lunes, 10 de octubre de 2016

Con las espadas en todo lo alto

Tras el “susanazo”, como se ha dado en llamar el golpe de mano que descabalgó del cargo al primer secretario general del PSOE elegido por el conjunto de la militancia, el segundo objetivo de la misma operación -cambiar el “no es no” por una abstención que franquee la investidura de Mariano Rajoy- está encontrando mucha mayor resistencia interna de lo que preveían sus estrategas.


Javier Fernández y Susana Díaz en un anterior Comité Federal
Una semana después del turbulento Comité Federal que provocó la caída de Pedro Sánchez, ha quedado meridianamente claro que levantar el veto socialista a Rajoy y sosegar los ánimos dentro del partido son dos cuestiones manifiestamente incompatibles. Y no van a dejar de serlo por mucho que el “susanismo” haya elegido para gestionar esta segunda fase del plan al presidente asturiano, Javier Fernández, prototipo de hombre tranquilo que se está afanando en quitar hierro a una guerra fraticida que dista mucho de remitir.

Bien se ha visto esto último en el PSOE de Castilla y León, donde el inopinado cambio de bando de algunos de los conspicuos miembros del Comité Federal ha levantado más que ampollas en sus respectivas agrupaciones provinciales. Que se lo pregunten a la diputada por Valladolid, Soraya Rodríguez, desautorizada tanto por la dirección como por la propia militancia de los socialistas vallisoletanos, que en su inmensa mayoría comparten la férrea posición mantenida antes y después de aquel Comité por el alcalde Óscar Puente. Rodríguez, a la sazón presidenta del partido en Castilla y León, tendrá que explicarse asimismo en la próxima reunión de la Ejecutiva Autonómica, cuyo acuerdo de apoyar la hoja de ruta propuesta por Pedro Sánchez ignoró olimpicamente en el Comité Federal.

Y explicaciones tendrán que dar algunos de los barones provinciales del PSOE que, habiendo sido cómplices -y en no pocas ocasiones cooperadores necesarios- de los muchos desmanes perpetrados por el ahora silente Óscar López a su paso por Castilla y León, se cambiaron de bando en el último momento por razones que solo ellos conocerán. En algunos casos con el agravante de actuar contra lo aprobado por sus propios compañeros de agrupación, como hizo el máximo responsable de los socialistas zamoranos, Antonio Plaza, quien tendrá que dar cuenta de esa deslealtad en una próxima reunión del comité provincial del partido.

El que no está sometido a ese control ni a ningún otro es el diputado y hasta ahora hombre fuerte del PSOE en Ávila, Pedro José Muñoz, máximo promotor en su día de la dimisión en bloque de la mitad mas uno de la Ejecutiva provincial del partido. Aquella operación, que resultó ser todo un ensayo del posterior golpe comandado por Óscar López contra Julio Villarrubia, dió lugar a la designación de una gestora provincial que dos años y medio después sigue rigiendo los desdichados destinos de los socialistas abulenses.

Pedro José Muñoz
No obstante, el ínclito Muñoz, que comparte el escaño del Congreso con la alcaldía de Cebreros, ha visto como los otros cuatro principales representantes institucionales del PSOE abulense se han desmarcado públicamente de su cambio de bando. La senadora Carmen Iglesias, los dos procuradores socialistas en las Cortes Regionales, Mercedes Martín y Juan Carlos Montero, y la portavoz socialista en el ayuntamiento de la capital, Yolanda Vázquez, consideran que el voto contra Sánchez tanto de Muñoz como de la otra representante de Ávila en el Comité Federal, Leticia Sánchez, alcaldesa de Navarrevisca, no representa el sentir mayoritario de los socialistas abulenses.

El problema que tienen Rodríguez, Plaza y Muñoz -no tanto para otros responsables provinciales alineados ahora en el “susanismo” que no han visto mayoritariamente cuestionado su no a Sánchez- es que tendrán que volver a retratarse en el próximo Comité Federal, el que dirimirá si el PSOE mantiene el no a Rajoy o facilita su investidura mediante una abstención que evite la convocatoria de nuevas elecciones en el mes de diciembre.

El “abstenerse no es apoyar” defendido por el presidente asturiano y de la gestora no parece haber calado en el conjunto de la militancia, que, según un sondeo difundido el pasado sábado por La Sexta, prefiere de largo nuevas elecciones antes de permitir, por muy pasivamente que sea, que Rajoy siga en La Moncloa.

Ese rechazo de las bases a la investidura de un candidato del PP, máxime siendo el que es, es el que ha alentado la recogida de firmas entre la militancia solicitando que el asunto se decida en un congreso federal extraordinario precedido de la elección de un nuevo secretario general mediante el preceptivo proceso de primarias. Una iniciativa que, conforme a los Estatutos del partido, requiere la adhesión de la mitad más uno de los militantes, lo que vienen a ser 93.720 firmas, de las que, según sus promotores, ya se habrían recogido alrededor de 65.000.

Tudanca, Sánchez y Puente en una pasada campaña electoral
Ni que decir tiene que en Castilla y León el sector que se mantuvo fiel a Pedro Sánchez se ha puesto a la faena de recoger firmas a lo largo y ancho de la comunidad, campaña directamente secundada por el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, convertido, como decía el otro día “El topillo”, en todo un azote del “susanismo” y de paso en un gran apoyo para el secretario autonómico, Luis Tudanca.

De aquí a la celebración del Comité Federal, previsto para finales de la próxima semana, asistiremos a buen seguro a nuevos posicionamientos orgánicos que permitirán visualizar la correlación de fuerzas existente en las distintas provincias. En alguna, como la de León, donde oficialistas y criticos hace años que andan a la greña, ahora son tres las corrientes organizadas, ya que ha irrumpido en escena la denominada “Diálogo Socialista”, integrada por afines al hasta ahora Secretario de Cultura y Movimientos Sociales de la Ejecutiva Federal, Ibán García del Blanco, cuyo enfrentamiento con el secretario provincial, Tino Rodriguez, es público y notorio.

Con las espadas socialistas en todo lo alto han quedado fuera del foco informativo las tensiones internas en el seno del PP de Castilla y León, que afloraron con ocasión del “caso Valdeón” y que siguen completamente latentes, máxime después del “ensimismamiento”, por decirlo eufemísticamente, con el que Juan Vicente Herrera zanjó dicho crisis. De ello habrá que hablar y no tardando.