Irrumpieron en la escena política como
paladines de una regeneración democrática que saneara la vida pública española,
gravemente enferma de una arteriosclerosis bipartidista caldo de cultivo de un
irrespirable clima de corrupción. El apóstol de esa nueva política era el
atildado Albert Rivera, un líder aparentemente sin mácula (si se exceptúa, la de
sus oscuros socios en la coalición Libertas)
que pasaba como el yerno ideal para cualquier madre con una hija en edad de
merecer.
Albert Rivera |
Y ya ven donde estamos. Con Rajoy de nuevo
presidente gracias al voto a favor de los 32 diputados de Ciudadanos. No será
en Castilla y León donde haya sorprendido ese matrimonio de conveniencia,
estimulado por el pánico de Rivera a unas terceras elecciones. En esta
comunidad el compadreo y chalaneo empezó nada más concluir las elecciones
autonómicas y municipales de 2015, tras las cuales, aparte de inhibirse para
que el PP siguiera gobernando las alcaldías de León, Burgos, Salamanca, Palencia
y Ávila, firmó un “acuerdo de investidura y por la gobernabilidad de Castilla y
León” mediante el cual Juan Vicente
Herrera volvió a ser reelegido presidente de la Junta después de llevar 14
años en el cargo.(En La Rioja
el partido naranja se jactó de haber obligado al PP a jubilar al hasta entonces
presidente, Pedro Sanz, recolocado
después en una vicepresidencia del Senado)
Desde entonces, el entreguismo de Ciudadanos
hacia el PP de Castilla y León ha sido tan manifiesto como impúdico. De entrada,
al contrario que en otras comunidades, facilitó la investidura sin exigir el
cese de los seis altos cargos, seis, entonces imputados -hoy se dice
investigados- por el turbio caso de la Perla
Negra y los terrenos del polígono de Portillo. (No solo
ninguno fue removido de su cargo, sino que uno de ellos, Carlos Martín Tobalina, ha sido ascendido a viceconsejero a
propuesta de Pilar del Olmo, la
consejera de Economía y Hacienda).
Juan Vicente Herrera y Luis Fuentes |
Aunque sea en diferido, al menos esa es una
limitación, no como la establecida para los consejeros de la Junta , que lo es tan solo
para permanecer al frente de una misma consejería. De tal guisa que, con el
bodrio aprobado, basta con cambiar cada ocho años de consejería, para que la misma persona pueda
empalmar hasta 72 años siendo consejero o consejera de la Junta. (De momento va en
cabeza la citada Del Olmo, consejera desde 2003).
Y al haber
fracasado la artera enmienda pactada en secreto con el portavoz del grupo
popular, Ciudadanos también acepta que los procuradores que a la vez son
alcaldes de municipios de mas de 20.000 habitantes -el de Salamanca, Mañueco, y el de León, Silván- compatibilicen tranquilamente
ambos cargos hasta 2019. Paradójicamente, ellos mismos obligaron a uno de sus
procuradores, el burgalés José Ignacio
Delgado, el bueno de “Pocholo”, a renunciar a la alcaldía de Caleruega, y
ello pese a ser uno de los dos únicos miembros de su grupo no liberados con
dedicación exclusiva a cargo de las Cortes. No busquen en ninguna web oficial
de Ciudadanos dichas retribuciones parlamentarias, que oscilan entre los 94.205
euros brutos/año que perciben el portavoz, Luis
Fuentes, y la secretaria tercera de la Mesa de la Cámara, Belén Rosado, y los 89.885 que cobra el portavoz adjunto, David Castaño.
Inauguración de la sede autonómica de Ciudadanos |
El pasado año la abstención de los
procuradores naranjas permitió a la
Junta sacar adelante tanto el techo de gasto como el
posterior Presupuesto de la
Comunidad para 2016. Y con toda probabilidad volverá a
repetirse la historia este año, entre otras cosas porque, tras gastar su bala
de oro en la investidura, el apoyo de Ciudadanos ni siquiera es imprescindible para el PP, que, llegado el caso, puede encontrar
en el procurador de la Unión
del Pueblo Leonés el voto favorable o la abstención necesaria para salir de cualquier apuro.
Pero volviendo a la regeneración democrática,
materia en la que la impostura del PP, y en particular de Juan Vicente Herrera,
ha sido siempre de un descaro superlativo, Ciudadanos ha conseguido el más
difícil todavía: Blanquear una mercancía averiada que, no solo no regenera
nada, sino que amplia aún más los elevados margenes de arbitrariedad y opacidad con el que se
viene gobernando esta comunidad autónoma desde 1987. Y encima tienen la
desfachatez de sentirse orgullosos de ello…