A la espera de que se despeje el intrincado
horizonte postelectoral, lo cual puede ir todavía para largo, Castilla y León
inicia el nuevo año político en medio de una calma chica compartida por todos
los partidos, más atentos que nunca a lo que ocurra en Madrid. No en vano, se
resuelva como se resuelva la encrucijada -gobierno de uno u otro signo o repetición
de las elecciones- el desenlace va a tener repercusiones internas en todo el
espectro político.
Una vez más, Juan Vicente Herrera ha sido el único presidente de comunidad que
se ha abstenido de emitir un mensaje de fin de año. En esta ocasión, ni
siquiera ha concedido la habitual declaración a la agencia Europa Press, con la
que de alguna manera venía supliendo esa ausencia. Desde su relajada comparecencia
en la noche del 20-D, no hemos vuelto a saber nada del presidente de la Junta , quién hasta el mes de
febrero -en enero no hay sesiones plenarias- no tiene cita en las Cortes.
Juan Vicente Herrera y Luis Fuentes |
Herrera y su gobierno recibieron como regalo
de Navidad la aprobación de los Presupuestos de la Junta para 2016, que se han
publicado en el BOCYL del 31 de diciembre prácticamente como llegaron al
registro del “mausoleo” el pasado 15 de octubre. De hecho, las enmiendas
admitidas a cambio de la abstención de Ciudadanos y UPL ni siquiera alcanzan en
conjunto los 9 millones de euros, es decir, menos del uno por mil de los 9843
millones en los que la consejera de Economía y Hacienda, Pilar del Olmo, ha
cuadrado las nuevas cuentas de la comunidad.
En realidad, ese regalo navideño, cuya entrega
se escenificó el día de la lotería, estaba concedido desde el mes de
septiembre, cuando la Junta ,
gracias a la abstención de Ciudadanos, sacó adelante el llamado techo de gasto.
La dádiva se ratificó después en noviembre con la consabida abstención del
mismo grupo ante las enmiendas a la totalidad presentadas por la verdadera
oposición (PSOE, Podemos e IU). El resto, las enmiendas parciales de
Ciudadanos, ha sido una pura pantomima
pésimamente representada por su insolvente portavoz, Luis Fuentes, quién, para mayor inri, ha permitido que el único
procurador leonesista les comiera la tostada de ser el que rentabilizara políticamente
las enmiendas presupuestarias.
Sabedor que era otra vez coser y contar, a Juan Vicente Herrera no le han quitado
ni un minuto de sueño los Presupuestos de la Junta. Tampoco se lo quita nada
relacionado con su anodino gobierno, que en estos meses ha sufrido más de un
percance, alguno de la gravedad y dimensión de la suspensión de las oposiciones
a Enfermería (que han dejado más que tocado al otrora sobrado consejero de
Sanidad, Antonio Sáez).
Mariano Rajoy con Martínez Maillo en Benavente |
Desde el día y hora en que decidió no consumar
la espantada con la que amenazó tras las elecciones de mayo, lo que de verdad le quita el
sueño a Herrera es el próximo congreso autonómico del PP de Castilla y León, a
convocar tras el congreso nacional pendiente de celebrar. El motivo es obvio:
Después de trece años al frente del partido en la comunidad, en ese congreso
autonómico no puede presentarse a una nueva reelección como presidente del PP
de Castilla y León. Y con su relevo en la presidencia del partido se dirime al
tiempo su futura sucesión la
Junta.
Si dicho relevo se hubiera producido en el
anterior congreso, el celebrado en Ávila en mayo de 2012, Herrera hubiera
tenido indiscutida autoridad para imponer sin ningún problema a su heredero/a en el
partido y eventual sucesor/a en el colegio de la Asunción. Pero
ahora la situación es radicalmente diferente. No cuenta con el respaldo de la
actual dirección nacional del PP -el propio Mariano Rajoy ya le dejó claro durante su amago de espantada que al
sucesor en la Junta
lo designa Génova-, ni tampoco con el apoyo de la mayor parte de los
presidentes provinciales, que a estas alturas ya no admiten que el todavía
presidente autonómico del partido decida por su cuenta quien le sucede en el
cargo.
Este es el peliagudo problema que tiene en
ascuas a Herrera: Si Rajoy y la actual dirección de Génova -en especial el
vicesecretario de Organización, el zamorano Fernando Martínez Maillo- sobreviven al próximo congreso nacional,
el actual presidente autonómico afrontará en minoría el posterior congreso del
PP de Castilla y León. Naturalmente, la situación daría un vuelco si Rajoy se
ve desalojado de La Moncloa
y en el congreso nacional se abre paso una renovación que se lleve por delante
a Cospedal, Maillo y compañía. Y no
digamos si el sucesor es Alberto Núñez
Feijóo, por el que Herrera nunca ha ocultado sus preferencias.
Pedro Sánchez y Luis Tudanca |
Así las
cosas, el presidente de la Junta
habrá de esperar impaciente la salida del laberinto político al que ha
conducido las elecciones del 20-D- Impaciente y preocupado, no tanto por la
estabilidad y gestión de su actual gobierno, como por la deriva que puedan
tomar las dos comisiones parlamentarias de investigación abiertas en las
Cortes.
Quienes conocen mínimamente la pasada gestión dela Junta piensan que en ambas
comisiones, la referente a la “trama eólica” y la del escandaloso sobrecoste
del Hospital de Burgos, la oposición puede tener sólidos argumentos para exigir
la comparecencia de quien presidía el gobierno de la comunidad en el momento de
perpetrarse los hechos a investigar. Obviamente, el PP se negaría a dicha
comparecencia, pero dicha negativa no haría otra cosa que acentuar la
responsabilidad política de Herrera en relación con ambos casos.
Quienes conocen mínimamente la pasada gestión de
Y otro que lógicamente no puede sustraerse al
polvorín en que se ha convertido su partido, es el secretario autonómico del
PSOE, Luis Tudanca, quien está
haciendo lo imposible por no significarse en la guerra declarada por Susana Díaz a Pedro Sánchez. Pero si no cesan las hostilidades, que no parece, Tudanca no podrá
mantener por mucho tiempo su supuesta “neutralidad” y tendrá que retratarse. Ya
sea en el congreso federal que reclaman sin dilación los barones alineados con la presidenta
andaluza, ya sea en las primarias para designar al candidato/a socialista a la
presidencia de Gobierno en el caso, cada vez más probable, de que la situación
desemboque en la convocatoria de nuevas elecciones generales.