El pasado 1 de abril, día de su congreso
autonómico, el PP de Castilla y León se conjuró para que la bicefalia no
agudizara la fuerte tensión interna que afloró durante unas primarias en las
que Alfonso Fernández Mañueco se
alzó con una aplastante victoria que dejó con un palmo de narices a Juan Vicente Herrera. Dado el proceloso
mar de fondo existente entre una amplia mayoría del partido y la élite instalada en el
gobierno de la comunidad, el temor no era infundado. Pero por encima del mismo
se imponía el pragmatismo. Ni a Mañueco ni a Herrera les interesaba andar a la
greña, al menos públicamente.
Fracasado en su intento de tutelar su sucesión, el segundo se había resignado a agotar su mandato hasta las elecciones de 2019 y, desprovisto de la presidencia del partido y de la del grupo parlamentario, su única aspiración era la de preservar su autonomía como presidente dela Junta y llegar con su actual gobierno hasta la cita electoral.
Por su parte, Mañueco, virtual candidato a la presidencia de la Junta , decidió que lo urgente era esperar. Esperar pacientemente a que Herrera agote su mandato, evitando discordias internas que en nada beneficiarían a su candidatura. Sobre esas bases se produjo el pacto de no agresión sellado entre ambos presidentes.
Fracasado en su intento de tutelar su sucesión, el segundo se había resignado a agotar su mandato hasta las elecciones de 2019 y, desprovisto de la presidencia del partido y de la del grupo parlamentario, su única aspiración era la de preservar su autonomía como presidente de
Mañueco y Carnero en el congreso del PP de Valladolid |
Un pacto que a su vez ha permitido celebrar
los congresos provinciales del PP sin mayores traumas, incluso donde la
división interna previa no ha impedido la confrontación de dos candidaturas,
como ha ocurrido en Soria, Valladolid y Ávila. O donde, caso de León, se habían
reabierto viejas heridas que en realidad nunca habían cicatrizado.
El hecho es que durante el pasado fin de semana el PP ha despachado 4 congresos provinciales, en los que han sido proclamado otros tantos nuevos presidentes -Carlos García (Ávila), Jesús Julio Carnero (Valladolid), Juan Martínez Majo (León) y Paloma Sanz Jerónimo (Segovia) respaldados todos ellos por más del 90 por ciento de los compromisarios.
El hecho es que durante el pasado fin de semana el PP ha despachado 4 congresos provinciales, en los que han sido proclamado otros tantos nuevos presidentes -Carlos García (Ávila), Jesús Julio Carnero (Valladolid), Juan Martínez Majo (León) y Paloma Sanz Jerónimo (Segovia) respaldados todos ellos por más del 90 por ciento de los compromisarios.
Aunque persistan soterradamente las filias y
las fobias, por otra parte consustanciales a cualquier partido, puede afirmarse
que el PP de Castilla y León es hoy una balsa de aceite. Y nadie ha vuelto a
ver que la bicefalia fuera un problema. Pero este idílico panorama interno se ha
visto sacudido por la tormenta de
corrupción que de un tiempo a esta parte no deja de descargar sobre el gobierno de la comunidad autónoma.
En dicho auto el juez ha hecho suyas las imputaciones
de la fiscal-jefe
de Valladolid, quien en un contundente informe conocido la pasada semana
consideraba al ex consejero Villanueva máximo responsable del turbio proceso
que rodeó el alquiler y compra de la “Perla Negra”, el edificio de la
consejería de Economía sito en Arroyo de la Encomienda. Y
ello ocurría solo unos días después de que, en su comparecencia parlamentaria
sobre la “trama eólica”, el presidente de la Junta , Juan
Vicente Herrera, reiterara su plena confianza en Villanueva, a quién confió
la consejería de Economía entre 2003 y 2015.
Hace una semana considerábamos aquí que las
responsabilidades políticas que pretendía eludir Herrera eran de imposible
escapatoria, por más que esa “corrupción
de personas” (sic) con las que pretendía eludirlas se detuviera en el ex
viceconsejero Rafael Delgado. Pero
la estrategia política de la
Junta de presentar a Delgado como el gran villano y máximo
responsable de las tramas de corrupción concurrentes en la consejería de
Economía ha saltado por los aires. Las gravísimas imputaciones a Villanueva
dejan al desnudo a Herrera, cuyas
responsabilidades podrían ir incluso más allá de lo político si se tiene en
cuenta que en su día reconoció públicamente que había dado su visto bueno a la adquisición
de la “Perla Negra”, avalando tanto el precio como el procedimiento seguido."Ha sido un acierto", dijo literalmente.
Carta del consejero-delegado de Endesa (Ultimo Cero) |
A la vista
de dicha documentación, que contiene cartas y correos electrónicos ciertamente elocuentes, el fiscal ha solicitado a la juez encargada del caso
que se cite a declarar al ex consejero en calidad de investigado, lo que sitúa
a Villanueva en el epicentro de ambas tramas. A mayor abundamiento, dicha
documentación resulta muy comprometedora para dos altos cargos de la Junta en activo: el director
general de la Energía ,
Ricardo González Mantero, citado de
momento en calidad de testigo, y el director general de Calidad y
Sostenibilidad Ambiental, José Manuel
Jiménez Blázquez, este último
investigado a su vez en el caso de la Perla
Negra.
El PP de
Castilla y León tenía un problema. Y no era la bicefalia. Eran y son las tramas
de corrupción investigadas judicialmente, que día a día desmontan el falaz
argumentario con el que Juan Vicente Herrera ha pretendido eludir sus
clamorosas responsabilidades políticas. Y puede que lo peor seguramente esté
por venir.