Seis meses después de las elecciones europeas,
el pasado viernes se reunía por fin el comité ejecutivo autonómico del Partido
Popular de Castilla y León. Y oido el discurso de Juan Vicente Herrera, no lo hacía para realizar una autocrítica
sobre el batacazo electoral sufrido por el PP en dichos comicios, ni tampoco
sobre el creciente descrédito ciudadano del partido que gobierna. Lo hacia para insuflar
ánimos a sus alicaídas huestes, cargando contra los socialistas -que les han
negado cualquier credibilidad en materia de regeneración democrática y lucha
contra la corrupción- y también contra Podemos, cuya irrupción infunde en el PP de Castilla el temor a un vuelco electoral con el que hasta ahora nadie contaba.
Juan Vicente Herrera en su discurso del pasado viernes |
Realizada la pertinente extrapolación, pese a perder 10 de sus 53 procuradores, seguía conservando esa mayoría. Y por muy mal que se dieran las cosas, como mucho la perdería por los pelos, siendo harto difícil que las otras cinco fuerzas con eventual representación parlamentaria en mayo (PSOE, IU, UPyD, Podemos y UPL) constituyeran un frente común para desalojar al PP de
El PP pensaba que el de mayo había
sido el peor de los escenarios posibles, confiando en que el partido comenzaría a
remontar posiciones tan pronto se consolidara y percibiera la incipiente recuperación
económica. Sin embargo, lejos de levantar cabeza, la imagen del PP ha seguido
deteriorándose, tanto por los demoledores efectos sociales de desigualdad y
pobreza que siguen produciendo sus políticas, como por la nueva cascada de
casos de corrupción en los que se ha visto envuelto.
Aunque no
se conoce ningún sondeo de voto en el ámbito autonómico, en el PP de Castilla y
León ha empezado a cundir el desasosiego ante la posibilidad de perder la
mayoría absoluta en las próximas elecciones autonómicas. Así lo delatan los
extraños, torpes y nerviosos movimientos que viene realizando en las últimas
semanas. Por ejemplo su propuesta de reducir el número de procuradores de las
Cortes, que, además de resultar inviable, contradice la posición mantenida por
el propio Herrera cuando María Dolores
de Cospedal perpetró dicha medida para blindar el bipartidismo y
garantizarse la mayoría absoluta en Castilla-La Mancha.
Pablo Iglesias en la asamblea constituyente de Podemos |
Desde que saltó la “operación Púnica”, el
nerviosismo del PP de Castilla y León ha sido patente. En su obsesión por
preservar a la Junta
de cualquier sombra de sospecha con esa trama montó el número de esas
comparecencias exprés de los consejeros, que la postre no han hecho otra cosa que
sembrar dudas sobre el caso. Y más cuando al tiempo de opone a la comisión de
investigación solicitada por el grupo socialista para poder examinar a fondo
todos los contratos -no solo los de Cofely, que también, adjudicados por la Junta a empresas vinculadas
en la trama.
Al igual
que Mariano Rajoy en el Congreso de los
Diputados, el PP se ha quedado solo en las Cortes de Castilla y León con sus
sobrevenidas y engañosas propuestas de regeneración democrática y lucha contra la
corrupción, que constituyen todo un ejercicio de simulación sin el menor
resultado práctico. Herrera puede ponerse todo lo digno que quiera, pero su credibilidaden la materia es exactamente la misma que la de Rajoy.
Su tibieza ha sido siempre tal que ha sido necesario que el presidente dela Diputación de León
ingresara en prisión para que el PP de esta comunidad adoptara medidas contra
un cargo público imputado judicialmente en un presunto caso de corrupción. Y
ahora mismo están imputados un procurador del PP y un director general de la Junta sin que el partido haya tomado ninguna medida sobre ellos.
Su tibieza ha sido siempre tal que ha sido necesario que el presidente de
José Manuel Méndez, ex alcalde de Arroyo |
Por lo demás, Herrera ha querido mantener el
suspense sobre si optará o no a un nuevo mandato, incertidumbre que solo él se
encargó de crear al sugerir hace mas de dos años que esta sería su última
legislatura. Hasta hace muy poco se mantenía firme en la idea de cerrar su
etapa en la presidencia de la
Junta y así se desprende de esa encuesta encargada por el PP
nacional sondeando el grado de conocimiento de otros candidatos alternativos.
Si en
su momento hubiera anunciado su retirada, de la forma que lo ha hecho Ana
Botella, su decisión hubiera sido irrevocable. Pero no lo hizo y ahora se ve atropellado por
unas circunstancias -el riesgo de que el PP pierda las elecciones autonómicas-
que convertirían su renuncia en una especie de espantada, como quien abandona el barco antes de que se hunda. Esos tiempos que, según sus panegiristas tanto domina, le han jugado
una mala pasada, y con la que está cayendo, Herrera esta abocado sin remedio a
volver a presentarse en 2015. Aunque lleve 14 años en el colegio de la Asunción (22 en total sin
bajarse del coche oficial) y se haya declarado partidario de limitar los
mandatos del presidente de la
Junta.