Conminado por Abascal, Mañueco se pliega a nuevas exigencias de la ultraderecha mantenidas en secreto, al tiempo que Feijóo excluye al PP CyL de la cúpula del partido con despacho en Génova.
Hace dos semanas nos preguntábamos aquí hasta
dónde llegarían las renuncias y concesiones del Partido Popular tras asociarse
con Vox para gobernar juntos en Castilla y León. La pregunta es ahora aún más
pertinente que entonces después de que el presidente de las Cortes, Carlos Pollán, siguiendo las
instrucciones de Santiago Abascal,
haya tenido aparcado el proceso de investidura de Alfonso Fernández Mañueco el tiempo necesario para que Vox
doblegara al PP obligándole a aceptar nuevas exigencias que no figuraban el
“Acuerdo de Legislatura” firmado por ambos partidos el pasado 10 de marzo.
Tras designar candidato a Fernández Mañueco,
el propio Pollán señaló las fechas del 25 o el 29 de marzo para celebrar la
correspondiente sesión de investidura. Era lo razonable cuando el único trámite
previo consistía en reunir a la Mesa y a la Junta de Portavoces de las Cortes
para convocar el pleno.
Sin embargo, el calendario siguió corriendo
sin que el presidente de las Cortes diera cumplimiento a ese trámite, demorando
con ello no solo la investidura y la formación del nuevo gobierno, sino también
el propio funcionamiento del Parlamento Autonómico, que a fecha de hoy ni
siquiera tiene definitivamente constituidos los grupos parlamentarios.
Preguntado días después por la causa de dicha
demora, Pollán afirmó que estaba “a la espera de que Vox y el PP le comuniquen
que han cerrado el acuerdo”. De esa forma el presidente de las Cortes
confirmaba que ambos partidos estaban renegociando el “Acuerdo de Legislatura”
firmado el 10 de marzo, un documento que Abascal consideraba insuficiente para
apoyar la investidura de Fernández Mañueco.
Gracias a la injustificable
demora perpetrada por el presidente de la Cámara, el líder nacional de la
extrema derecha abordaba simultáneamente dos objetivos. Uno de ellos, ya
conseguido, era el de que la investidura y formación del primer gobierno PP-Vox
se produjera después del congreso nacional del PP, de forma que Alberto Núñez Feijóo no pudiera
desvincularse del mismo. Por más que haya querido ponerse de perfil ante un
pacto que chirría con su discurso “moderado y centrista”, Núñez Feijóo empaña
su recién estrenado liderazgo avalando el primer pacto del PP con la
ultraderecha en una comunidad autónoma.
Ampliación secreta del acuerdo de 10 de marzo
El otro objetivo de Abascal era el de imponer
al PP nuevas condiciones y exigencias, tanto en lo referente al reparto de
poder entre ambas partes como a determinados aspectos programáticos de fuerte
contenido ideológico, tales como los referentes a la Violencia de Género, la
Memoria Histórica, la “emigración ordenada” o el “adoctrinamiento ideológico”.
Dicha renegociación se ha mantenido con total
hermetismo y opacidad, sin hacer público su resultado, lo que supone hurtar a
la ciudadanía y las propias Cortes el contenido completo del acuerdo global
alcanzado entre los socios de gobierno. Y todo apunta a que Mañueco no lo
desvelará durante el debate de investidura, manteniendo en secreto la “agenda
oculta” que finalmente le permitirá ser reelegido presidente con el apoyo del
Vox.
Por ser de obligada publicación en el Bocyl,
sabremos más pronto que tarde como queda la nueva estructura de la Junta y el
organigrama completo de funciones y competencias, y en concreto las atribuidas
a la vicepresidencia asignada a Juan
García Gallardo, quien reclamaba para sí la presidencia de la comisión de
secretarios generales y la dirección de comunicación (adscrita en la anterior
Legislatura al propio presidente).
Y es posible que el debate de investidura
permita conocer si el PP ha tragado con algunas exigencias que no figuraban en
el acuerdo inicial, tales como la derogación expresa de la Ley de Violencia de
Género o la del decreto sobre Memoria Histórica. Pero habrá diversos acuerdos
que no se desvelarán en el hemiciclo precisamente por formar parte de la
“agenda oculta” pactada durante esta renegociación. Por poner algún ejemplo,
desde ámbitos sanitarios se teme el bloqueo de la Ley Orgánica de la Eutanasia,
que viene aplicándose desde el pasado año a través de la Comisión de Garantía y
Evaluación dependiente del Sacyl. Y también se prevén mayores dificultades aún
para ejercer el derecho al aborto.
