Rodeado
hasta no hace mucho de una aureola de político intachable, ejemplo de
gobernante cabal y responsable, no entraba en los cálculos de Juan Vicente
Herrera que los acontecimientos acabaran colocándole en el ojo del huracán de
la corrupción política. A él, poco menos que el paradigma de la honradez
política. Ni por asomo podía imaginar que los dos principales partidos de la oposición llegaran un día a exigir su dimisión como máximo responsable
político de los dos graves casos de corrupción que han colocado en la picota
judicial al anterior consejero de Economía, Tomás Villanueva.
Luis Tudanca |
Y no menos contundente fue el portavoz de Podemos, Pablo Fernández. “Castilla y León no merece a un presidente -dijo- que tiene que dedicar más tiempo a intentar tapar los casos de corrupción de su gobierno que a solucionar los problemas de la ciudadanía”. “No basta con que pida perdón- añadió-. Presente su dimisión irrevocable por higiene y dignidad democrática”.
Lo de pedir perdón, aunque fuera en
condicional, lo hizo Herrera el pasado 31 de mayo, cuando compareció ante la
comisión de Economía para intentar defender lo indefendible sobre la adjudicación de
los parque eólicos. Ese día sostuvo que, de haber existido corrupción, se
trataría de “corrupción de personas, no de las instituciones ni de la Administración”.
En ese momento el máximo ex alto cargo imputado, tanto en la trama eólica como en el
caso Perla Negra-Portillo, era el ex viceconsejero de Economía, Rafael Delgado, quien, según esa
tesis, habría actuado por su cuenta en beneficio propio y sin conocimiento de
ningún superior jerárquico. De hecho, en esa comparecencia el presidente de la Junta ratificó su plena y total
confianza en el ex consejero Villanueva, sobre el que en ese momento no pesaba
imputación judicial en ninguno de los casos.
Juan Vicente Herrera |
Había que
dar respuesta a las peticiones de dimisión de PSOE y Podemos y ello ha pasado
por reconducir la estrategia, subordinando cualquier responsabilidad política a
las resoluciones judiciales, a sabiendas de que éstas últimas se demorarán lo
suficiente como para que al actual presidente de la Junta le dé tiempo a agotar su actual
mandato. Y enrocado en esta subordinación, Juan Vicente Herrera ha decidido
meter la cabeza bajo el ala y no asumir responsabilidad política de ningún tipo,
al menos mientras no se decrete la apertura de juicio oral en alguna de las
causas, fase procesal a la que difícilmente se llegará en lo que queda de Legislatura.
Pablo Fernández |
Enfangado por el lodazal de la corrupción, Juan Vicente Herrera ha optado por aferrarse
al clavo ardiendo de que la
Justicia todavía no ha dado nada por probado. Y lo inaudito
es que, en lugar de seguir perdiendo perdón por unos casos que, según sus
propias palabras “causan una justificada alarma social y política”, reaccionaba en el hemiciclo de las Cortes arremetiendo contra la oposición con algo mucho lamentable que el
consabido “y tú más”.
Ya resultaba chusco situar una infracción de tráfico por
superar la tasa de alcoholemia al mismo nivel que los casos de corrupción pura
y dura que han aflorado en la consejería de Economía, en los que jueces y fiscales
atribuyen a altos y ex altos cargos de la Junta delitos de prevaricación continuada,
malversación de caudales públicos, fraude a la Administración ,
revelación de secretos, trafico de influencias, blanqueo de capitales o cohecho. Pero a falta de otros
argumentos, entraba dentro de lo posible que Herrera recurriera a esa
circunstancia personal para deslegitimar la exigencia de responsabilidades políticas por parte de Tudanca.
Alfonso Fernández Mañueco y Juan Vicente Herrera |
Asediado por la corrupción, Herrera ha sacado
lo peor de sí mismo y está dispuesto a lo que sea con tal de no asumir ninguna
responsabilidad política en los dos años que le quedan de mandato. Dos años en
los que permanecerá encadenado a la instrucción judicial de unos casos de
corrupción que han destapado el oscuro lado oculto de su gobierno y han envilecido la vida política en la comunidad. Dos agónicos
años de un presidente de la
Junta sostenido con respiración asistida por el de PP de
Fernández Mañueco, que, visto lo visto, ha debido llegar a la conclusión de
que nada mejor que un político ya amortizado y salpicado por la corrupción para
que el partido aguante todo lo que le siga cayendo encima a la Junta hasta las elecciones
autonómicas de 2019.