Convocado con casi dos meses de antelación, el
XIV Congreso del PP de Castilla y León estaba llamado a ser un paseo triunfal
para Alfonso Fernández Mañueco, quién,
después de haber limado asperezas con Pablo
Casado, gozaba del plácet de Génova para asentarse en la presidencia autonómica
del partido y volver a encabezar el cartel en las siguientes elecciones
autonómicas.
Casado y Mañueco el pasado domingo en León
Pero la convocatoria
anticipada del 13-F ha precipitado los acontecimientos y el cónclave, celebrado
a cuatro semanas de la cita con las urnas, se ha convertido en el primer gran
acto electoral del PP, que ha realizado en León toda una exhibición de músculo,
con la plana mayor del partido y todos los demás barones autonómicos arropando
a Fernández Mañueco. Ni la sexta ola de la pandemia, que obligaba a limitar el
aforo, ha empañado el abrumador respaldo recibido (98,26 por ciento de los
votos) por el candidato a repetir como presidente de la Junta, que por otra
parte ha mantenido a su núcleo de confianza en los puestos claves de la
dirección autonómica.
Mucho ha cambiado la relación, en otro tiempo
tormentosa, de Mañueco con la cúpula de Génova, y mucho ha cambiado el propio
presidente de la Junta desde que la victoria electoral de Isabel Díaz Ayuso marcó un claro punto de inflexión en la política
española. A partir de ella Mañueco decide adoptar el “ayusismo” como referente
y modelo éxito electoral basado en la confrontación sistemática con el gobierno
de Pedro Sánchez, autoproclamándose
“un muro de contención contra el sanchismo”.
Díaz Ayuso en el Congreso del PPCyL |
Mañueco, un barón sin discurso propio.- La fascinación hacia la figura de Ayuso ha ido in crescendo
hasta el punto de asumir el conjunto de todas sus políticas neoliberales, incluidas
las de carácter tributario que otras comunidades autónomas no dudan en
calificar de “dumping fiscal”, que perjudican claramente a los territorios
limítrofes lastrados por la despoblación. Una deriva que ha conducido asimismo a
la irresponsable estrategia mantenida frente a la sexta ola de la pandemia.
A diferencia de Moreno Bonilla, al que no le
seduce la perspectiva de tener que compartir gobierno con la ultraderecha, Fernández
Mañueco tiene plenamente asumido ese escenario si los resultados lo requieren.
Ya hemos visto el caso omiso a la sugerencia del secretario autonómico de
Comisiones Obreras, Vicente Andrés, de
establecer un cordón sanitario similar al aplicado en Francia y Alemania para
excluir a la ultraderecha de los gobiernos democráticos.
Abascal el pasado domingo en Valladolid |
Banco de pruebas del primer gobierno PP-Vox.- Descartada la mayoría absoluta del PP, imposible precisamente
a causa del fuerte crecimiento de Vox, la aritmética parlamentaria resultante
del 13-F lleva camino de desembocar en un gobierno de coalición de ambas
fuerzas políticas. Máxime cuando los de Abascal están dejando muy claro que a
partir de ahora no piensan apoyar gratis a gobiernos del PP en minoría, sino
que van a exigir su participación directa en los mismos.
Juan García-Gallardo |
Abascal y los
suyos están convencidos de que el 13-F cosecharán el mismo porcentaje de voto
que si se tratara de unas elecciones generales. Y ha de recordarse que en las
últimas celebradas, las de noviembre de 2019, ese porcentaje fue en Castilla y
León del 16,8 por ciento. De confirmarse estas previsiones, estaríamos ante el
banco de pruebas de la primera comunidad autónoma española gobernada en
coalición por PP y Vox.
Lógicamente, tanto el PSOE de Luis Tudanca como Unidas Podemos ya están haciendo sonar la alarma ante la posibilidad de que la ultraderecha acceda, de la mano de Mañueco, al Consejo de Gobierno de la Junta, con la involución democrática que ello comportaría.
Luis Tudanca |
Una alarma a la que se ha apuntado el
candidato de Ciudadanos, Francisco Igea,
quien ha emplazado a PP y PSOE “a firmar
su compromiso de que no van a dejar entrar al populismo extremista en el
gobierno de Castilla y León”.
Macrogranjas y desarrollo rural, un oximorón.- Entretanto, el PP ha encontrado en unas inoportunas declaraciones del ministro Alberto Garzón acerca de la calidad de la carne producida en macrogranjas una percha “fake” para montar la mundial, presentando al gobierno Sánchez como enemigo de toda la ganadería, ya sea ésta extensiva o estabulada en explotaciones perfectamente sostenibles desde el punto de vista medioambiental.
Una torticera tergiversación engordada hasta
la náusea que, a la postre, está teniendo la virtud de poner en evidencia el
apoyo del PP a un tipo de ganadería industrial absolutamente incompatible con
el modelo de desarrollo rural viable para sostener la población y revertir el
desplome demográfico.
El problema no es la calidad de la carne que
producen, sino el insoportable impacto de un modelo absolutamente aberrante
desde el punto de vista medioambiental, y que, lejos de crear empleo, provoca
la desaparición de la explotación familiar agraria. Y ya para rizar del todo el
rizo hemos oído al presidente-candidato asegurar “que el concepto macrogranja no existe, es una cortina de humo”,
olvidándose que la propia consejería de Medio Ambiente reconoce la existencia
de 541 de ellas y que el ministerio para la Transición Ecológica tiene
detectado un centenar de acuíferos contaminados por nitratos procedentes del
ingente volumen de purines y demás porquería que vierten al campo unas
explotaciones que en la última década se han duplicado en Castila y León
Protesta ciudadana en Segovia contra las macrogranjas |
Los 22
movimientos vecinales agrupados en la plataforma Stop Ganadería Industrial han
pedido a los partidos que concurren a estas elecciones que se posicionen ante
las macrogranjas. Veremos por donde sale el PP, que desde la Junta las pone
alfombra verde, lo mismo que hizo en su día con los proyectos del “fracking”,
afortunadamente abandonados por falta de rentabilidad.
Será sin duda el de las macrogranjas uno de
los asuntos calientes en los dos debates a tres -Mañueco, Tudanca e Igea-
organizados en cumplimiento de lo dispuesto en la Ley Electoral de Castilla y
León. Unos debates a celebrar los días 31 de enero y 9 de febrero realizados
por la televisión autonómica privada que subvenciona generosamente la Junta. La
comisión profesional encargada de regularlos, en la que no tienen presencia los
medios digitales, ha declinado la oferta de RTVE de realizar uno de los debates
y emitirlo por TVE-1, el Canal 24 horas y Radio 5, frustrando así la
oportunidad de pudiera ser seguido en toda España.
Entretanto, libre de cualquier medida
restrictiva, la sexta ola ha superado en Castilla y León los 223.000 contagios
desde el pasado 1 de diciembre. La incidencia acumulada se ha disparado hasta
los 4.606 casos, la atención primaria sigue colapsada, el número de hospitalizados
ronda los mil y el de fallecidos supera los 400. Un completo fiasco del que
nadie se hace responsable.
(Publicado en elDiario.es Castilla y León)