Coexistió algunos años “El topillo” con un jefe -compañero a la sazón de la “lista negra” de periodistas de Castilla y León recordada estos últimos días- en cuyo despacho podía leerse en lugar bien visible una advertencia sobre un comportamiento muy común en todos los ámbitos: “Los pájaros disparan a las escopetas”. Dicha pauta se ha convertido en moneda corriente en el encanallado panorama político que nos rodea, donde impera la ley del embudo y abundan los que con pasmosa tranquilidad ven la paja en el ojo ajeno ignorando la viga que nubla el propio.
Óscar Puente |
Viene esto a colación del rasgado de vestiduras del presidente de la Junta, que lo es también del grupo parlamentario popular de las Cortes y del PP en Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, indignado como herido en lo más profundo de su ser con el ministro Óscar Puente después de que éste utilizara la expresión “con derecho a roce” al referirse al compañero sentimental de Isabel Díaz Ayuso. Está claro que Puente, que ya incurrió en algo parecido cuando comparó la amnistía con el embarazo de una soltera, ha llegado a ministro sin haber aprobado primero de feminismo, asignatura que no ha conseguido superar pese a haber tenido durante años como mano derecha a la actual ministra de Igualdad, Ana Redondo, que, feminismo al margen, es el polo opuesto en política de imagen y comunicación.
Pero no parece que sea Fernández Mañueco el más legitimado para desgañitarse pidiendo su dimisión. No ya por su pasividad o tibieza ante comportamientos machistas en el seno de su propio partido -ya era consejero de la Junta cuando Nevenka Fernández denunció el acoso al que se vio sometida por aquel infausto alcalde de Ponferrada-, sino por ser el presidente que en una sesión plenaria de las Cortes fue cazado dedicando a hurtadillas una visible “peineta” a la procuradora socialista Rosa Rubio.
Alfonso Fernández Mañueco |
La historia del PSOE está salpicada de escándalos de corrupción que durante el gobierno de Felipe González, el ahora tan valorado por la derecha patria, proliferaron de manera pasmosa. Y el “caso Koldo-Ábalos” es de una chusquedad bochornosa, como lo fue en su día el del “enmano” de Alfonso Guerra (otro referente socialista ensalzado por la “fachosfera”), el del “Tito Berni” o el de los ERE de Andalucía. Pero si de prostíbulos hablamos, hay que recordar que Esperanza Aguirre tuvo como como número dos en su gobierno y en el PP madrileño a Francisco Granados, aquel al que sus compañeros de trinque le pedían festejar con “un volquete de putas” (sic) las fechorías cometidas a costa del erario.
El fallecido Tomás Villanueva con Juan Vicente Herrera |
Y manda huevos, que diría Federico el hermano de Pablo, que desde el PP de Castilla y León se acuse de corrupto al mismísimo Pedro Sánchez justo cuando en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Valladolid se sienta en el banquillo la cúpula de la consejería de Economía que dirigiera el fallecido Tomás Villanueva, acusada de una ristra de delitos que no se la salta Javier Sotomayor. Un caso el de la Perla Negra directamente conectado -tanto que de hecho alguno repetirá banquillo- con la “trama eólica”, en fase todavía de instrucción judicial.
Muy flaca memoria hay que tener para olvidar que ambos casos se gestaron y perpetraron durante la etapa en la que Fernández Mañueco era secretario regional del PP, cargo que ejerció entre 2002 y 2017, año éste último en el que ascendió a presidente del partido tras las primarias internas ganadas a Antonio Silván con el indisimulado apoyo de su compadre Fernando Martínez Maíllo, el hombre fuerte por aquel entonces a los mandos del aparato en la calle Génova.
Consejero de los sucesivos gobiernos presididos por Juan Vicente Herrera entre 2001 y 2011, Mañueco compartió puesto en el Consejo de Gobierno de la Junta con el actual titular de la consejería de Economía, Carlos Fernández Carriedo, que se había estrenado como consejero, en este caso de Sanidad, nada menos que a finales del siglo pasado. Carriedo, ya saben ese-eterno-chico-bien mandado-que-vale-igual-para-un-roto-que-para-un-descosido, se lamenta de que el gobierno Sánchez haya decidido no tramitar Presupuestos Generales del Estado para 2024, optando por mantener prorrogados los de 2023. Y dice que ello pone en peligro esos Presupuestos de la Comunidad para 2024 que Mañueco y García-Gallardo presentaron como el no va a más. (Tiene gracia que cada vez se saludan unos nuevos Presupuestos se destaque como máxima virtud que son los de mayor cuantía de la historia, cuando digo yo que mientras la inflación no sea negativa es algo que va de suyo).
Carlos Fernández Carriedo |
Sin embargo, a punto de cumplir un lustro en la Junta, los Presupuestos de 2024 serán los terceros presentados por los gobiernos presididos por Mañueco, quien en 2020 volvió a prorrogar los de 2018 y en 2022 hizo lo mismo con los de 2021, estos últimos los únicos aprobados en los dos años y medio de gobierno en comandita con Ciudadanos. De modo que no es precisamente Fernández Carriedo, que lleva dos prórrogas presupuestarias completas en su haber, el más indicado para reprochar a nadie la misma medida. Y ello sin remontarnos a todas las prórrogas registradas durante el mandato presidencial de Herrera, que fueron unas cuantas y la mayor parte de ellas sin ninguna justificación.
Hay que reconocer que el tahur de El Burgo de Osma era más cuidadoso que sus sucesores en el camuflaje de sus abundantes trapalladas. Seguramente porque estaba mejor asesorado sobre las malas pasadas que juega la hemeroteca y porque tampoco contaba con el férreo blindaje proporcionado por la chequera mediática. Eso y que, desprovisto del respaldo de la actual “fachosfera”, tenía presente un principio elemental en política y fuera de ella: Para mentir con tanta frecuencia hace falta tener buena memoria. Y de paso, añado yo, no despreciar de manera tan grosera la memoria del prójimo y procurar no insultar con tanta desfachatez la inteligencia ajena. Es lo mínimo, pienso yo, que se debería exigir.
P.D.- Mi apreciado exjefe me corrige: El cartel no rezaba "Los pájaros disparan a las escopetas", sino "Aquí las liebres corren a los galgos", que viene a ser lo mismo pero en versión terracampina zamorana. Aclarado queda.