El arranque de la anodina campaña electoral en
Castilla y León se ha visto sacudida por el sondeo electoral del CIS, que, en
contra de la impresión generalizada, contempla un posible baile de diputados en
cinco de las nueve provincias de la comunidad.
Dicha posibilidad no entraba en ningún
cálculo, ni siquiera en el del Partido Popular, que ha diseñado su hoja de ruta
electoral dando prioridad a una docena de circunscripciones en las que el
último escaño asignado el pasado de diciembre podía estar ahora en juego por un
puñado de votos. Ese mapa sombreado en la sede de Génova excluía por completo a
Castilla y León, donde el PP daba por hecho que iba a repetir tal cual los 17
escaños, ni uno más ni uno menos, de las anteriores elecciones. La prueba de
ello es que Mariano Rajoy, tras sus
visitas durante la precampaña a Burgos y Salamanca, no ha incluido esta
comunidad en su periplo electoral.
Rocío Blanco |
Palencia
fue una de las cabeceras de lista -la única en Castilla y León- cedida por
Podemos a IU con supuestas posibilidades de obtener un escaño. Para ello no
bastarían los resultados de diciembre, en los que el PP obtuvo el 40,34, el
PSOE el 24,56 y la suma de las candidaturas lideradas por Pablo Iglesias y Alberto Garzón
se quedó en un 17,90. Descartado el “sorpasso”, Unidos Podemos tendría que
alcanzar el porcentaje suficiente para no ser duplicado por el PP, que a su vez
espera arañar parte del 14,16 por ciento que sumó entonces Ciudadanos. En apoyo
de este objetivo acude hoy Garzón a Palencia en apoyo de la candidatura que
encabeza la ex concejal de IU y abogada laboralista Rocío
Blanco.
Pablo Casado |
Lo que resulta más inverosímil es lo que
augura el CIS en las provincias de Ávila y Soria, donde según el sondeo el PP
acapararía todos los diputados -tres y dos, respectivamente- a elegir en ambas
circunscripciones. Para que tal
vaticinio se cumpliera en Ávila, el PP, que en diciembre alcanzó un porcentaje
del 46,24, tendría que triplicar en votos a todos los demás partidos en liza,
algo que parece ciertamente difícil de lograr en el caso del PSOE, que en
diciembre rozó el 20 por ciento. Tendría que producirse todo un desplome de
Ciudadanos (15,65), y además en beneficio casi exclusivo de la candidatura que
encabeza Pablo Casado.
Y todavía más difícil de creer resulta lo de
Soria, donde en diciembre el PP obtuvo el 38,66 por ciento y el PSOE el 23,82.
Que el primero duplique seis meses después al segundo requiere un fuerte
reajuste electoral especialmente impensable en una provincia en la que los
socialistas gobiernan tanto el ayuntamiento de la capital como la Diputación
provincial. Estos pronósticos del CIS sobre Ávila y Soria ya figuraron y
resultaron completamente fallidos en su sondeo electoral de diciembre.
Jorge Lago |
La quinta provincia en la que el CIS apunta un
posible trasvase de diputado es Salamanca, donde el 20-D el PP (42,74 por
ciento) sumó dos diputados, el PSOE (21,75) uno y Ciudadanos se asignó el
cuarto y último de la circunscripción con el 16,85 por ciento de los votos. Los
votos sumados entonces por Podemos e IU alcanzaron el 15,59 por ciento, lo que
deja abierta la posibilidad de que dicho escaño cambie de destino el 26 de
junio.
Curiosamente, son dos cuneros, el vallisoletano Pablo Yáñez (C´s), y el madrileño Jorge Lago (Unidos Podemos) quienes se disputan ese cuarto escaño
salmantino. Mientras el primero ya encabezó la lista en diciembre y aspira a
ser reelegido, no se comprende cómo Podemos no ha presentado, tal como había
anunciado, un candidato con arraigo y prestigio en la sociedad salmantina, lo
que sin duda habría impulsado notablemente sus posibilidades.
Para Ciudadanos la pérdida del diputado por
Salamanca supondría toda una debacle, ya que vería reducida su representación a
un escaño por Valladolid -el único que se
da por seguro-, ya que la reducción de 5 a 4 del número de diputados a elegir
por León le deja irremisiblemente sin posibilidades de renovar el acta logrado
en diciembre por esta provincia. No es casualidad que Albert Rivera haya incluido en su agenda electoral la capital del
Tormes.
Pablo Yáñez |
Ciudadanos afronta en Castilla y León una
campaña especialmente complicada, ya que tiene a un sector de su electorado
molesto con el fallido pacto para la investidura de Pedro Sánchez y a otro no menos decepcionado con el cheque en
blanco al PP que ha supuesto la última investidura de Juan Vicente Herrera.
En su sobrevenido afán de desmarcarse como sea de la Junta, el partido naranja ha incurrido en incongruencias como la de no adherirse al Plan de Dinamización de las Cuencas Mineras elaborado en cumplimiento de una enmienda suya a los Presupuestos de la Comunidad, o la de ser el único grupo parlamentario que se abstenido en la convalidación del decreto-ley sobre el polémico Toro de la Vega. La ambigüedad sobre este último ha sido desautorizada por el propio Rivera, quien ha tenido que salir al paso para dejar clara su oposición a dicho festejo.
En su sobrevenido afán de desmarcarse como sea de la Junta, el partido naranja ha incurrido en incongruencias como la de no adherirse al Plan de Dinamización de las Cuencas Mineras elaborado en cumplimiento de una enmienda suya a los Presupuestos de la Comunidad, o la de ser el único grupo parlamentario que se abstenido en la convalidación del decreto-ley sobre el polémico Toro de la Vega. La ambigüedad sobre este último ha sido desautorizada por el propio Rivera, quien ha tenido que salir al paso para dejar clara su oposición a dicho festejo.
No menos comprometido resulta el trance ante
el que se encuentra el PSOE de Castilla y León, no tanto por el riesgo -en mi
opinión remoto- de quedarse sin diputado por Ávila y Soria, como por la
posibilidad de que se vea superado por Unidos Podemos en alguna provincia.
Ello no alteraría la distribución de escaños en el Congreso, pero sí en el
Senado, donde la segunda fuerza política es la que suele adjudicarse el cuarto senador
en cada circunscripción (los tres primeros se corresponden siempre con la
fuerza más votada a la Cámara Baja, que volverá a ser el PP en las nueve
provincias).
Luis Tudanca, Pedro Sánchez y Óscar Puente |
Como ya se ha comentado aquí, el “sorpasso” es
más que previsible en Burgos, donde ya el 20-D el porcentaje de voto socialista
(20,71) quedó más de un punto por debajo del 21,75 por ciento que sumaron las
candidaturas de Podemos e IU. Tratándose de su circunscripción natural, el
revés sería especialmente duro para su secretario general, Luis Tudanca.
Y
vista la polarización de la campaña entre el PP y Unidos Podemos, con el
consecuente efecto del llamado “voto útil”, el PSOE tampoco puede descuidarse
mucho en otras provincias. Particularmente en Valladolid, donde esa
extrapolación del voto del 20-D arroja una diferencia inferior a un punto a
favor de los socialistas (21,59) con relación al binomio Podemos-IU (20,68). No
es casualidad que Burgos fuera la única provincia visitada por Pedro Sánchez durante la precampaña y que Valladolid sea la
única incluida en su ruta electoral. Y razón de más para que, a diferencia
de diciembre, el PSOE haya requerido la participación activa en la campaña del
alcalde vallisoletano, Óscar Puente,
hoy por hoy su activo político más relevante.