A tenor de los distintos sondeos conocidos en
los últimos días, el 20-D va a deparar una nueva correlación política en
Castilla y León que hace tan solo unas semanas resultaba completamente
imprevisible. Nada hacía sospechar que en poco más de seis meses los resultados
de las pasadas elecciones municipales y autonómicas pudieran sufrir en esta
comunidad una corrección del alcance que pronostican todas las encuestas.
Mariano Rajoy abriendo campaña en Ávila |
Con arreglo a aquellos resultados, pese al
retroceso del bipartidismo, ni el PP ni el PSOE parecían expuestos a ningún
cataclismo. En el peor de los escenarios el PP corría el riesgo de perder 4 de
los 21 escaños del Congreso recolectados en las generales de 2011 y los
socialistas podían incluso mantener los 11 diputados conseguidos en esas elecciones.
Podemos tenía claras opciones de obtener representación en Valladolid, León y
Burgos, en tanto que Ciudadanos tan solo tenía a su alcance un escaño por
Salamanca. En el resto de las provincias, que eligen tan solo tres diputados (excepto
Soria, que solo cuenta con dos), el bipartidismo no estaba amenazado. Como
tampoco en el Senado, donde el partido más votado siempre se anota tres
senadores y la segunda fuerza política obtiene el cuarto.
Sin embargo, el deterioro del bipartidismo no
había tocado fondo en mayo, lo que unido a la eclosión registrada por
Ciudadanos a partir de las pasadas elecciones catalanas, ha convertido en papel
mojado aquellas previsiones. Pese a la mediocridad de sus principales
dirigentes y a la errática trayectoria de sus cargos públicos municipales y
autonómicos, el partido de Albert Rivera
ha entrado en liza en las nueve provincias, hasta el punto de que hay sondeos
que le atribuyen un diputado por cada una de ellas. Y podría ser la segunda fuerza
política en varias, lo que le reportaría el correspondiente escaño del Senado
en las respectivas circunscripciones.
Pedro Sánchez durante una visita preelectoral a León |
Y
no es la única provincia en la que el PSOE corre el riesgo de quedarse sin
representación parlamentaria en las Cortes Generales. Tanto el sondeo del CIS como el publicado ayer por Abc dejan a los socialistas sin
el diputado que han obtenido por la provincia de Ávila en todas las elecciones
generales celebradas desde 1979. El del CIS deja además en el aire el escaño
socialista por Segovia y da por perdido uno de los dos diputados con los que ha
contado siempre en Valladolid. El PSOE, que tampoco tiene asegurado su segundo
diputado por León, puede perder, si le
vienen mal dadas, hasta cinco de los once diputados que sumó en 2011 en
Castilla y León.
Por el contrario, el PP parece lejos de sufrir
una debacle de esa dimensión. Puede incluso que no pierda más que los cuatro
escaños por Valladolid, León, Burgos y Salamanca señalados al principio, a los
que, como mucho, podría sumarse otro en Segovia, donde pudiera ser que
populares, socialistas y Ciudadanos se repartieran equitativamente los tres
diputados en liza. Y los que no corren peligro son los 27 candidatos al Senado
por el PP, que, al volver a ser primera fuerza política en las nueve
provincias, se asegura ese pleno de senadores en la inane Cámara Alta.
Javier Rodríguez Recio |
Entretanto, por más que el pandemónium de la
campaña electoral distraiga la atención, la tozuda realidad sigue pintando muy
negro el futuro de esta comunidad autónoma. Si en los últimos seis años,
Castilla y León había acumulado una pérdida de población de 91.469 habitantes,
que ya son más de los que quedan en toda la provincia de Soria, el avance oficial del
padrón del primer semestre de 2015, lejos de contener la hemorragia, agudiza todavía más la sangría. Según el INE, Castilla y León encabeza la caída poblacional en
dicho periodo, al perder otros 12.178 habitantes, nada menos que el 46
por ciento de todo el descenso de población (26.501 habitantes) registrado en
toda España. El dato se comenta por sí solo.