Que
durante los pasados 24 años de mayoría absoluta, el PP de Castilla y León ha
gobernado la Junta con la mentalidad del que administra su propio cortijo es algo
que no ofrece mucha discusión. Y si, después de perder esa mayoría, algún
ingenuo se había creído el acto de contrición y propósito de enmienda de Juan
Vicente Herrera, los hechos han demostrado en muy poco tiempo que esa
mentalidad no solo persiste, sino que ha alcanzado nuevas cotas que parecían
inimaginables.
viernes, 24 de julio de 2015
martes, 7 de julio de 2015
Un gobierno improvisado y de incierto recorrido
Resignado a quedarse -ya veremos cuanto
tiempo-, Juan Vicente Herrera se ha
visto obligado a improvisar sobre la marcha un nuevo gobierno que le permita ir
tirando a la espera de lo que deparen las próximas elecciones generales. En la
perspectiva de ceder el testigo mas pronto que tarde, estaba obligado a señalar
sus preferencias sobre la sucesión. Y lo ha hecho nombrando vicepresidenta
única de la Junta
a la que fuera su primera consejera de Familia, Rosa Valdeón, su primera y única apuesta en la línea sucesoria.
Hasta ahí ha seguido el plan trazado antes del 24 de mayo.
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