“El 10 de noviembre las urnas pondrán a
cada uno en su sitio”. La frase se pronunció con toda rotundidad desde el
banco azul de las Cortes durante el pleno celebrado la pasada semana. Lo
paradójico es que su autor no fue ni el presidente de la Junta , Alfonso Fernández Mañueco, ni ninguno de los consejeros del PP,
partido que, según todos los sondeos, mejorará notablemente sus catastróficos
resultados del pasado 28 de abríl, que en Castilla y León se concretaron en la
pérdida del 35 por ciento de sus antiguos votantes y de 8 de los 18 diputados
con que contaba.
Igea y Mañueco en el banco azul de las Cortes |
Vox,
por delante de Ciudadanos.- Porque lo cierto es que si hay una fuerza
política que, según todos los sondeos, está en caída libre no es otra que
Ciudadanos, a la que casi todos los promedios sitúan ya con una intención de
voto por debajo del 10 por ciento, porcentaje que le relegaría a la quinta
fuerza política por detrás de Unidas Podemos y Vox, que se disputan el tercer
puesto. Ello se traduciría en la pérdida de las dos terceras partes de los 57
diputados que sumó en abril, conservando menos de 20.
Con
un porcentaje medio del 18,89 de votos en Castilla y León, en las pasadas
generales Ciudadanos obtuvo una excepcional cosecha de escaños en esta comunidad
autónoma, sumando un total de 8 diputados, uno por provincia excepto Soria,
donde al elegirse únicamente dos, la tercera fuerza política no tiene ninguna
opción.
Y, a tenor de los sondeos, esos ocho escaños del Congreso son los que
están el alero y en el punto de mira no solo ya del PP y del PSOE, sino también
de Vox, que, como previsible tercera fuerza en la comunidad -en abril fue
cuarta con un 12,28 por ciento- se ha incorporado a esta liza. El giro táctico
hacia el centro de Pablo Casado y la
inflamación catalana están dando alas electorales a la ultraderecha que lidera Santiago Abascal.
Abascal durante un mitin en Burgos |
La
frontera del 15 por ciento.- Según
los gurús demoscópicos, en las provincias que eligen tres o cuatro escaños (en
Castilla y León, todas, excepto la ya citada Soria y Valladolid, que elige
cinco) las posibilidades de que la tercera fuerza política logre representación
vienen marcadas por la frontera del 15 por ciento de los votos. Por debajo de
ese porcentaje, PP y PSOE se distribuyen entre ellos solos la totalidad de esos
escaños. Y salvo en Valladolid, en esas estaríamos salvo que Vox mantenga su
progresión, supere esa cota, y se haga en algunas provincias con el escaño que
pierda Ciudadanos.
En
las cuatro circunscripciones que eligen tres diputados -Palencia, Zamora,
Segovia y Ávila- la tercera fuerza política lo tiene más complicado, ya que
basta con que la primera la duplique en votos para quedarse sin escaños. En Palencia, Zamora y Segovia tanto
el PSOE como el PP aspiran a ser los más votados y a obtener un segundo
diputado, en tanto que en Ávila los populares serían los grandes favoritos
siempre y cuando los escindidos que formaron
“Por Ávila”, debutantes en elecciones generales, no les agüen la fiesta.
En
las tres provincias que eligen cuatro diputados -León, Burgos y Salamanca- la
tercera fuerza política lo tiene más fácil, ya que se adjudica un diputado
siempre que las dos primeras no le dupliquen en votos, circunstancia hoy por
hoy poco probable.
Sánchez de campaña en Zamora |
Salamanca fue la única
provincia en la que el PP se adjudicó dos diputados en las pasadas elecciones,
escaños que sin duda alguna volverá a renovar, al tiempo que los socialistas
tienen garantizado uno. A su vez, es la circunscripción en la que Ciudadanos
obtuvo mayor respaldo (20,69 por ciento), lo que le otorga mayor capacidad de
resistencia. PSOE (28,17) y Vox (12,64) acechan el escaño de los de Rivera.
En Burgos la situación está más abierta,
ya que el PP aspira desplazar al PSOE de la primera posición, que es la que
lleva aparejada la consecución de dos de los cuatro escaños en juego. Por su
parte Vox (11,11 por ciento en abril) tiene como objetivo sobrepasar a
Ciudadanos (19,83) y hacerse con el diputado que en ese caso perdería la formación
naranja, pugna en la que entra asimismo el segundo partido más votado.
Por último, en Valladolid, cinco escaños a elegir, los pronósticos resultan más
inciertos. Lo único seguro es que la fuerza más votada -en abríl el PSOE- se
adjudica dos diputados, y que el segundo y el tercero, que tiene toda la pinta
de que sea Vox, tienen garantizado uno. Así las cosas, la cuarta formación
-Ciudadanos o Unidas Podemos- se disputaría el quinto escaño con la segunda
fuerza más votada.
Pablo Casado visitando una quesería en León |
En cuanto al PSOE, que parte con 12 diputados, su margen de mejora se limita a un posible nuevo escaño en cuatro provincias:
Segovia, Palencia, Zamora y Salamanca. Al mismo tiempo, puede perder uno de los
dos que obtuvo por Burgos y Valladolid si no consigue volver a ser el partido
más votado en estas circunscripciones. Su horquilla se situaría por tanto
entre 10 y 16. La de Ciudadanos sería de 0-8 y la de Vox de 1-4 (conservaría el
diputado por Valladolid y tendría opción de sumar otro en Burgos, Salamanca y
León).
De todo lo anterior se desprende que el
destino de los ocho diputados de Ciudadanos va a depender de dos factores
entrecruzados. De una parte, la redistribución del voto perdido por Ciudadanos (aunque
en buena parte vaya al PP, el PSOE y Vox también pescan en ese caladero) y de
otra, la regla D´Hont, que matemáticamente puede decantar algunos escaños por
un puñado de votos.