oficioso
de la facción del PP de Castilla y León que no comulga con el
presidente autonómico, está claro que Herrera no va a ahuecar el
ala del Colegio de la Asunción si el bendecido por la dirección
nacional del partido para sucederle no es de pleno y absoluto agrado. Ello
significa que si Mariano Rajoy sobrevive en La Moncloa y sigue
al frente del partido, en cuyo caso Maillo se mantendrá con mando en
plaza en Génova, sencillamente la sucesión puede darse por
descartada.
Pero me atrevo a ir más lejos: Incluso en el escenario de que Rajoy
cediera la presidencia del partido y diera paso a una nueva dirección
nacional no beligerante con Herrera, lo más probable sería que terminara igualmente agotando su mandato. Por muchas ganas que tuviera de irse, ya se encargaría su número dos de
disuadirle de su idea.. El nuevo
vicepresidente ha repetido hasta la saciedad que se irá de la Junta
el día que lo haga el actual presidente, no qeuda claro si 10 minutos antes o 10 minutos después. Y no veo yo a De
Santiago-Juárez resignándose a dejar su ansiada vicepresidencia
solo unos meses después de haberla conseguido.