Después de ocho años
contribuyendo con denuedo al desgate de Zapatero –“es el peor presidente que ha tenido la democracia española", repitió en más de una ocasión- ni en pesadillas podía imaginar Juan Vicente Herrera lo que iba a tener que soportar cuando Mariano
Rajoy llegara a La Moncloa. No sospechaba hasta que punto iba a ser cierto aquello
de “Al suelo, que vienen los nuestros” y como iba a sufrir en carne propia los desgarradores
efectos del “fuego amigo”.
Rajoy, Cospedal y Sáez de Santamaría |
No
era necesario -ni creo yo recomendable- que la Junta de Castilla y León fuera
modelo de nada, pero tampoco era de esperar que Rajoy ningunease de la forma que
lo está haciendo a un presidente autonómico que en los peores momentos estuvo
de su lado y nunca ha dejado de estarlo, al punto de que se ha atrevido a poner
la mano en el fuego por él con ocasión del “caso Bárcenas”, alto riesgo que no han corrido todos los barones y baronesas del PP.
Lo cierto es que ese ninguneo -que comenzó
desde el momento de los nombramientos- no ha remitido con el paso del tiempo. Todo lo contrario: ha ido agudizándose con sucesivos desencuentros, alguno de los cuales
sería más propio calificar de “encontronazos”.
El más reciente se ha producido en torno al anteproyecto de reforma de Administración Local perpetrado por el gobierno Rajoy. Las nefastas consecuencias de ese modelo ya fueron analizadas aquí hace algunas semanas, sin que la Junta apenas se pronunciara más allá de considerarlo “compatible” con su Proyecto de Ordenación Territorial. (En realidad, no solo no lo es, sino que obliga a posponer la tramitación de dicha ley autonómica hasta que se apruebe la reforma estatal).
El más reciente se ha producido en torno al anteproyecto de reforma de Administración Local perpetrado por el gobierno Rajoy. Las nefastas consecuencias de ese modelo ya fueron analizadas aquí hace algunas semanas, sin que la Junta apenas se pronunciara más allá de considerarlo “compatible” con su Proyecto de Ordenación Territorial. (En realidad, no solo no lo es, sino que obliga a posponer la tramitación de dicha ley autonómica hasta que se apruebe la reforma estatal).
J.V Herrera y sus dos consejeros predilectos |
Lo anterior viene a constituir el enésimo
desencuentro con Cristobal Montoro, uno de los dos ministros que se han convertido en verdaderas “bestias negras” para la
Junta. El mal rollo con el ministro de Hacienda se remonta a aquella
abstención que se marcó la Junta en julio de 2012 en relación con el techo de déficit a
fijar a las comunidades autónomas. Aunque posteriormente, tras llamada al orden
de Rajoy, Herrera ordenó recular y así lo hizo la consejera de Hacienda,la herida con Montoro ya estaba abierta y nunca se ha restañado.
Esa tensa relación explica que a continuación la
Junta evitara a toda costa el Fondo de Liquidez Autonómica, eludiendo así el
control de los “hombres de negro” de Montoro que conllevaba acogerse a
dicha financiación. El acuerdo adoptado en un reciente Consejo de Ministros
limitando el tope de interés a pagar por la deuda pública emitida ha sido
interpretado como una especie de revancha, ya que afecta singularmente a las
comunidades que no se acogieron al FLA. “No la consideramos una venganza, pero
es razonablemente inoportuna”, ha dicho él ínclito Portavoz de la Junta a
propósito de dicha medida.
Soria y Montoro, las dos "bestias negras" de la Junta |
Alguien se preguntará cómo es posible que la
vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría, tan vinculada a Castilla y León, no haya mediado para reconducir la
tensa relación que mantienen Montoro y Soria con la Junta. No es que no haya
mediado, es que respalda plenamente la actuación de ambos ministros. Ella es la
primera que mantiene una actitud muy distante con Juan Vicente Herrera, con el
que libró en su día un duro pulso -resuelto a su favor- sobre el nombramiento de
Delegado del Gobierno en la comunidad. El aislamiento de Herrera en Madrid
es para hacérselo mirar, ya que su relación con María Dolores de Cospedal
tampoco es precisamente fluida.