En la España tardofranquista de finales de los 60 la imagen de Joan Manuel Serrat, un cantautor de la “nova cançó” que ya había grabado algunas canciones en castellano, quedó empañada fuera de Cataluña cuando, inopinadamente, se negó a acudir al festival de Eurovisión de 1968 si no se le permitía interpretar en catalán la canción elegida, el famoso “La, la, la” compuesta por el Dúo Dinámico.
Muchos pensaron que el “Noi de Poble Sec” había dado un paso en falso y que su carrera a partir de ese momento se replegaría de nuevo al ámbito catalán. Pero por fortuna no fue así. Solo un año después, su antológico disco dedicado a Antonio Machado le reconcilió con todos los españoles. Quien suscribe, que cursaba entonces el Bachillerato en Segovia, tuvo la suerte de tropezar con una profesora de Literatura que nos dió a conocer la obra de Machado escuchando en clase “Cantares”, “Retrato”, “A un olmo seco”, “Las Moscas”, “Españolito”, “La saeta” y demás poemas musicados por Joan Manuel. Pese a la indeleble huella literaria y social dejada durante sus 12 años impartiendo clases en un vetusto Instituto de la ciudad, los adolescentes segovianos desconocíamos por completo la dimensión de aquel profesor de “torpe aliño indumentario” que residió ese tiempo en una fría habitación de una modesta pensión de la calle, toda una premonición, de los Desamparados. Gracias en buena medida a Serrat, muchos descubrimos durante ese tardodofranquismo a don Antonio, y otro tanto podemos decir acerca de Miguel Hernández, otro gran poeta prematuramente fallecido víctima de su penoso, injusto e injustificable cautiverio en las prisiones franquistas.
Solo por lo apuntado mi deuda de gratitud con Joan Manuel es impagable. Y estamos hablando de los primeros años de una carrera que se ha prolongado durante más de cinco décadas, con decenas de discos, cientos de canciones y multitud de actuaciones en directo en medio mundo. La última vez que tuve ocasión de asistir a una de ellas fue precisamente en Burgos, en el Foro de la Evolución humana, donde desgranó lo mejor de su repertorio durante dos horas que discurrieron como un suspiro.Serrat es una artista universal que aparece en la banda sonora de varias generaciones españolas y de otros muchos países. La revista Rolling Stone eligió “Mediterráneo” como mejor canción del siglo XX en lengua castellana, pero son muchas sus composiciones que han marcado época. Personalmente, tengo media docena entre las que me es difícil elegir, pero, en la actual coyuntura política mundial, a menudo suscribo plenamente la letra de “Algo personal”. Y no digamos "A quien corresponda", cuya letra, escrita en 1981, no puede estar hoy mas vigente.
Más allá de su talla como creador e intérprete, su talante humanista y su compromiso social y con las libertades admite pocas dudas. En octubre recibirá en Oviedo el premio “Princesa de Asturias de las Artes”, galardón al que hace mucho tiempo se hizo acreedor. Si Bob Dylan, que recibió este mismo galardón sin dignarse en acudir a recogerlo, fue galardonado después con el Nobel de Literatura, cabe preguntarse si Joan Manuel no atesora tantos méritos como el cantautor estadounidense. Galardones aparte, Serrat es un artista universal que, UNESCO al margen, constituye Patrimonio de la Humanidad.
(Publicado en eldiario.es CyL y burgosnoticias.com con ocasión de la investidura de J.M. Serrat como doctor honoris causa de la Universidad de Burgos)