lunes, 23 de febrero de 2015

Los incorregibles resabios del aparato del PSOE

La precampaña electoral trajo ayer a León a Pedro Sánchez, quien asistió en el campus universitario de Veganzana a la puesta de largo de Luis Tudanca como candidato a la presidencia de la Junta. Pese a que se sospecha que Tudanca apoyó en su momento a Eduardo Madina -quien en Burgos superó claramente a Sánchez- las relaciones entre el secretario autonómico del PSOE y Ferraz han marchado siempre sobre ruedas. La alianza trabada para derrotar a Julio Villarrubia les puso inmediatamente en sintonía.



Luis Tudanca y Pedro Sánchez en León
 En el campus leonés se dio cita la plana mayor de la Ejecutiva Autonómica del PSOE, y por supuesto, no pocos aspirantes a conservar sus puestos o meter la cabeza en las listas municipales y autonómicas que estos días se andan cocinando. Dado que las raciones del guiso han menguado, los codazos para procurarse plaza en el comedor son, si cabe, más descarados que nunca. De modo que el jefe de sala está teniendo que hacer encajes de bolillos para hacer hueco a tanto ilustre y meritorio que reclama su sitio en la mesa.

 Ello explica operaciones a varias bandas tan sorprendentes como la que se ha fraguado en Valladolid, donde la portavoz del grupo socialista en las Cortes, Ana Redondo, anunciaba hace unos días su salto a la política municipal, en la que desembarca como “número dos” de la lista encabezada por Óscar Puente, el candidato a la Alcaldía de Valladolid. Cierto que dicha portavocía está reservada al propio Tudanca, pero se daba por hecho que su actual titular volvería a encabezar la lista autonómica por Valladolid para seguir ocupando un puesto en la dirección del grupo parlamentario. Y sin embargo se supone que ha renunciado a tan importante rango y sueldo para ocupar una concejalía en el ayuntamiento vallisoletano.

 La explicación a tan sorprendente movimiento no ha tardado en llegar: la destinataria de ese apetecido puesto no es otra que la actual diputada y presidenta del PSOE en Castilla y León, Soraya Rodríguez, quien dejará el Congreso de los Diputados para convertirse en la mano derecha de Tudanca en el próximo grupo socialista en las Cortes. Conocido lo cual queda la duda de si Ana Redondo se ha mudado voluntariamente a la lista municipal o en realidad se ha visto desplazada de la autonómica en beneficio de Rodríguez. Duda mas que razonable teniendo en cuenta una tercera ficha de dominó, cual es que el secretario provincial del PSOE, Javier Izquierdo, se perfila como máximo aspirante a ocupar el número uno de la lista al Congreso que dejará vacante la todavía diputada.

Soraya Rodriguez y Javier Izquierdo
 Un cambalache como el anterior no hubiera sido tan sencillo si el PSOE hubiera extendido el sistema de primarias a los candidatos provinciales a las elecciones autonómicas, tal como ha solicitado sin éxito el “sector crítico” del partido en Valladolid. Pero mientras ya hay formaciones, como UPyD e IU, que han elegido mediante primarias sus nueve cabezas de lista a las Cortes, en el PSOE la elección de esos candidatos la sigue manejando el aparato.

 Con su desembarco en las Cortes encabezando la lista por Valladolid, Soraya Rodríguez se erige en la indiscutible “número dos” del PSOE en Castilla y León, si es que de facto no lo era ya desde el pasado congreso autonómico. Hace al caso recordar que por aquel entonces, recién relevada como portavoz socialista en el Congreso, la diputada vallisoletana se anduvo postulando como candidata a la secretaría autonómica frente a Villarrubia, intento que, pese a contar con el respaldo mayoritario de "López y Asociados", no prosperó a causa del veto ejercido por Tino Rodríguez, el secretario provincial de León. Fue tras ese veto cuando se echó a un lado para dejar paso a Tudanca, quien, en justa compensación, accedió a situarla como presidenta del partido en la comunidad.

 Pero su decisión de saltar a la política autonómica ya estaba tomada y de ahí que desde el primer momento se ocupara de dejar muy claro que su función como presidenta no iba a tener el carácter honorífico que el PSOE ha otorgado siempre a esa figura. Su influencia y protagonismo han sido patentes tanto en la trastienda como en el escaparate. Ejemplo de su autoridad interna fue la fulminante destitución del efímero vicesecretario autonómico, Julio César Fernández, episodio en el que mantuvo una postura implacable con la que pasó factura al tal Tino, padrino del defenestrado. Y como gesto externo de esa misma autoridad basta citar su reciente viaje a Zamora en pleno incendio del partido en dicha provincia, si bien es cierto que, en lugar de acudir con ánimo de sofocarlo, fué a respaldar las toneladas de leña echadas al fuego por la dirección del PSOE zamorano.


Luis Tudanca y Chema Jiménez
 El apaño descrito en Valladolid no es el único de similar jaez que se está produciendo en el PSOE de Castilla y León. También es para nota el diseñado en Burgos para recolocar las piezas una vez que Tudanca comparecerá a las autonómicas al frente de la lista autonómica por la provincia. Ocurre que ello le le obliga a desplazar de dicha lista a alguien de su absoluta confianza, el actual procurador David Jurado, a quien de hecho nombró el pasado octubre nuevo portavoz adjunto del grupo parlamentario. Y la solución ha consistido en incluir a Jurado en la candidatura al ayuntamiento como paso previo e imprescindible para asumir la portavocía socialista en la Diputación provincial, actualmente desempeñada por Chema Jiménez, ex secretario provincial del PSOE.

¿Y que pasa con Jiménez?, se preguntarán a estas alturas del relato. Pues que se le reserva (al menos eso le han prometido) un puesto privilegiado en las listas del PSOE burgalés a las próximas elecciones generales, ya sea como número uno al Congreso (el puesto dejado vacante por el propio Tudanca), ya sea como candidato preferente al Senado.

 Todo lo cual pone de manifiesto, si es que alguien todavía lo dudaba, que el relevo generacional en el PSOE no ha pasado de ser un mero cambio de fachada que mantiene intactos los viejos resabios del aparato que tanto han contribuido al descrédito ciudadano del partido.