Comenzada la cuenta atrás hacia el Congreso del
PP de Castilla y León a celebrar el 1 de abril en Valladolid, sigue el aire la
incógnita sobre la presidencia autonómica del partido, en la que Juan Vicente Herrera lleva apalancado
15 años (uno menos de los que lleva en la Junta ).
Si Herrera fuera por una vez coherente consigo mismo, o al
menos con lo que dice, no estaría el PP a estas alturas sumido en esa
incertidumbre. En el anterior congreso, celebrado hace cinco años, ya dejó
traslucir que sería su último mandato. Y más recientemente, el pasado mes de
noviembre, aseguró que era el momento "de ir cediendo determinadas posiciones de responsabilidad que se prolongan en el tiempo", lo
que se interpretó como que definitivamente no optaría a una nueva reelección como presidente del partido. Algún medio se lo
creyó tan a pies juntillas que al día siguiente se precipitó a lanzar la
candidatura de Antonio Silván,
haciendo, por cierto, un flaco favor al alcalde de León.
Juan Vicente Herrera |
Para empezar,
carecería de capacidad de influencia sobre la elección de su sucesor como
candidato a presidir la Junta ,
ya que iría de suyo que el nuevo presidente del partido asumiría esa
candidatura en las elecciones autonómicas de 2019. Tampoco rascaría bola en la
elaboración de las listas a dichas elecciones, de las se ocuparía asimismo el
nuevo presidente, quién a la vez presidiría desde ya el grupo parlamentario
popular de las Cortes. Todo lo cual debilitaría políticamente al actual titular
del Colegio de la Asunción
hasta convertirle en un presidente “pato cojo” al que se podría empezar a dar
por amortizado.
De ahí que Herrera quiera aferrarse como sea a
la presidencia del partido, que es la que le garantiza seguir manteniendo su
poder absoluto hasta 2019. ¿Cuál es su problema? El que ya hemos apuntado
repetidamente: necesita el beneplácito y visto bueno de Mariano Rajoy. Y la falta de diálogo entre ambos explica que se
haya convocado el congreso del 1 de abril sin que el todavía presidente del PP
de Castilla y León se haya atrevido a postularse para seguir en el puesto.
Herrera estuvo toda la semana pasada esperando
una llamada de Rajoy, pero Mariano no descolgó el teléfono, ni parece que tenga
intención de hacerlo. Y Juan Vicente no se atreve a llamarle, temiendo que
Rajoy, que no le ha perdonado lo del espejo, le diga que, una vez que no va a volver
a ser candidato a la Junta ,
lo lógico y natural es que, tras 15 años en la presidencia del PP, ceda el
testigo del partido a quien vaya a serlo en 2019.
Fernando Martínez Maillo |
Claro como el agua si no fuera porque, en
lugar de renunciar expresamente a ella, enredas la cosa añadiendo que vas a abrir una reflexión a la que invitas “a aquellos que creéis que
tienen que seguir unidas las presidencias de la Junta y del partido”. Una forma ésta de despertar el
fantasma de la bicefalia y agarrarse a él como última tabla para mantener ambas
presidencias.
La intervención en la propia Junta Directiva
del flamante coordinador general del partido, Fernando Martínez Maillo, fue bastante elocuente, al subrayar que
los congresos autonómicos tienen que plantearse “pensando en 2019” y atendiendo a los
criterios de “renovación, integración y
unidad”. “Nadie es imprescindible y todo el mundo es necesario”, dijo
Maillo, enmendando el célebre “todos
somos contingentes, pero tú eres necesario”
de la surrealista “Amanece, que no es poco” del gran José Luis Cuerda. (Si no surrealista, la situación creada por Herrera empieza a rozar el esperpento).
Antonio Silván y Alfonso Fernández Mañueco |
A falta de
saber qué piensa Mariano Rajoy, es indudable que el hombre de su máxima confianza en Génova le ha indicado a Herrera
la puerta de salida de la presidencia autonómica del PP. Pero como se
descarta una pelea de gallos pública y abierta, se supone que de aquí al
viernes, día en el que se abre el plazo para presentar las candidaturas, entre todos encontrarán la forma de pactar un candidato único y oficial de todo el aparato del
partido. Entretanto, se mantendrá la actual guerra de nervios, ya que no en
vano lo que a la postre está en juego es la futura (o no tan futura) sucesión
en la Junta.
Recapitulando.
Si por Herrera fuera, él seguiría presidiendo el partido, cediendo en su defecto el puesto a su fiel Antonio Silván. Si de Maillo depende, el nuevo presidente
será Alfonso Fernández Mañueco.
Aunque tampoco sería descabellada otra posible opción de última hora: que Rajoy zanje el asunto
encomendando al propio Maillo que asuma la presidencia del PP de Castilla y
León. Ahí lo dejo para los doctos intérpretes de los teoremas de las opciones.