Formaba parte
del guión que, una vez dirimida la contienda de las primarias, el PP de
Castilla y León afrontara el congreso del 1 de abril escenificando un cierre de
filas en torno al que va a ser proclamado su nuevo presidente. Aunque sea una
unidad impostada, el rotundo pronunciamiento de la militancia ha facilitado esa
pretendida piña en torno a Alfonso
Fernández Mañueco.
Antonio Silván felicita a Alfonso Fernández Mañueco |
Silván ha
entendido perfectamente que el nuevo presidente debe disponer de manos libres
para constituir un equipo de su plena confianza que integre el nuevo Comité de
Dirección, esa especie de permanente de un Comité Ejecutivo lo suficientemente
amplio para que tirios y troyanos tengan cabida.
En un
partido tan marcadamente presidencialista como el PP, Fernández Mañueco se ha
ganado en las urnas el derecho a conformar una nueva cúpula directiva que
presumiblemente se va a parecer muy poco a la que agota ahora su mandato. Y que
será la encargada de proyectar al PP hacia las elecciones autonómicas y
municipales de 2019.
Impuesto el cierre de filas, el congreso del
próximo sábado va a ser el de las aclamaciones. Tras los continuos quebraderos
de cabeza que les ha proporcionado en los últimos tiempos Castilla y León, Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal han decidido sumarse a la escenificación
de ese final feliz.
Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy |
Pero la
bicefalia no es la de Mañueco y Silván, quién se retira a su cuartel de
invierno en León, donde probablemente opte a la presidencia provincial del PP,
una asignatura que tenía pendiente antes de sobrevenir el proceso de primarias
autonómicas. La bicefalia es la del nuevo presidente del partido y la de Juan
Vicente Herrera, quién, si no decide otra cosa, seguirá presidiendo la Junta hasta las elecciones
del 2.019. Una cohabitación extremadamente delicada después de que el segundo
hiciera luz de gas al primero en la batalla interna librada con la cúpula
nacional del PP sobre una sucesión en el partido que lleva implícita -eso nadie
lo duda- la candidatura a la presidencia de la Junta.
El partido y la Junta ya no pueden ser
compartimentos-estanco, como en buena parte ha sucedido hasta ahora, originando
una sima que ha resultado clave en el resultado de las primarias. Su principal
vaso comunicante es el grupo parlamentario de las Cortes, que hasta ahora ha venido
actuando como un mero apéndice de la
Junta , limitándose a acatar y ejecutar las órdenes dictadas directamente
por el consejero de la
Presidencia y ahora vicepresidente, José Antonio de
Santiago-Juárez. Precisamente el primero en romper la neutralidad del gobierno
Herrera en las primarias, al manifestarse a favor de Silván.
Juan Vicente Herrera y José Antonio de Santiago-Juárez |
Es decir, que los procuradores del Partido Popular -que por cierto perciben una asignación fija mensual con cargo a la subvención del grupo- dejan de ser ese apéndice que han sido de
Este trasvase de poder supone un nuevo statu quo en la relación entre el partido y la Junta , una nueva correlación
que obliga a mantener una estrecha coordinación entre Mañueco y Herrera. So
pena, claro está, de que el gobierno autonómico vaya por un lado y el grupo que
lo sustenta por otro, lo cual supondría una fractura institucional de
consecuencias imprevisibles.
De ahí que
desde su propio entorno se llegue a poner en duda que Herrera llegue a agotar
un mandato que le puede resultar muy incómodo después de 16 años ejerciendo el
poder sin someterse a ningún tipo de condicionamiento de partido. En realidad,
llegados a este punto nada tendría de particular que el actual presidente de la Junta se echara a un lado
más pronto que tarde, acortando el periodo de esa bicefalia y permitiendo que
Mañueco afronte las elecciones de 2019 desde la plataforma que proporciona el hecho de presidir el gobierno de la comunidad.
Si no lo hace no será ni por falta de ganas ni
por la dificultad política de afrontar una nueva investidura, algo que se
solventaría sin mayor problema revisando al alza el acuerdo suscrito en su día
con Ciudadanos. El problema es otro: la resistencia del herrerismo a perder
unas poltronas y privilegios que pueden quedar a la intemperie si hay relevo en
el Colegio de la Asunción.