Mientras en el PSOE perdura aún
la cadena de explosiones generada por la bomba de racimo de Ponferrada, en el
PP de Castilla y León siguen lejos de remitir determinados frentes internos que
mantiene abiertos en distintas direcciones. Lo que sucede es que la colocación
del foco mediático sobre el adversario socialista ha dejado en un segundo plano
los conflictos domésticos en el partido del gobierno, que no son pequeños ni de
corto recorrido.
Esta pasada semana la Junta ha
vuelvo a tropezar con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, convertido,
junto a su colega de Industria, José
Manuel Soria, en las dos grandes bestias negras del gobierno de Juan
Vicente Herrera.
Pilar del Olmo y Cristobal Montoro |
Ante la expectativa de que Europa
abra la mano y rebaje el objetivo de déficit fijado para España, la Junta
aspira a que dicha rebaja se traslade a la comunidad autónoma. Ello le
concedería margen para compensar sus políticas de recorte (340 millones menos
de gasto social en 2013) con otras que permitan estimular el crecimiento y el
empleo. Si en lugar del 0,7 fijado en principio, el techo de déficit volviera
ser del 1,5, la Junta se encontraría con cerca de 450 millones de euros más a su disposición.
Con esa expectativa acudió
la consejera de Hacienda, Pilar
del Olmo, a la pasada reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera,
donde se encontró que Montoro no está en la idea de repercutír esa eventual
rebaja de forma líneal, sino aplicando una fórmula asimétrica que primaría a
comunidades que en 2012 no han conseguido reducir el déficit al 1,5 por ciento
establecido, principalmente Cataluña y Valencia.
De adoptarse esa nueva
distribución, se esfumaría en buena parte ese respiro presupuestario al que
aspira Castilla y León, que presume de haber cumplido con holgura (1,38) el
objetivo del pasado año. Esto último, que políticamente se considera un éxito,
fue a costa de reducir el gasto social entre 250 y 300 millones de euros,
perder un 1,8 por ciento de PIB -que ha pasado de 23.146 a 22.289 euros por habitante-,
aumentar la deuda publica hasta los 7.586 millones y cerrar el año con 28.784
parados mas.
José A. de Santiago y Juan Vicente Herrera |
Ante la eventualidad de ese
déficit asimétrico, el gobierno Herrera ha decidido hacer frente común con
otras comunidades a favor de que se mantenga el mismo tope para todas. En resumen, otro
encontronazo con Montoro, con el que la Junta mantiene una tormentosa relación
precisamente a raíz de que Castilla y León expresara con una sonada abstención
su desacuerdo con el 0,7 por ciento fijado para 2013.
Sucede además que el mismo Montoro está en el centro de otro manifiesto desencuentro entre la Junta y el gobierno Rajoy, cual es el proyecto de racionalización y sostenibilidad de la Administración Local. Aunque el gobierno Herrera discrepe de otros aspectos de esa reforma, lo que le ha producido verdadera urticaria es el hecho de que la Administración autonómica se vea obligada a asumir los gastos de limpieza y mantenimiento de centros educativos, sanitarios y sociales que actualmente costean los ayuntamientos. Y es de pura lógica que, siguiendo el principio de “una competencia, una Administración”, sea la comunidad autónoma titular de esas competencias la que corra con todo su coste, liberando a las haciendas locales de esa carga.
Pero la Junta, que valora
ese gasto entre 700 y 1.000 millones de euros, se opone
frontalmente a dicha "transferencia" y solo está dispuesta a aceptarla si el Estado compensa ese
coste a través del sistema de financiación autonómica, algo que en las actuales
circunstancias resulta poco menos que quimérico. Y es aquí donde el problema
deriva en un conflicto interno entre la Junta y la Administración Local de
Castilla y León. Los ayuntamientos discrepan de otros aspectos de la reforma
planteada por Montoro, pero tienen muy claro que no quieren seguir corriendo con
los gastos de limpieza y mantenimiento de edificios en los que se prestan
servicios públicos de titularidad autonómica.
García Nieto, presidente de la FRMP |
Y lógicamente así se hace
constar en las alegaciones formuladas por la Federación Regional de Municipios
y Provincias, que plantean que las comunidades autónomas ejerzan y financien
“íntegramente" en el plazo de un año todas las competencias en Educación,
Sanidad y Servicios Sociales. Así
las cosas, la colisión de intereses es frontal. Al punto que el consejero de la
Presidencia y Portavoz de la Junta, José
Antonio de Santiago Juárez, no ha dudado en arremeter contra los “municipalistas de cartón
piedra” que se quieren desprender de esas competencias subalternas, que dicho
sea de paso son todos los alcaldes que las soportan.
Por si no estuviera
suficientemente enmarañada la situación, sin esperar a que se despeje y
concrete la reforma estatal, que será legislación básica de obligado
cumplimiento, la Junta se obstina en tramitar su propio proyecto de Ordenación
Territorial, lo cual, además de desafiar la lógica y el sentido común, tiene
mucho de desafío al gobierno Rajoy.
Para mayor inri, ha saltado por
los aires el consenso de mínimos alcanzado con el PSOE sobre esa controvertida
“reforma territorial”. Ante la presión interna de sus propios alcaldes y
concejales, Julio Villarrubia se ha visto obligado a dar marcha
atrás y ha aceptado que el grupo socialista presente en las Cortes una enmienda
a la totalidad de dicho proyecto. Un rechazo que en su fuero interno comparten
no pocos munícipes del PP, quienes, precisamente forzados por ese consenso
ahora roto, aceptaron a regañadientes un invento que nunca han visto claro. Ni
ellos ni prácticamente nadie.
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