lunes, 18 de abril de 2022

Mañueco, orgulloso del “piso piloto” diseñado por Abascal

 Al presidente de la Junta no le perturba que desde el equipo de Feijóo se considere a Vox “un partido en muchos casos al margen de la Constitución”

A punto de echar a rodar el gobierno autonómico resultante de lo que la oposición ha calificado como “pacto de la infamia”, las propuestas presentadas por Alfonso Fernández Mañueco durante el debate de investidura distan mucho de constituir un verdadero programa de actuación sobre los problemas estructurales que aquejan a Castilla y León.

En ese deslavazado conjunto de propuestas no falta, eso sí, ni una sola de las prioridades ideológicas impuestas por Vox, que han ido más allá del Acuerdo de Legislatura del 10 de marzo, en el que no figuraba ninguna normativa en materia de Concordia, que va ser además la primera en tramitarse (antes del 30 de junio) y que se llevará por delante el decreto sobre Memoria Histórica Democrática aprobado en 2018 durante el mandato de Juan Vicente Herrera.

Con Santiago Abascal presente en la tribuna de invitados de las Cortes, Fernández Mañueco hizo suyas sin el menor complejo todas las imposiciones de la extrema derecha, con el engendro de la Ley de Violencia Intrafamiliar a la cabeza. Y además de eso priorizaba las propuestas del PP más afines a su socio, condenando al baúl de los recuerdos aquellas otras que sabe que no son de su agrado. La complacencia del presidente llegaba a incluir dentro de una anunciada “revolución fiscal” la bonificación del 95 por ciento de las licencias de caza y pesca, incluida la tasa especifica aplicada a los galgos. Que en un debate de investidura el presidente mencione expresamente la bonificación de la tasa referente a los galgos da idea del nuevo orden de valores que rige en esta nueva etapa.

Naturalmente, Mañueco tenía buen cuidado de no mencionar ni por asomo la Agenda 2030 de Naciones Unidas, que, anatemizada por Vox, aparece en el programa electoral del PP como guía del desarrollo sostenible. Pero más graves son las omisiones y falta de compromisos sobre algunos de los principales problemas que aquejan a la comunidad, singularmente el del desplome demográfico, que, tal como ha propuesto “Soria ¡YA!”, inequívoca autoridad en la materia, exigiría un gran pacto de comunidad.

Regreso al “rodillo” parlamentario

El sesgo excluyente que imprime Vox en el nuevo gobierno imposibilita cualquier “pacto de comunidad”. No lo habrá sobre Despoblación como no lo habrá sobre la reforma de la Sanidad Pública, la Ordenación del Territorio o la propia financiación autonómica. Mañueco es consciente que su alianza con Vox ha roto todos los puentes y que las iniciativas de la oposición serán sistemáticamente aplastadas por el “rodillo” de los 44 procuradores constituidos en mayoría parlamentaria.

De entrada, el nuevo gobierno no tiene más hoja de ruta que la de esas nuevas Leyes impuestas por Vox con fecha de tramitación y el Plan Anticrisis por importe de 400 millones de euros con el que se pretenden paliar los estragos sufridos por los sectores más directamente afectados por los costes energéticos, los problemas con los suministros y la invasión de Ucrania, que han disparado el IPC en esta comunidad hasta el 11 por ciento. Lo demás serán medidas puramente electoralistas -como esa inconcreta reducción en el IRPF que en todo caso no será de aplicación hasta la declaración a presentar en 2023 coincidiendo con las elecciones municipales- o parches para ir tirando, entre otras cosas porque la Junta sigue constreñida por unos Presupuestos prorrogados y no dispondrá de otros como pronto hasta el mes de julio (si es que no decide mantener la prórroga hasta final de año).

Lo inaudito de todo es la pasmosa naturalidad con la que Fernández Mañueco se ha declarado “orgulloso” de presidir un gobierno del que forma parte “un partido en muchos casos al margen de la Constitución”, tal como ha admitido Carmen Navarro, vicesecretaria de Políticas Sociales en el equipo de dirección del que se ha rodeado Alberto Núñez Feijóo. Una ultraderecha que además alardea de tener como objetivo fundacional la supresión del Estado de las Autonomías, como se afana en subrayar el próximo vicepresidente, Juan García-Gallardo.

