Tras
el “susanazo”, como se ha dado en llamar el golpe de mano que
descabalgó del cargo al primer secretario general del PSOE elegido
por el conjunto de la militancia, el segundo objetivo de la misma
operación -cambiar el “no es no” por una abstención que
franquee la investidura de Mariano Rajoy- está encontrando mucha
mayor resistencia interna de lo que preveían sus estrategas.
Javier Fernández y Susana Díaz en un anterior Comité Federal |
Bien
se ha visto esto último en el PSOE de Castilla y León, donde el
inopinado cambio de bando de algunos de los conspicuos miembros del
Comité Federal ha levantado más que ampollas en sus respectivas
agrupaciones provinciales. Que se lo pregunten a la diputada por
Valladolid, Soraya Rodríguez, desautorizada tanto por la
dirección como por la propia militancia de los socialistas
vallisoletanos, que en su inmensa mayoría comparten la férrea
posición mantenida antes y después de aquel Comité por el alcalde
Óscar Puente. Rodríguez, a la sazón presidenta del partido
en Castilla y León, tendrá que explicarse asimismo en la próxima
reunión de la Ejecutiva Autonómica, cuyo acuerdo de apoyar la hoja
de ruta propuesta por Pedro Sánchez ignoró olimpicamente en el
Comité Federal.
Y
explicaciones tendrán que dar algunos de los barones provinciales
del PSOE que, habiendo sido cómplices -y en no pocas ocasiones
cooperadores necesarios- de los muchos desmanes perpetrados por el
ahora silente Óscar López a su paso por Castilla y León, se
cambiaron de bando en el último momento por razones que solo ellos
conocerán. En algunos casos con el agravante de actuar contra lo
aprobado por sus propios compañeros de agrupación, como hizo el
máximo responsable de los socialistas zamoranos, Antonio Plaza,
quien tendrá que dar cuenta de esa deslealtad en una próxima
reunión del comité provincial del partido.
Pedro José Muñoz |
El
problema que tienen Rodríguez, Plaza y Muñoz -no tanto para otros
responsables provinciales alineados ahora en el “susanismo” que
no han visto mayoritariamente cuestionado su no a Sánchez- es que
tendrán que volver a retratarse en el próximo Comité Federal, el
que dirimirá si el PSOE mantiene el no a Rajoy o facilita su
investidura mediante una abstención que evite la convocatoria de
nuevas elecciones en el mes de diciembre.
El
“abstenerse no es apoyar” defendido por el presidente asturiano y
de la gestora no parece haber calado en el conjunto de la militancia,
que, según un sondeo difundido el pasado sábado por La Sexta,
prefiere de largo nuevas elecciones antes de permitir, por muy
pasivamente que sea, que Rajoy siga en La Moncloa.
Ese
rechazo de las bases a la investidura de un candidato del PP, máxime
siendo el que es, es el que ha alentado la recogida de firmas entre
la militancia solicitando que el asunto se decida en un congreso
federal extraordinario precedido de la elección de un nuevo
secretario general mediante el preceptivo proceso de primarias. Una
iniciativa que, conforme a los Estatutos del partido, requiere la
adhesión de la mitad más uno de los militantes, lo que vienen a ser 93.720 firmas, de las que, según sus promotores, ya se habrían
recogido alrededor de 65.000.
Tudanca, Sánchez y Puente en una pasada campaña electoral |
De
aquí a la celebración del Comité Federal, previsto para finales de
la próxima semana, asistiremos a buen seguro a nuevos
posicionamientos orgánicos que permitirán visualizar la correlación
de fuerzas existente en las distintas provincias. En alguna, como la
de León, donde oficialistas y criticos hace años que andan a la
greña, ahora son tres las corrientes organizadas, ya que ha
irrumpido en escena la denominada “Diálogo Socialista”,
integrada por afines al hasta ahora Secretario de Cultura y
Movimientos Sociales de la Ejecutiva Federal, Ibán García del
Blanco, cuyo enfrentamiento con el secretario provincial, Tino
Rodriguez, es público y notorio.
Con
las espadas socialistas en todo lo alto han quedado fuera del foco
informativo las tensiones internas en el seno del PP de Castilla y
León, que afloraron con ocasión del “caso Valdeón” y que
siguen completamente latentes, máxime después del
“ensimismamiento”, por decirlo eufemísticamente, con el que Juan
Vicente Herrera zanjó dicho crisis. De ello habrá que hablar y
no tardando.