Por si no fuera suficiente esta especie de
“extorsión” política aplicada por Vox al PP, el partido de Abascal se permitía,
sin haber cerrado la nueva negociación ni estar convocada la sesión de
investidura, dar a conocer oficialmente los nombres de quienes ocuparán las
consejerías de Agricultura, Industria y Empleo y Cultura. Otra humillación
infligida al futuro presidente, quién, con el Estatuto de Autonomía (art.28) en
la mano es el único facultado para nombrar o separar a los consejeros de la
Junta. Los partidos del gobierno pueden proponer los nombres que tengan por
oportunos, pero el nombramiento de todos los consejeros es de exclusiva
competencia del presidente. Y en la práctica Vox no los ha propuesto, los ha
designado como si tuviera facultad para ello.
Si Mañueco no estuviera atrapado entre las
garras de Abascal, estaría en su derecho de vetar a alguno de los “consejeros”
proclamados por Vox, pero no será el caso. Ni siquiera al catedrático Gonzalo Santonja, un sinuoso personaje
que ha recalado en la órbita de Vox al término de una trayectoria política que
en los años 80 (consta que al menos hasta las elecciones europeas de 1987)
estuvo ligada a Herri Batasuna. Santonja llega al cargo de la mano de su amigo Fernando Sánchez Drago, consejero
áulico y biógrafo oficial de Abascal.
Mañueco, que ha mantenido un
silencio sepulcral durante la “extorsión” a la que le ha sometido su socio de
gobierno, aseguraba en el congreso de Sevilla que en su nuevo gobierno “van a
regir los principios, valores y políticas del PP”. Tal afirmación que no se
compadece con la realidad de que ha sido Vox quien ha impuesto el sello
dominante y ha marcado en todo momento la pauta a una coalición que convierte
al presidente de la Junta en rehén político de Abascal, el primo de Zumosol que
va a controlar desde Madrid hasta el último movimiento en la Junta.
Mañueco,
castigado sin cuota en el nuevo Consejo de Dirección
Tras el cónclave sevillano, se daba por hecho
de que el PP de Castilla y León dispondría de cuota en el nuevo Consejo de
Dirección del PP, la cúpula (secretario general, coordinador y vicesecretarios)
que dirige con el presidente el día a día del partido en Génova. Y el chasco ha
sido morrocotudo.
Mañueco aspiraba a colocar en una de las
vicesecretarias al portavoz del grupo popular en las Cortes, Raúl de la Hoz. Y tan seguro estaba de
ello que ya había decidido reemplazarle con Ángel Ibáñez, para encomendar la consejería de Presidencia a Jesús Julio Carnero, obligado a ceder
la de Agricultura a Gerardo Dueñas,
el elegido por Vox para hacerse cargo de la misma.
Pero el PP de Castilla y León no ha obtenido
plaza en el Consejo de Dirección, acaparado casi en su totalidad por andaluces
y gallegos. Feijóo ha mostrado así su enorme cabreo con Mañueco, y no tanto por
el pacto en sí con Vox como por la inmensa torpeza con la que lo ha venido
negociando.
Y no ha quedado ahí el ninguneo de Feijóo, ya
que, de los tres vocales de Castilla y León en el nuevo comité ejecutivo
nacional, tan solo uno, la presidenta provincial del PP de Segovia, Paloma Sanz, es de la confianza de
Mañueco. Los otros dos son su antiguo contrincante en las primarias, Antonio Silván, que ya estaba con
Casado, y la ex consejera Pilar del Olmo,
jefa del grupo popular en el ayuntamiento vallisoletano. Tras la designación de
esta última, que estaba prácticamente desahuciada para repetir como candidata a
la Alcaldía, se adivina a distancia la mano del ex presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, que ya apadrinó
su salto a la política municipal.
Para desgracia de Mañueco,
Herrera mantiene intacta su estrecha relación personal con Feijóo. El ex
presidente de la Junta, hoy apesebrado en el Consejo Consultivo, se incorporará
con toda seguridad a ese comité asesor de notables del partido del que piensa
rodearse el nuevo presidente nacional del PP.
(Publicado en elDiario.es Castilla y León