Como quedó patente durante su debate y votación,
la investidura de Pedro Sánchez ha polarizado la política española en dos
bloques opuestos que, si bien no son del todo monolíticos, resultan absolutamente
excluyentes entre sí. De un lado, el gobierno bipartito PSOE-Unidas Podemos y
la amalgama de formaciones (nacionalistas, independentistas, regionalistas y
otros de difícil catalogación) que apoyaron la investidura y vienen respaldando
la acción de gobierno. De otro, el bloque formado por PP, Vox y Ciudadanos, que, salvo
discrepancias puntuales como la registrada sobre la regulación de la eutanasia,
mantienen como elemento común su oposición frontal a un gobierno que consideran rehén de los enemigos de España.
Pedro Sánchez y Pablo Casado |
Profecía
autocumplida.- La profecía
autocumplida incluye que esa negociación bilateral dotará de mejor financiación
a Cataluña en perjuicio del resto de las comunidades, que dispondrán de menor
porción en el reparto de la tarta estatal. Una supuesta discriminación que levanta
ampollas en todas las demás Autonomías, quejosas sin excepción con el actual
modelo de financiación autonómica, cuya revisión, aplazada por el
gobierno Rajoy, no se cansan de reclamar. Y obviamente se han por descontados
los peajes y concesiones a satisfacer en forma de inversiones estatales con
todas las formaciones políticas -incluida Teruel existe- que apoyaron la
investidura.
Alfonso Fernández Mañueco |
De ahí que Pablo Casado se apresurara a
anunciar su estrategia de convertir las comunidades del PP en “dique de
contención” para frenar al gobierno Sánchez. O lo que es lo mismo, utilizar los
gobiernos autonómicos del PP para hacer oposición del gobierno de España. Y en
esta estrategia está la Junta
de Castilla y León, que mata dos pájaros de un tiro, ya que al convertirse en
ariete contra el gobierno central, desvía de paso la atención sobre su errática
gestión, cuando no sobre su absoluta pasividad sobre problemas de su más estricta competencia.
El contrapeso político del Delegado.- En este escenario de confrontación
política nacional reproducida miméticamente en el ámbito autonómico hay que enmarcar
el reciente relevo en la
Delegación del Gobierno en Castilla y León. En el eje
Ferraz-Moncloa se ha entendido que en una comunidad como ésta, en manos de PP y
C´s, el Delegado del Gobierno no puede limitarse a cumplir su función de
representar al Ejecutivo central y acompañar protocolariamente a los ministros
de visita. Es imprescindible que ejerza a modo de eficaz contrapeso ante un
gobierno autonómico declaradamente hostil al de la nación. Con la doble función
de defender e impulsar la gestión ministerial en el ámbito de la comunidad
autónoma.
Javier Izquierdo |
El primer encargo especial que ha recibido es
el de representar al Gobierno en la
Mesa por el Futuro de León que se constituye el próximo mes
de marzo. Ahí se enfrenta al reto de garantizar los compromisos de la Administración
Central , cuyo papel resulta absolutamente decisivo para no
defraudar las expectativas en la única provincia de la comunidad con mayoría
socialista. Su condición de miembro de la Ejecutiva Federal
del PSOE sin duda refuerza la labor de impulso y mediación que tiene por delante.
Francisco Igea |
“Estamos en
un gobierno de coalición de PP y Ciudadanos y muchas veces da la impresión de
que es Ciudadanos el que está imponiendo su línea y el PP está haciendo lo que
Ciudadanos dice”, señalaba días atrás la ex consejera de Economía y Hacienda y
actual portavoz del grupo popular en el ayuntamiento de Valladolid, Pilar del
Olmo. Con ello Del Olmo se limitaba a constatar una evidencia irrebatible.