lunes, 28 de enero de 2019

Mareas de casi todos los colores

 Sobraban los motivos hace un año para que miles y miles de pacientes ciudadanos de toda Castilla y León se dieran cita en Valladolid para clamar contra el alarmante deterioro de la Sanidad pública en esta sufrida comunidad autónoma. 



Un año después clamando por lo mismo
Tras aquel clamor ciudadano y cada vez más próximo el horizonte de las elecciones autonómicas, se suponía que el gobierno de Juan Vicente Herrera tomaría nota y corregiría la desdichada gestión sanitaria enmendando la plana al consejero, el imperturbable Antonio María Sáez Aguado, y éste al nefasto equipo que encabeza el gerente regional del Sacyl, Rafael López, cuyo nombramiento ya hizo presagiar en su día -en Zamora y Salamanca había dejado su impronta- el desastre hacia el que se encaminaba la Sanidad pública en Castilla y León.
 Pero una vez más la fatídica ley de Murphie según la cual todo lo que es susceptible de empeorar termina empeorando, se ha cumplido inexorablemente. Y un año después, lejos de corregir el rumbo, la atención sanitaria está más deteriorada que nunca, con la atención primaria hecha unos zorros en el medio rural y también en el urbano, y graves carencias en servicios tan sensibles y vitales como la oncología. Y el resultado ha sido la inmensa marea -mas multitudinaria aún que la de anterior- que el pasado sábado inundó de nuevo las calles vallisoletanas bajo el lema “Nos sigue doliendo la Sanidad”.

PP, el enemigo en casa.- ¿Conseguirá esta masiva protesta ciudadana que Herrera y Sáez depongan su provocadora actuación? Sinceramente, me temo que no. Sin duda lo harían si el primero volviera a ser candidato a la reelección en el cargo y el segundo no estuviera ya políticamente achicharrado. Pero uno es un presidente “pato cojo” al frente de un gobierno zombi en el que Sáez es el máximo prototipo de muerto viviente. Como se maliciaba el otro día “El topillo”, tan suspicaz él, no es que a ambos y a otros zombis (con el vicepresidente José Antonio de Santiago-Juárez a la cabeza) les importe una higa el coste político que ello va a tener para el PP de Castilla y León en las próximas elecciones autonómicas. Es que existen fundados motivos para sospechar que se están afanando todo lo posible por socavar las posibilidades electorales del nuevo candidato de su propio partido a la presidencia, Alfonso Fernández Mañueco, quien, además de penar por el fuerte desgaste general de la marca PP, tiene lo que dice el enemigo dentro de casa.

 No es ningún delirio conspirativo. Es lo que piensan el propio Mañueco y su entorno, que, en aras de no dar tres cuartos al pregonero, encima se ven obligados a hacer de tripas corazón y defender de puertas afuera una gestión que está arruinando sus expectativas electorales. Y no son ellos los únicos que lo piensan. También muchos dirigentes y cargos públicos del partido que se la juegan en las elecciones del próximo 26 de mayo. Lo mismo que muchos alcaldes del PP, algunos de los cuales desmontaron con su presencia en la manifestación del sábado que este clamor ciudadano esté orquestado políticamente. (Lo dije el año pasado y lo repito: Ya les gustaría a PSOE, Podemos e IU -Ciudadanos se ha vuelto a inhibir- tener esta capacidad de convocatoria).

Francisco Igea o Luis Fuentes, el dilema de Ciudadanos
 Entretanto, a menos ya de cuatro meses de esa triple cita electoral, se mantiene la incertidumbre en torno al signo político del próximo gobierno de la comunidad, o, lo que es lo mismo, sigue abierta la posibilidad de una alternancia tras 32 años del PP al frente de la Junta de Castilla y León. Hoy por hoy, esto último depende de que Ciudadanos, que, supuestamente tendría la llave, opte por pactar con el PSOE en el caso de que ambos sumaran los 41 procuradores que marcan la mayoría absoluta (la extensión de dicha alianza a Podemos e IU ha de descartarse a priori, dado el conocido “cordón sanitario” aplicado por Albert Rivera a la formación de Pablo Iglesias).

Vox, ¿la tabla de salvación” de Mañueco?.-Sin embargo, la aparición en escena de Vox está alterando las previsiones existentes antes de las elecciones andaluzas. Y aunque en principio la irrupción de la ultraderecha diezma la cosecha electoral del PP, podría ser que a la postre constituya la gran tabla de salvación de Fernández Mañueco. Me explico. Hace algo más de un mes vaticinábamos aquí que, si bien Vox tendría representación parlamentaria en las próximas Cortes Regionales, aritméticamente su papel no sería determinante. Sin embargo, de confirmarse la imparable ascensión -los sondeos le auguran en esta comunidad unos resultados parejos o incluso superiores a los de Ciudadanos-, estaríamos ante un nuevo escenario.

 Si esa fuerte irrupción del partido de Santiago Abascal (entre 13 y 14 procuradores, según las últimas predicciones demoscópicas) se produce no solo a costa de los populares sino también en detrimento de Ciudadanos, podría ocurrir que el partido naranja terminara quedándose en fuera de juego, ya que el PP y Vox se bastarían por sí solos para alcanzar la mayoría absoluta. No sé si en esto estaba pensando el secretario autonómico del PP, Francisco Vázquez, al declarar en una entrevista publicada ayer un periódico regional, que a su partido “no le va a hacer falta en Castilla y León un pacto tripartito a la andaluza para gobernar”. La paradoja política de que el fenómeno Vox convierta al PP en su principal damnificado en cuanto a pérdida de votos y a la vez en el gran beneficiado al propiciar su objetivo de mantenerse a toda costa en la Junta no es en absoluto descartable.

Francisco Vázquez,secretario autpnómico del PP
 En esa por lo demás tan extensa como insustancial entrevista, Vázquez ha aprovechado para desdecirse del resbalón cometido en otra concedida hace un par de meses a otro rotativo regional en la que, preguntado sobre posibles alianzas poselectorales, no descartó que el PP, para seguir gobernando la Junta, tenga que ceder algunas Alcaldías o presidencias de Diputación “dentro de un pacto global”. Ahora dice que ese tipo de “mercadeos” políticos solo es cosa del PSOE.

 Mientras puede que Vox le esté comiendo la merienda, Ciudadanos sigue dormitando (ver “El topillo” de al lado) y a la izquierda del PSOE se han desatado las tensiones que hace tiempo se veían venir. La negociación entre Podemos  e Izquierda Unida para confluir en las próximas elecciones autonómicas ha encallado, entre otras cosas, por la pretensión del partido morado de encabezar la lista por Valladolid, precisamente la circunscripción por la que en 2015 fue elegido el coordinador autonómico y único procurador de IU, José Sarrión, y por la que esta formación política ha obtenido siempre por sí misma representación en las Cortes de Castilla y León.

Y si esto ocurre con las autonómicas, no digamos las dificultades -insalvables para empezar en Zamora, donde el alcalde Guarido está completamente cerrado a esa alianza- para alcanzar confluencias en las municipales, ámbito en el que IU es una fuerza muy consolidada frente a un Podemos de crisis en crisis que paga ahora además su inexplicable decisión de no concurrir con sus propia marca -entonces en la cresta de la ola- a las elecciones de 2015.