Desde aquella sesión parlamentaria del mes de
septiembre, en la que estalló en el seno del gobierno de coalición PP-C´s la
crisis sobre la reforma de la atención primaria, estaba cantado que antes o
después el presidente Fernández Mañueco
haría uso de su facultad de disolver las Cortes y adelantar las elecciones
autonómicas.
Se había quebrado la confianza
no tanto entre ambos grupos parlamentarios -que de hecho no tardaron
formalmente en restablecerla- como entre el presidente y la facción de C´s que,
acaudillada por el vicepresidente Francisco
Igea, acaparaba la representación naranja en la Junta. Especialmente
tormentosa era la relación del PP con la consejera de Sanidad, Verónica Casado, situada desde hace
mucho tiempo en el ojo del huracán.
Meses
jugando al despiste.- Con todos los sondeos a su favor, era cuestión de
tiempo que Fernández Mañueco pulsara el botón electoral para hacer tabla rasa y
buscar una cómoda mayoría del PP que le permita seguir gobernando liberado del
lastre que a estas alturas representaban Igea y sus adláteres. Era cuestión de
encontrar el momento propicio y, sobre todo, de justificar una convocatoria
electoral que, aun siendo de ámbito autonómico, convulsiona la política
nacional.
Como sospechábamos, Mañueco se ha pasado meses
jugando al despiste, al afirmar hasta la saciedad que su propósito era el de agotar
la Legislatura, estableciendo como única condición que la gobernabilidad no se
viera afectada por una inestabilidad parlamentaria. Y hace días llegó más lejos
aún, al desvincular la aprobación o no de los Presupuestos de la Comunidad de
un eventual adelanto electoral. Una aseveración un tanto sorprendente, ya que
el rechazo parlamentario de los Presupuestos sí habría sido un argumento de
peso para pulsar el botón electoral.
En
plena pandemia.- Sin embargo, contraviniendo toda lógica
política y, lo que es peor, el sentido común, Mañueco se ha liado la manta a la
cabeza y ha decidido anticipar las elecciones sin ninguna justificación de peso
y en un momento extraordinariamente intempestivo, en plena fase ascendente de
una virulenta sexta ola de la pandemia que satura ya la atención primaria y
amenaza con colapsar los hospitales.
Solamente por esta última razón, la decisión
del presidente es de una gran irresponsabilidad política, máxime cuando comporta
el relevo en la consejería de Sanidad en una situación de emergencia sanitaria.
(No seré yo quien defienda la nefasta gestión de Verónica Casado, pero el momento para prescindir de la consejera de
Sanidad no puede ser más inoportuno).
Presupuestos
a la papelera.- No
menos insólita resulta la disolución de las Cortes dos días antes de la sesión
plenaria convocada para aprobar los Presupuestos de la Comunidad para 2022, lo
que conlleva la prórroga a partir del 1 de enero de las cuentas de 2022.
Mañueco se carga sus propios Presupuestos, los que debían de impulsar la
recuperación de la mano de los fondos europeos, y lo hace sin agotar la
posibilidad de que fueran aprobados por la Cámara. En su lugar, se da paso a
las turbulencias políticas de un proceso electoral en un contexto de máximo
encanallamiento político a todos los niveles.
No es lo peor que Mañueco haya faltado con
todo descaro a su palabra. Eso es algo que se da por descontado en la política
española. Lo realmente grave es que ha antepuesto su interés partidista al
interés general, tomando una decisión claramente lesiva para la comunidad que
preside.
(Publicado
en elDiario.es Castilla y León)