Aterrado ante una posible repetición electoral,
el PP se aviene al ultimátum de la extrema derecha
Como acérrimo madridista que es, Alfonso Fernández Mañueco había manifestado su intención de desplazarse el pasado miércoles
hasta el Bernabéu para contemplar en directo el choque entre el Real Madrid y
el PSG de Mbappé, Neymar y Messi. Pero faltaban pocas horas para la sesión constitutiva de las
Cortes, y con el PP y Vox abiertamente enfrentados por la presidencia de la
Cámara, optó por no moverse y permanecer atento a cualquier posible de
movimiento.
Juan García-Gallardo y Alfonso Fernández Mañueco |
“El PP se empeña en negar a los votantes de VOX el mismo trato
que dio a su anterior socio”, decía. “Todavía está a tiempo de rectificar y
aceptar esta propuesta o, en caso contrario, explicarle a sus votantes por qué
no ha querido este gobierno para CyL”, concluía. Esto último sonaba a claro
ultimátum en respuesta a la estrategia seguida por el PP de excluir la elección
de la Mesa de las Cortes del posterior acuerdo de gobierno que acompañe la investidura.
Con los 31 procuradores de su grupo, al PP le
salían las cuentas para hacerse con la presidencia de las Cortes sin contar con
Vox, ya que la candidata socialista, Ana
Sánchez, no disponía de suficientes apoyos entre las formaciones
minoritarias para ganar esa votación. Ese riesgo estaba conjurado después de que la
UPL anunciara su abstención y de que “Soria ¡Ya!” se hubiera dejado enredar por el PP.
Alberto Núñez Feijóo |
Con la mirada en el televisor pero el
pensamiento abstraído en el “tuit” de García-Gallardo, Mañueco se sintió aterrado
ante la posibilidad de que Vox hiciera “casus belli” del ninguneo de la
presidencia de las Cortes, rompiera la baraja sobre la investidura y apostara
sin más por la repetición de las elecciones. Justo el único horizonte que no se
podía permitir el PP y lo que a toda costa quería evitar Alberto Núñez Feijóo, quien no podía arriesgarse a estrenar su
liderazgo con un reto electoral en condiciones sumamente adversas.
Y fue así que una hora y media después, a
punto de consumarse la gesta blanca en el Bernabéu, Mañueco activó su cuenta de
twitter en respuesta a García-Gallardo:
“He ofrecido a Vox un acuerdo de gobierno en beneficio de las
personas de Castilla y León. Desde nuestra posición inicial hemos cedido para
propiciar el entendimiento, Vox no se ha movido nada”, decía. El ultimátum de
Vox había surtido efecto. Arrugado ante la perspectiva de tener que repetir
elecciones, Mañueco había decidido sacrificar al candidato de su partido a la
presidencia de las Cortes, cuyo nombre -presuntamente el secretario autonómico del
PP, Francisco Vázquez- en ningún
momento había sido dado a conocer.
Carlos Poyán, presidente de las Cortes |
Es el anticipo a
cuenta antes de que Mañueco concurra a finales de mes al pleno que le investirá
por segunda vez presidente de la Junta. El socio de gobierno se cobrará después
la vicepresidencia para García-Gallardo y tres consejerías, una menos de las
que tenía el anterior socio de gobierno. El PP también se reserva el cargo de
Portavoz que ejercía el anterior vicepresidente.
Después del pleno de las Cortes, Alfonso y
Juan, la nueva pareja de hecho, presentaban el Acuerdo de Legislatura, un
documento plagado de ambigüedades con las que el PP ha limado el catálogo de
propuestas de Vox difícilmente compatibles con el Estado social y democrático que
proclama la Constitución Española. Mañueco se reserva un lugar en la Historia
como el primer presidente autonómico que comparte gobierno con un partido al
que el propio Partido Popular Europeo no duda en calificar de extrema derecha.
Por su parte, Feijóo, farisaicamente de perfil ante un pacto al que se oponía Pablo Casado, trata inútilmente de escurrir el bulto ante el riesgo de involución democrática que se cierne sobre una comunidad autónoma presidida por el PP.