lunes, 9 de febrero de 2015

Un tablero municipal imprevisible

  Hay que remontarse a las elecciones municipales de 1979, las primeras celebradas desde la restauración democrática, para encontrar unos comicios locales con tanta incertidumbre como la que rodean a los convocados para el próximo 24 de mayo. Lo de menos, aunque tenga su morbo y suscite mucha atención mediática, es que los candidatos del PP a las principales alcaldías sigan pendientes del dedo de Mariano Rajoy. Lo relevante es si la nueva correlación política que señalan las encuestas va a propiciar un vuelco en el actual tablero municipal, lo que en buena medida dependerá del grado de fragmentación con el que concurra la izquierda.


Javier León de la Riva
  En realidad, la única candidatura realmente problemática que tiene entre manos el PP es la del alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva. En ningún momento se ha puesto en duda que volverán a encabezar cartel el resto de los actuales alcaldes que gobiernan capitales de provincia o municipios de más de 20.000 habitantes, con la única excepción de la alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, quién decidió cerrar en mayo su etapa municipal. En consecuencia, aunque pueda haber algún tira y afloja, le problema se reduce a designar nuevos aspirantes en Zamora y en cuatro de las otras cinco principales alcaldías en las que no gobierna (Segovia, Soria, Ponferrada y Miranda de Ebro), ya que en Medina del Campo hace tiempo que se ha nombrado oficialmente al candidato.

 Lo que sí resultaría traumático es que Génova echará para atrás la candidatura de León de la Riva, quién, pese a llevar 20 años en la Alcaldía y tener que sentarse en el banquillo de los acusados un mes antes de las elecciones, se ha obstinado en optar a la reelección. Veremos que hacen en Madrid con esa patata caliente que le ha pasado el PP de Valladolid, el cual de paso se verá desautorizado si hay cambio de candidato. Que sería por otra lo coherente de aplicarse las mínimas exigencias de regeneración democrática que dice impulsar el PP, y eso sin tener en cuenta la pésima imagen que se ha ganado el alcalde vallisoletano en toda España por sus reiterados ex abruptos machistas y su casposa mentalidad predemocrática.

Protesta ante el ayuntamiento de Burgos
 Pero apuntábamos antes que lo fundamental no son quiénes son los candidatos del PP, sino como se distribuye el resto del electorado, esto es,como aguanta el PSOE, como se plasma en la urna municipal el potencial de voto que los sondeos nacionales atribuyen a Podemos, como sobrevive IU al calvario que arrastra y también como se dirime en la zona templada el pulso entre UPyD y Ciudadanos.

 La extrapolación de los resultados de las europeas de mayo indicaba, que, salvo en Ávila, el PP no obtenía mayoría absoluta en ninguno de los principales ayuntamientos. Y el último barómetro del CIS asigna al PP prácticamente la misma estimación de voto que entonces, alrededor del 27 por ciento. La gran novedad es que Podemos, con cerca del 24, triplica sus resultados, supera en expectativa de voto al PSOE, que cae al 22,2 por ciento, y enguye gran parte del electorado de IU, que pierde casi la mitad de sus votantes en una encuesta realizada antes del desaguisado madrileño que ha supuesto el abandono de Tania Sánchez.

 Sobre el papel, el electorado de izquierda (considerando como parte del mismo a los votantes de Podemos, al margen de la vocación de partido transversal que ahora defienden sus dirigentes) estaría hoy en clara mayoría sobre el de derecha. El PP sería sin duda la fuerza mas votada en la mayoría de los ayuntamientos, pero en casi todos quedaría en minoría y expuesta a la aritmética de eventuales pactos electorales del bloque de la izquierda. He dicho bloque y ahí está el principal problema: la fragmentación con la que la izquierda se dispone a concurrir a las próximas elecciones municipales.

La clave la tiene Podemos, paradójicamente el partido cuya dirección nacional ha decidido no concurrir con su propia “marca” a estas elecciones municipales. A partir de ahí su posición no puede ser mas confusa y desconcertante. Al contrario que en Barcelona o Valencia, donde se ha sumado a Guanyem, en Castilla y León está claro que no está dispuesto a converger en ninguna plataforma con IU. El ejemplo mas palmario ha sido la forma en que ha dado la espalda a una alternativa tan solvente como “Valladolid toma la palabra”, con la que se dispone a competir constituyendo una “una agrupación de electores”, fórmula que además no permite sumar votos con otros municipios para tener representación en la Diputación provincial.

Daniel García, secretario Podemos-Valladolid
Lo de renunciar a la propia “marca” y luego constituir “agrupaciones de electores” no solo es hacerle trampas al solitario. Allá donde hay plataformas electorales que comparten básicamente los mismos objetivos y métodos, es contribuir innecesariamente a la atomización del voto de izquierda. Para eso es más coherente la decisión que ha tomado Podemos-Segovia de permanecer al margen de las municipales y centrarse exclusivamente en las elecciones autonómicas.

Esta errática actitud en el ámbito municipal ya le ha costado a Podemos una escisión en Ponferrada, donde el sector perdedor en la pasada elección del Consejo Ciudadano ha abandonado el partido para crear otro que negocia con IU una candidatura conjunta a las municipales.

Así las cosas, la incógnita Podemos -qué resultados conseguirán las candidaturas que respalde- tiñe de absoluta incertidumbre cualquier pronóstico sobre del futuro mapa municipal. Puede ocurrir desde que el PSOE se vea superado en algunos ayuntamientos por alternativas a su izquierda como que algunas de estas últimas acaben quedándose sin representación en importantes municipios por no alcanzar el 5 por ciento de voto mínimo exigido por la ley electoral. Lo que está claro es que la división del voto de la izquierda es el gran aliado que puede salvar los muebles a muchos alcaldes del PP que, de no ser por esa fragmentación, estarían  sin duda abocados a perder la poltrona.