lunes, 21 de noviembre de 2016

El último meandro del Guadiana de la sucesión

Aunque a algunos les cueste creerlo, les aseguro que me aburre soberanamente tener que ocuparme de nuevo del Guadiana de la sucesión de Juan Vicente Herrera. Sobre todo porque en lo que realmente importa a los ciudadanos de Castilla y León -su presunto relevo en la presidencia de la Junta- sigo pensando lo que escribí aquí mismo hace más un mes: El presidente de la comunidad no tiene la menor intención de dejar el Colegio de la Asunción y el piso que le pagamos en la Acera de Recoletos hasta que no concluya su actual mandato, esto es, tras las elecciones autonómicas de 2019.


Juan Vicente Herrera
 De hecho, las declaraciones que han reavivado el cansino asunto, realizadas el pasado lunes a las puertas de la calle Génova, se han referido sólo y exclusivamente a su relevo en la presidencia del PP de Castilla y León en el congreso autonómico del partido a celebrar el próximo mes de abril. Y debo decir que, por una vez, lo anunciado por Herrera resulta enteramente creíble. 
Más que nada porque a estas alturas, en la víspera de que las Cortes aprueben la chapucera Ley que limita a ocho años el mandato del presidente de la Junta (eso sí, a partir de 2019, año en el que él habrá cumplido 18), resultaría ciertamente impresentable que optara en abril a ser reelegido en un cargo orgánico, el de presidente del partido en Castilla y León, para el que fue elegido hace 14 años, concretamente en el congreso del PP de Castilla y León clausurado por José María Aznar el 5 de octubre de 2002 en el Auditorio de León (bajo la atenta mirada, por cierto, de Francisco Correa, encargado de la infraestructura e intendencia de aquel evento).

 Dicho de otra forma, Herrera, cuya figura cada vez está mas cuestionada dentro del partido, no estaba en condiciones de ser reelegido otra vez presidente del partido, ante lo cual ha decidido hacer de la necesidad virtud y anunciar que dejará el cargo poco menos que como si de un gesto de generosidad se tratara. Y no son pocos los que, unos por manifiesta ignorancia y otros por puro interés propio, le compran esa averiada mercancía.

Lo coherente sería que, al tiempo que deja de presidir el partido, cediera la presidencia de la Junta, en la que lleva todavía más tiempo (en febrero cumplirá 16 años). Pero de eso, que es la auténtica madre del cordero, no ha dicho ni pío, ya que su intención, como señalé al principio, no es otra que agotar su mandato.

Antonio Silván y Rosa Valdeón
¿Por qué se aferra Herrera a un cargo que está convirtiéndose por momentos en una especie de potro de tortura para él? En primer lugar -y  de hecho fue lo que le obligó a recular del conato de espantada protagonizado tras últimas elecciones autonómicas- porque carece de autoridad política para designar a dedo a su sucesor, tal como siempre ha pretendido. Si en aquel momento, junio de 2015, hubiera tenido esa facultad, habría hecho mutis por el foro cediendo su puesto a Antonio Silván, quién ha sido siempre su preferido y al que no en vano permitió mantener su condición de procurador cuando decidió promover su candidatura a la alcaldía de León. (Aunque después la nombrara vicepresidenta, Rosa Valdeón nunca ha sido la primera opción de Herrera para sucederle en la Junta).

Pero ocurrió que, además de amenazar con la espantada de no concurrir a la investidura, en aquella sonada entrevista de Carlos Alsina Herrera se permitió ese temerario consejo de recomendar a Mariano Rajoy que se mirara al espejo. Y eso marcó un irreversible punto de inflexión. La respuesta de Rajoy fue doble. Primero le dijo que era libre de renunciar a la investidura, pero que de proponer a su sucesor ya se ocupaba Génova. Y por si fuera poco, Herrera se encontró poco después con el nombramiento del presidente provincial del PP de Zamora, Fernando Martínez Maillo, como nuevo vicesecretario de Organización del partido, de facto ahora mismo al frente del timón en el puente de mando de la calle Génova.

