“Sí, somos idiotas”. Esas fueron las palabras elegidas el pasado martes por el vicepresidente de la Junta, el sinuoso Francisco Igea, en busca de un titular periodístico que desviara la atención sobre la falta de coraje del gobierno de Alfonso Fernández Mañueco para hacer frente a la quinta ola de la pandemia. Una maniobra de distracción dialéctica marca de la casa para encubrir la temeraria pasividad de la Junta, que ha dejado que dicha ola se desbocara en nuestra comunidad -la segunda en tasa de incidencia tras Cataluña- adoptando a regañadientes unas medidas de escaso alcance, muy lejos de las impuestas por otras comunidades mucho menos atacadas por esta quinta ofensiva del virus.
Francisco Igea |
Nada
que ya no conociéramos. Recuérdense las fatídicas consecuencias de la tercera
ola, en la que Castilla y León pagó muy caro el objetivo de “salvar las
Navidades” que se impuso el presidente Mañueco. La desescalada previa y la
laxitud de las medidas para prevenir la contagiosidad durante el periodo
navideño ocasionaron una expansión vertiginosa del virus a lo largo del mes de
enero, en el que la tasa media de incidencia se disparó hasta los 1.400 casos
(más de 2.000 en las provincias de Segovia
y Palencia) y el número de hospitalizados por encima de los 2.400 (más de 300 de ellos
en las UCI), con un saldo letal de entre 30 y 40 muertos diarios. Fue cuando la
Junta, en otro descarado intento de eludir sus propias responsabilidades, se
sacó de la manga el “creativo” adelanto en dos horas del toque de queda, luego
tumbado con estrépito por el Tribunal Supremo.
Con estos
antecedentes, y difundidos unos sondeos según los cuales una mayoría de
castellanos y leoneses aprueban su gestión frente a la pandemia, el gobierno
Mañueco ha decidido tomarse esta quinta ola a beneficio de inventario. Buena
gana de correr el coste político derivado de cualquier restricción si la
mayoría de los ciudadanos nos otorgan una patente de corso para que hagamos lo
que nos dé la gana o para que no hagamos nada. Esa es la reflexión del presidente
de la Junta, quien a causa de esos mismos sondeos, se siente muy crecido frente
a su vicepresidente, obligado a comer en su mano si pretende, como pretende,
seguir en la pomada política.
La consejera Casado visitando un hospital |
Pues
bien, el jueves 8, con una incidencia ya en torno a los 300 casos, el Consejo
de Gobierno de la Junta ignora olímpicamente las dos opciones propuestas desde
el Comité de Expertos, limitándose a adelantar el cierre nocturno a las dos de
la madrugada, a prohibir las pistas de baile y a reducir aforos en este tipo de
establecimientos. O sea, nada en dos platos. Y a diferencia de otras
comunidades autónomas, como Cataluña, la Comunidad Valenciana y Cantabria
(estas dos últimas con mucha menor incidencia que Castilla y León), que se
aprestaban a aplicar toques de queda restringidos a las localidades en
situación más crítica, el gobierno Mañueco se mantenía de brazos cruzados mientras
el índice de contagiosidad se desbocaba.
El
jueves 15, con la Incidencia por encima de los 800 casos, el Consejo de
Gobierno descarta el toque de queda en la comunidad amparándose en un oportuno
informe de los Servicios Jurídicos de la Junta, que, basándose en supuestos que
no hacían al caso concreto, presumía que el TSJ no avalaría ese toque de queda
restringido. Pero además de cerrarse a esa posibilidad -autorizada ya por los
tribunales superiores de las mencionadas comunidades- la Junta no adoptaba otra
medida que la de constituir un nuevo grupo de trabajo con el que ha terminado
de ningunear al comité de los sedicentes y paniaguados “expertos” a los que ha
venido instrumentando de la forma más grosera. Un supuesto grupo de trabajo
cuya composición se niega además a revelar.
Alfonso Fernández Mañueco |
Y
encima hay que soportar la impostura de Igea cuando dice que “somos idiotas” o afirma
que “no se puede criminalizar a nadie por
tener 19 años” (lo dice el mismo que el pasado 5 de febrero, en relación con
los jóvenes reunidos en una plaza vallisoletana, colgó un “tuit” afirmando que “la UCI de Burgos aún tiene sitio para
ellos”. Mañueco lo tiene muy claro e Igea y Casado tragan con ello: Mientras no se colapsen las UCI ya puede subir
la incidencia que, más allá de algunas medidas de baja intensidad con las que se
simula que se hace algo, la Junta no adoptará restricciones que conlleven
desgaste político. Y en las UCI permanecen ingresadas estos días 65 personas, menos de una cuarta parte de las que hubo el pasado mes de enero. A fin de cuentas,
entre 11.100 y 11.200 muertos no es tanta la diferencia estadística.
Ya lo dijo el propio Mañueco el pasado mes de
abril entrevistado en “El Mundo” por la periodista Lucía Méndez: “Las olas van y
vienen, suben y bajan...” Conforme a
lo cual, emulando a don Tancredo, la Junta se ha limitado a contemplar cómo pasa la
quinta ola. Y si viene la sexta, ya pasará.
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