“Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”. La célebre
frase de Groucho Marx se ha
recordado hasta la saciedad estos días con ocasión del pacto suscrito entre el
PSOE y Ciudadanos, insuficiente soporte con el que Pedro Sánchez se somete esta semana a una investidura condenada de
antemano al fracaso.
Pedro Sánchez y Albert Rivera |
Va de suyo que en
cualquier negociación nadie enseñe las cartas al comenzar la partida, pero de
eso a dedicarse a jugar al más absoluto de los despistes, media una diferencia.
Y Sánchez ha despistado a todos, incluidos los cuadros y militantes de su
propio partido, que le creyeron dispuesto a intentar el pacto con Podemos. En
esa dirección había ido el guiño de su viaje a Portugal y, sobre todo, el
conejo que se sacó de la chistera (se dijo que idea de Luis Tudanca) de consultar cualquier pacto a la militancia, lo que
se interpretó como una jugada maestra para desactivar el veto del gran pope (Felipe González) y del grupo de
influyentes barones territoriales que, con Susana
Díaz a la cabeza, no estaban ni están dispuestos a tolerar que el PSOE
comparta gobierno con Podemos.
¿Quién iba a pensar entonces que esa hábil jugada iba a
servir un mes después para consultar a la militancia socialista sobre un
inoperante pacto con Ciudadanos, el partido considerado por Sánchez como “las
Nuevas Generaciones del PP”, la misma derecha solo que con un líder atildado y sin
el pesado lastre de la corrupción? Bien es verdad que ya se ha cuidado mucho Ferraz,
rememorando el referéndum sobre la
OTAN , de formular una pregunta engañosa que le ha permitido
salvar el trámite de aquella manera.
Mariano Rajoy y Felipe VI |
En realidad, da igual. El acuerdo, firmado con impostada solemnidad, será papel mojado dentro de una semana. El propio Albert Rivera ha advertido de que, si
fracasa la investidura de Sánchez, Ciudadanos dará por concluido su compromiso
con el PSOE. De hecho, ni siquiera ha esperado a ello para empezar a pedir
perdón al PP y solicitar cita con Mariano
Rajoy para volver a la casilla de salida. Ya veremos con que principios.
Por su parte, a
Sánchez se le habrá acabado el protagonismo disfrutado durante el último mes y
dejará de ser el centro de la atención mediática. En su mochila cargará para
los restos con la definición del PSOE como un partido de “centro-izquierda” y con
las nuevas ampollas internas que ha producido en el seno de su partido su sobrevenido apoyo a la supresión de las Diputaciones, 18 de las cuales tienen actualmente presidente socialista.
Concentración del PP en Morales del Vino (Zamora) |
En 2011 Alfredo Pérez Rubalcaba llevó en el programa socialista su desaparición, se supone que redistribuyendo los servicios que prestan entre
Lo de reformarlas pasaría en primer lugar por su democratización, mediante una elección directa de sus miembros que erradique las prácticas caciquiles y clientelares que las caracterizan. Y, en paralelo, por una redefinición de sus competencias que elimine duplicidades y adapte sus funciones exclusivamente a las necesidades que no pueden cubrir por sí mismos los municipios. Hasta que de repente Sánchez, que no llevaba nada concreto en su programa, abraza sin más la supresión propugnada por Ciudadanos.
Era de prever que al PP, especialmente el de Castilla y León,
le faltaría tiempo para rasgarse las vestiduras y lanzar una campaña
-especialmente dirigida contra el partido de Albert Rivera- identificando
Diputaciones y defensa del mundo rural. Y ahí ha estado el fin de semana el ex
presidente de la de Zamora y vicesecretario nacional de Organización del PP, Fernando Martínez Maillo, a la cabeza
de la concentración celebrada en Morales del Vino, municipio gobernado por
Ciudadanos. Toda una sobreactuación, habida cuenta de que las Diputaciones en ningún caso se podrán suprimir mientras el PP disponga de la llave para poder tocar una sola coma de la sacrosanta Constitución.
Pablo Iglesias |
Rajoy es un zombi
político y en su partido empiezan a ser muchos los que esperan que dé un paso
atrás que permita al PP jugar con otro candidato la baza de presidir un
gobierno de “gran coalición”, ello, claro está, después de unas nuevas elecciones en las que la correlación no
cambiaría sustancialmente. Y Pablo
Iglesias, quien con su irreprimida arrogancia ha proporcionado a Sánchez la coartada
que necesitaba, podrá suavizar el tono y flexibilizar todo lo que quiera sus exigencias,
pero sospecho que le va a dar lo mismo: Si algo ha quedado claro en todo este
juego de tahúres es que la única línea roja que el PSOE no va a traspasar, ni
ahora ni después del 26 de junio, es la de compartir Consejo de Ministros con
Podemos.
“Estoy hasta los cojones
de todos nosotros”,
exclamó no hace mucho Cayo Lara ante la jaula de grillos (símil
aplicado en su día por Santiago Carrillo
a la UCD ) en la que
se había convertido IU. La expresión no era original. Es literalmente la misma
que profirió el primero de los cuatro efímeros presidentes que se sucedieron al frente
de la I República, Estanislao
Figueras, antes de subirse a un tren con destino a a París, abandonando España y el cargo sin molestarse ni en presentar la dimisión. Ahora, por el camino que vamos, no va a ser ningún político, sino muchos los españoles que empiecen a estar hasta más allá de sus respectivos
genitales de tanto tahúr y aprendiz de brujo como nos rodea.