Con su “gatillazo” electoral del 13-F, Mañueco ha sustituido sin ningún pudor democrático a Ciudadanos por Vox. Y además se ha permitido afirmar que el cambio mejora la “calidad democrática”. Que ya hace falta desahogo para afirmar tal cosa cuando el socio de gobierno pertenece al mismo club que Le Pen, Orban o Salvini. Quiero pensar que el presidente de la Junta no se ha tomado la molestia de leerse el libro “Vox S.A. El negocio del patriotismo”, en el que el periodista Miguel González radiografía los postulados y la trayectoria de su nuevo socio.

Mientras que para Mañueco su único objetivo era, es y será mantenerse en el Poder a cualquier precio, para Abascal es el primer paso de una apuesta de gran recorrido. Al calificar el nuevo gobierno de Castilla y León como un “piso piloto”, pretende demostrar que PP y Vox pueden gobernar juntos sin que tiemblen los cimientos de la democracia española. Por ello, una vez estampado su sello ideológico sobre el portal del inmueble, lo presumible es que Vox trate de contener sus pulsiones más extremistas y gestione sus competencias tratando de evitar una crispación social que no conviene a su estrategia de blanqueo.

No en vano el siguiente objetivo será que el “piso piloto” lo encuentre habitable Moreno Bonilla si, tras las elecciones andaluzas, necesita a Vox para seguir gobernando. Y si la cohabitación en ambas comunidades resulta pacífica, tras las elecciones municipales y autonómicas de mayo del 23, la fórmula se extendería a varias otras comunidades y numerosos ayuntamientos y Diputaciones provinciales. Hasta que en las siguientes elecciones generales Feijóo y Abascal sumen los escaños necesarios para desalojar a Pedro Sánchez y ello resulte ya lo más natural del mundo. Ese es el objetivo último que persigue Abascal a partir del “piso piloto”.

Al inhibirse sobre el pacto en Castilla y León, en realidad Feijóo ha dejado que Mañueco empiece a desbrozar su camino hacia La Moncloa. Si realmente hubiera estado en contra del pactar con Vox, habría seguido el ejemplo de Ángela Merkel en el land de Turingia, donde en 2020 rompió la alianza de su partido con la ultraderechista “Alianza por Alemania”, forzando la convocatoria de nuevas elecciones.

Mañueco y sus siete magníficos

Conocidos los tres consejeros proclamados por Vox, los siete del PP actualmente en funciones son candidatos a formar parte del nuevo gobierno, en el que desaparece la “igeniana” consejería de Transparencia, la mayor parte de cuyas funciones se integran en la de Presidencia. Sin embargo, el número de consejerías se mantiene en 10 (el máximo que permite la vigente Ley de Gobierno) al desdoblarse nuevamente en dos las de Fomento y Medio Ambiente. El hasta ahora titular de Agricultura, Jesús Julio Carnero, sería el candidato idóneo para hacerse cargo de la ahora llamada consejería de Fomento, Movilidad y Transformación Digital, en tanto que Juan Carlos Suárez-Quiñones se quedaría con Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación Territorial. El resto optan a seguir en las mismas consejerías, salvo que Mañueco decida maquillar la disminuida cuota femenina -Isabel Blanco y Rocío Lucas- incorporando a una tercera mujer, o introduzca una cuota abulense que refuerce al PP provincial frente a los indómitos escindidos de “Por Ávila”.

Lo que no tiene precedentes ni en esta ni en ninguna otra comunidad autónoma es la existencia de un vicepresidente sin cartera, que, careciendo de funciones ejecutivas, está llamado a ser una especie de convidado de piedra matando el tiempo en el Colegio de la Asunción, donde cierta leyenda urbana refiere que en tiempos pululó un fantasma.

Hasta Isabel Díaz Ayuso, poco sospechosa de animadversión hacia Vox, ha mostrado su extrañeza ante el ocioso cargo habilitado en beneficio de quien proclamaba entre sus objetivos la eliminación del gasto político superfluo, a propósito del cual García-Gallardo bien pudiera aplicarse la famosa rima de Gustavo Adolfo Bécquer: “¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú…”

(Publicado en elDiario.es Castilla y León)