 El contraataque del presidente autonómico fue situar a Valdeón, virulentamente enfrentada con Martínez Maillo, como vicepresidenta, consejera y portavoz de la Junta, cargos a los que tuvo que renunciar tras la aciaga tarde -para ella, no para otros, incluido alguno que pasa por ser su amigo- del 9 de septiembre. Y ya completando toda una huida hacia delante, el presidente se lió la manta a la cabeza y designó nuevo vicepresidente a José Antonio de Santiago Juárez, la mano que mece su cuna-diván y máxima bestia negra de Martínez Maillo y azote público en el pasado de ministros como Cristóbal Montoro y José Manuel Soria, del último de los cuales llegó a pedir la dimisión en rueda de prensa oficial celebrada en el propio Colegio de la Asunción. Toda un doble desafío tanto a Génova como a La Moncloa.

Fernando Martinez Maillo y  AlfonsoFernández Mañueco
 Así las cosas, la cuestión es si será viable la bicefalia que se abrirá a partir de abril si Herrera, una vez despojado de la presidencia del partido, no renuncia a la de la Junta. Lo hubiera sido si la máxima responsabilidad del partido recayera por ejemplo en alguien como la ministra de Agricultura, Isabel García, Isabel García Tejerina, a la que Herrera, probablemente con esa intención, trató sin éxito de colocar como cabeza de lista por Valladolid en las pasadas elecciones generales. Pero Tejerina ha vuelto a ser diputada por Madrid y mantiene por tanto su ficha de afiliada en la capital.

Por las razones apuntadas, la bicefalía sería totalmente pacífica si el nuevo presidente autonómico del partido fuera Antonio Silván. Pero ya no lo sería tanto si el sucesor en el partido resulta ser Alfonso Fernández Mañueco, quién, pese a ser el secretario autonómico del partido, nunca ha tenido “feeling” con el presidente, no digamos ya con De Santiago-Juárez, quien, con la retribuida colaboración de “L´Osservatore herreriano”, lleva años obsesionado con segar la hierba bajo los pies al número dos del partido en la comunidad. (La pasada semana desvelábamos aquí su frustrada maniobra para eliminar a Mañueco, y de paso a Silván, a través de una enmienda pactada a hurtadillas con Ciudadanos sobre la Ley del Estatuto de Altos cargos, un bodrio legislativo que mañana será aprobado por las Cortes, naturalmente si en esa trapacera enmienda).

 Sabido es que el actual secretario autonómico, a la sazón presidente del comité nacional de Derechos y Garantías del PP, cuenta con el respaldo de Dolores de Cospedal y de Martínez Maillo, el segundo de los cuales continuará con toda seguridad en su actual puesto, si es que no asciende a la secretaria general, en el congreso nacional de febrero.

Silvia Clemente y José Antonio de Santiago-Juárez
Entre Herrera y Maillo, ¿quién tiene mayor influencia sobre Mariano Rajoy? La respuesta es obvia. Diferente cuestión es que el presidente de la Junta se aferre al cargo incluso si el sucesor en el partido no es el que a él le gustaría, sino otro al que le dé por controlar su gestión. A resistir como sea le animará su guardia de corps en la Junta, especialmente el vicepresidente, que tratará de seguir siendo el presidente en la sombra hasta las elecciones de 2019 (lo de manejar también las Cortes se le acabó desde que Silvia Clemente las preside).

Y reitero un factor ya apuntado aquí hace semanas: Con el doble caso Perla Negra- Polígono de Portillo en los Juzgados y la “trama eólica” investigada por la Fiscalía Anticorrupción, a Herrera no le conviene renunciar al aforamiento que remite al Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Es verdad que esa condición de aforado la mantendría simplemente con conservar su escaño de procurador por Burgos, pero a los ojos, no siempre tan ciegos, de la Justicia, puede que no sea lo mismo.