Ni siquiera
en la época del maná europeo que regó de miles de millones de euros este
territorio cuando todavía era región objetivo 1, o cuando en plena burbuja
inmobiliaria Castilla y León ganaba población -84.403 habitantes entre 2000 y
2009- y presentaba unos Presupuestos cada año más expansivos, el presidente de la Junta , desde 2001 Juan Vicente Herrera, presumía de que
esta comunidad fuera un “modelo de éxito”.
Pese a que
había dinero a espuertas (o precisamente por ello), no siempre se invirtió con
criterios de rentabilidad social -los 400 millones de la autovía León-Burgos
pueden ser un ejemplo- ni se evitaron despilfarros tan icónicos como el de la Cúpula del Medio Ambiente
perpetrada en las inmediaciones de Soria. Y se permitió un desarrollo
desordenado que, lejos de cohesionar
territorial y socialmente la comunidad autónoma, no hizo otra cosa que extremar
los desequilibrios internos entre comarcas y provincias.
Manifestación del 16-F en León |
Lo inaudito es que en 2020 el actual presidente, Alfonso Fernández Mañueco se haya aferrado al mantra según el cual esta comunidad es “un modelo de éxito”. Solo bajo el llamado “síndrome de
Cada vez
menos y mas desiguales.- Si nos
remontamos al origen, en este caso a 1.983, año de las primeras elecciones
autonómicas, Castilla y León contaba entonces con 2.589.000 habitantes. Hoy
está ya de por debajo de los 2,4 millones, habiendo perdido a lo largo de estos
37 años la friolera de 190.444. Y no es que en ese periodo la
población española decreciera, ya que ha aumentado de 38,2 a 47,1 millones.
Entonces éramos el 6,8 por ciento del censo nacional, hoy apenas representamos
el 5,1.
Pero lo peor es que, después de aquel repunte
entre 2001 y 2009, se cifran en 163.973 habitantes (una población equivalente a
la de toda la provincia de Palencia) los que ha perdido la comunidad en un
desplome demográfico que se ha mantenido aún después de que el PIB de Castilla
y León comenzara a recuperar parte de lo perdido en la crisis.
Fernández Mañueco y José A. Díez, alcalde de León |
Que la renta per capita de los abulenses
(18.569 euros) sea un 31,75 por ciento inferior que la de los burgaleses
(27.206) da idea de los desequilibrios territoriales internos entre las
provincias de Castilla y León, cinco de las cuales (las cuatro del Oeste y
Segovia) están bastante por debajo de la renta media nacional (24.085). Ante
esta falta de cohesión, la reforma del Estatuto aprobada en 2007 creó el Plan
de Convergencia Interior, instrumento llamado a corregir los desequilibrios
territoriales que se fue al traste con la crisis sin que desde entonces nadie
se haya planteado su recuperación.
León, bajo el síndrome Detroit.- Y hace falta estar ciego para no ver que el
explosivo cóctel del desplome demográfico y el declive económico han constituido
el caldo de cultivo en el que se ha producido el estallido de León. El de la
reivindicación, todavía minoritaria, de una Autonomía propia, y de la
multitudinaria movilización popular del 16-F, que ha puesto de manifiesto como
nunca la desafección de la ciudadanía leonesa con la vigente comunidad
autónoma.
Luis Mariano Santos (UPL) |
Y no es León, donde falta por repercutir el
cierre de las centrales térmicas, la provincia de la comunidad que presenta
peores indicadores socio-económicos. Proporcionalmente, el desplome demográfico
es mayor aún en Zamora, provincia con la mayor tasa de paro en la comunidad
(14,94 por ciento) y con la segunda peor tasa de actividad (50,09) en España.
Y es toda la comunidad, las nueve provincias,
la que arrastra una deuda pública que comenzó a dispararse a partir de 2008 y
no ha parado de hacerlo desde entonces (este año está previsto que se
incremente en otros 882 millones, con lo que se aproximará a los 14.000). Una
deuda producto de una insuficiencia financiera estructural que va mucho allá de
lo pueda deparar la reforma del modelo de financiación autonómica, por más que
esta atendiera todas las mejoras que reclama la comunidad autónoma.
Vicente Andrés (CC.OO.) |
Sin rumbo ni piloto.- Calificar de “modelo de éxito” una comunidad
en desplome demográfico, financieramente hipotecada y cada vez mas
desestructurada política, territorial y socialmente, más que un sarcasmo, es
una broma de pésimo gusto. “Tenemos tensiones
territoriales importantes, problemas de financiación autonómica, problemas con la Sanidad , con la Ordenación del Territorio, hay un desequilibrio entre el este y el Oeste…y no hay consenso
político prácticamente en nada”.
Quien así se expresaba hace unos días no es
ningún político que quiera meter el dedo en el ojo a la Junta , sino el máximo
dirigente autonómico de Comisiones Obreras, el primer sindicato en Castilla y
León. Vicente Andrés ha dicho más,
ha pedido a Fernández Mañueco “que salga
de su despacho, coja el toro por los cuernos, convoque a las fuerzas políticas
y sociales y busque un consenso de comunidad para afrontar esos grandes
problemas”. No parece que Andrés comparta ese absurdo mantra en el que le
ha dado por instalarse al actual presidente de la Junta.