lunes, 5 de febrero de 2024

El topillo/ Chalecos amarillos

 Imposible conocer qué porcentaje de los cientos de tractores que desde la pasada semana perturban la libre circulación en carreteras y ciudades de Castilla y León son del color amarillo que cantaba “Zapato Veloz”. De lo que no cabe duda es de que la iniciativa guarda cierta similitud con el movimiento antisistema de los chalecos amarillos de la vecina Francia, donde, dicho sea de paso, no son pocos los que siguen pensando que Europa termina en los Pirineos.

 Amarillismo de tono verdoso ha detectado el Delegado del Gobierno, Nicanor Sen, quien se supone que maneja información fiable suministrada por "La Menetérica", que diría el gran Chiquito de la Calzada. No es “Cano”, como es conocido en León, el único que, tras ver el suelo repleto de colillas, deduce que alguien ha fumado.

Nicanor Sen, Delegado del Gobierno

Enric Juliana, uno de los pocos columnistas que trata de profundizar en el porqué de las cosas (o sea, un analista, no un todólogo de los que pueblan las tertulias políticas, incluida la de la televisión autonómica de la señorita Pepis, que, pese a ser privada, nos cuesta veintitantos millones de euros anuales a los contribuyentes) llegaba este domingo en “La Vanguardia” a idéntica conclusión. “Espontaneísmo con el claro sello de Vox”, afirmaba en un comentario titulado “Alguien sueña con un 15-M agrario en pleno debate sobre la amnistía”. 

Llamaba la atención Juliana sobre la inclusión de cuestiones estrictamente políticas y ajenas a los problemas del sector en el llamamiento a un “febrero agrario” realizado por determinada plataforma nacional de agricultores y ganaderos. Además de la derogación de la Agenda 2030, esa que la ultraderecha equipara a las siete plagas de Egipto, en la tabla reivindicativa aparece una reforma de la ley electoral general que primaría a los territorios con un electorado más conservador, justo en los que Vox cosecha sus mejores resultados.

 Tampoco ha pasado inadvertido el entusiasmo con el que el vicepresidente Juan García-Gallardo, de regreso de una excursión realizada por cuenta del erario a ese paraíso democrático que es la Hungría de Orbán, aprovechaba su presencia en Bruselas para sumarse de forma entusiasta a la concentración celebrada en la capital comunitaria  (si le dejan se pone a la cabeza, como hizo un San Isidro sacando en andas la imagen del santo patrón). Eso sí, en esta ocasión no le dio tiempo a cambiarse y lo hizo encorbatado, no como cuando se desplazó en su coche oficial a la concentración de “Pingüinos” y se apeó del vehículo con el casco puesto como si acabara de bajar de la moto. 

García-Gallardo en la manifestación de Bruselas

Vox ha encontrado el momento de capitalizar el caldo de cultivo que esparció en una campaña electoral no por casualidad realizada bajo el eslogan “Siembra”. De modo que en el PP de Feijóo, cuya deriva a estribor no tiene otro objeto que el de achicar el espacio a los de Abascal, se han encendido las alarmas. Creía tener pastoreado el rebaño a través de las OPAS tradicionales y asiste con estupor a una “insurrección” que ha dejado a los sindicatos agrarios con el molde puesto. Así que ha llamado de urgencias a los consejeros de Agricultura que son del partido, caso que no ocurre en Castilla y León, donde Vox exigió y obtuvo la consejería.

La “gallardada” de Bruselas ha puesto en un brete a su propio consejero, Gerado Dueñas, el antiguo asalariado de ASAJA, que tiene que hacer funambulismo para defender la representatividad de las OPAS sin desautorizar al vicepresidente (de hecho, ha manifestado expresamente su apoyo a estas movilizaciones, obviando que se están celebrando sin atenerse a la legalidad). No un vicepresidente sin más, sino “un buen vicepresidente” en palabras del consejero de Economía y Portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo, ese eterno-chico- bien-mandado-que-vale-igual-para-un-roto-que-para-un- descosido y al que si le ordenan que salga diciendo que Pablo Fernández sufre alopecia, sale y dice que el pluriempleado político de Podemos está a punto de quedarse calvo. O al revés, critica las greñas capilares si la orden versa sobre Francisco Igea, el ex vicepresidente de la Junta al que el portavoz del grupo popular se refiere como “ese sujeto”, el mismo tratamiento dispensado por el número dos nacional de Vox, Ignacio Garriga, a los cinco diputados baleares que han osado desafiar el orden abascaliano. Aparte de que todo se pega menos lo bonito, en el caso de Rául de la Hoz también es cierto que no necesita esforzarse mucho para coincidir con la ultraderecha.

Quizá haga al caso recordar el violento incidente protagonizado por las decenas de ganaderos salmantinos que en junio pasado trataron de ocupar por la fuerza la sede de la delegación territorial de la Junta en Salamanca, obligando a emplearse a fondo a la policía antidisturbios. De las consecuencias judiciales de aquel suceso no se ha vuelto a tener noticia. Ignoro en qué quedó la denuncia formulada ante ese intento de asalto y los daños materiales sufridos a causa del mismo.

r
 Díaz Ayuso y Fernández Mañueco en Navacerrada
 Hablando de consecuencias legales, hay que ver lo mal que le ha sentado a la Junta la sentencia del Tribunal Superior de Justicia endosando a la Administración Autonómica la obligación de cerrar definitivamente y desmantelar la estación de esquí de Navacerrada. Después de que Alfonso Fernández Mañueco acudiera allí a defender junto a Isabel Díaz Ayuso la continuidad de la estación, va el TSJ y le propina semejante colleja en todo el cogote

 Como no hay peor cuña que la de la misma madera, especialmente molesto se ha mostrado el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, el antiguo juez decano de León. El otrora “Pañuelitos”, devenido en “Rey Sol” tras proclamar que “La Administración soy yo”, no ha disimulado su cabreo con los magistrados que han dictado dicha sentencia. Tras haberse afiliado al PP, nada más lejos de la intención de Quiñones que volver a la Judicatura. Sus madrinas políticas iniciales están fuera de escena, pero ha tenido tiempo de granjearse apoyos en ese magma político-judicial que se se mueve en torno al PP.

Y no me refiero solo a su amistad con Gerardo Martínez Tristán, el otro vallisoletano que, cinco años después de haber caducado su mandato,  aguanta como un campeón en su puesto de vocal del Consejo General del Poder Judicial. Al contrario que Vicente Guilarte, que en un momento de debilidad advirtió que podría renunciar al momio, al hijo predilecto de Cuenca de Campos ni en pesadillas se le ha pasado por la cabeza dimitir, verbo que, como la inmensa mayoría de los instalados en el Poder, se toma como un nombre de pila ruso.

elblogdepedrovicente@gmail.com