Tras la
tira de años esperando que Juan Vicente Herrera despejara el camino de su
sucesión, nadie podía imaginar que el nudo lo tuvieran que desatar un número
indeterminado de afiliados al PP -los que se inscriban en el censo de votantes
abierto hasta este miércoles- forzados apresuradamente a decantarse entre dos
candidatos, Alfonso Fernández Mañueco
y Antonio Silván, con perfiles y trayectorias muy similares y en los que no
se percibe la menor diferencia ideológica.
Alfonso Fernández Mañueco |
Pero la negativa de Fernández Mañueco, el secretario autonómico y preferido en Génova, a retirarse de la carrera ha impedido ese “dedazo”, colocando a Herrera ante el dilema de tener que volver a presentarse -todo un papelón que le cargaba con la responsabilidad de dejar seguir pudriendo la envenenada situación interna- o dejar que Mañueco y Silván se jueguen en cuatro días el liderazgo del PP en Castilla y León. Este ha sido el gran dominio de los tiempos que sus apologistas atribuían al todavía presidente autonómico del partido.
Y todavía,
Herrera ha impuesto como condición in extremis para retirarse un “pacto de
caballeros” conforme al cual su sucesor en el partido se compromete a reservar
al candidato derrotado el puesto de secretario autonómico. Un pacto que los
contendientes no han reconocido públicamente y que, según algunas
informaciones, incluiría asimismo la clausula de aceptar como definitivo el
resultado de la votación de los afiliados. De tal guisa que se presentaría al
congreso del 1 de abril una candidatura única de “integración”, dejando en papel
mojado la potestad de los compromisarios de tener la última palabra sobre el nuevo presidente del partido.
Antonio Silván |
El ninguneo del presidente autonómico y la hostilidad desde su entorno hacia Fernández Mañueco y determinados presidentes
provinciales ha ido encanallando la situación interna en el PP de Castilla y
León. Nadie estaba contra Herrera, pero sí contra su inhibición ante agresiones
como las inducidas y financiadas con la chequera mediática de la Junta contra el número dos
del partido y esos presidentes provinciales que no se han plegado a los caprichos y dictados del actual vicepresidente del gobierno de la comunidad.
El
enfrentamiento, que hasta 2011 no traspasaba la sierra del Guadarrama, cobró otra
dimensión cuando la Junta
decidió jugar al postureo de asumir el papel de “poli bueno” frente a las
nefastas políticas del Gobierno Rajoy, políticas que a la hora de verdad nunca
ha impugnado. Ahí quedó su visto bueno a la
Ley Montoro y ahí sigue, desaparecido de
escena el denostado José Manuel Soria, la pasividad con la que
se asiste a la liquidación de la minería del carbón.
Después vino la pataleta de Herrera al perder
la mayoría absoluta en las autonómicas de 2015, echando de ello la culpa al
susodicho Soria -del que la
Junta llegó a pedir la dimisión- y el temerario
consejo a Mariano Rajoy de que se mirara al espejo. Y Rajoy lo hizo, pero no para
plantearse su retirada, sino para renovar la cúpula del partido nombrando de
una tacada a cuatro nuevos vicesecretarios, con el zamorano Fernando Martínez Maillo, responsable
de Organización, a la cabeza. De resultas de lo cual uno de esos presidentes
provinciales vituperados desde el entorno presidencial pasaba a ser de facto el
número tres en la calle Génova.
Rosa Valdeón y José Antonio de Santiago-Juárez |
Este enconamiento explica que haya
sido imposible pactar un candidato único. Por muchos rasgos en común que
tengan, Mañueco y Silván son las cabezas visibles de dos sectores del PP de
Castilla absolutamente incompatibles y, hoy por hoy, irreconciliables, abocados así esta semana a librar con la mejor de sus sonrisas una batalla a cara de perro por la presidencia del
partido. Y habrá vencedores y vencidos, por mucho que luego se pacte esa lista de
integración en el congreso del 1 de abril. El presidente será el “sucesor in
pectore” y pasará automáticamente a presidir el grupo parlamentario de las
Cortes, en tanto que el perdedor, si asume el puesto de secretario autonómico, se
verá relegado en la práctica a ser una figura decorativa.
Rajoy, Herrera y Martínez Maillo |
El presidente de
Varios
miles de afiliados deciden el próximo viernes. Nadie sabe cuantos porque de los
48.000 tan solo el 20 por ciento estaban al corriente de sus cuotas, y tienen
de plazo hasta el miércoles para ponerse al día si quieren inscribirse y votar. En eso, en inscribir a toda prisa al máximo número de afines, se afanan los partidarios de los dos candidatos en liza. Hasta el viernes las espadas estarán en todo lo alto. A partir del 1 de abril se verá sobre qué cabezas cae la de Damocles.