Miré el reloj sabedor de que era un hito sin precedentes en los 38 años que lleva el Partido Popular gobernando ésta desdichada comunidad autónoma. Eran las 14:01 de la tarde del miércoles 25 de junio cuando el presidente de las Cortes de Castilla y León, Carlos Pollán, proclamaba el resultado de la votación de los 81 procuradores que integran el pleno de la Cámara: 41 votos a favor, 34 en contra y 6 abstenciones. De cuerpo presente en la tribuna de prensa del mausoleo de Villa del Prado, tuve que pellizcarme para constatar que no era una ensoñación propiciada por la larga resaca arrastrada desde la noche de San Juan.
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Banco azul y bancada del PP en el momento de la votación |
Desconozco si, por su parte, el presidente de la Junta también se pellizcaría preguntándose eso de “¿cómo ha podido ocurrirme esto a mí?”. ¿Cómo es posible que Vox se alíe con el PSOE, un partido al que ha tildado de “criminal”, para sacar adelante una reforma legislativa promovida a mayor abundamiento por el único procurador de Podemos, Pablo Fernández, a la sazón el teórico numero 3 estatal (si no contamos al tocayo Pablo, que desde su taberna sigue siendo ejerciendo de faro y guía) de la vitriólica formación morada? Sin olvidar el concurso del que fuera vicepresidente único de la Junta en la anterior legislatura, Francisco Igea, quien, tras la voladura de aquella coalición con Ciudadanos, ha pasado a ser el político más repudiado por el PP de Castilla y León.
Si me permite un consejo amistoso, en lugar de proclamarse víctima de un contubernio judeo-masónico (que diría ese auténtico caudillo honrado con un medallón en la plaza mayor de Salamanca y a cuya retirada se resistió el anterior alcalde todo lo que pudo y más), Fonsi debería hacérselo mirar. Y preguntarse si la prepotencia y la soberbia que ha ido desarrollando desde su llegada a la Junta no está en el origen de un revolcón político sin precedentes que por primera vez en estas cuatro décadas de régimen autonómico ha llevado a un presidente de la Junta a morder el polvo del hemiciclo parlamentario.
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Mañueco el día de su disimulada "peineta" |
Habituado desde que se inició en política -30 años ininterrumpidos ocupando cargos públicos le contemplan- a la cultura de ejercer con mayoría absoluta, Mañueco no ha sido capaz de asumir que carece de ella desde su llegada a la presidencia de la Junta. Se ha permitido el lujo de maltratar y ningunear a los dos partidos, primero Ciudadanos y después Vox, que le permitieron ocupar el Colegio de la Asunción, objeto sucesivamente ambos del mismo menosprecio y displicencia.
A la persecución emprendida contra Igea (no así al resto de la cúpula regional de Ciudadanos, toda ella apesebrada en cargos y nombramientos realizados por el PP) poco cabe añadir. Pero, sin llegar a ese extremo “ad hominem”, el desprecio hacia Vox ha sido igual de insultante; no pudo resultar más gráfico el episodio del “burruño” durante el pasado debate sobre el estado de la comunidad, un gesto del que Fonsi debería haberse arrepentido y por el que tendría que haberse disculpado, no vaya a ser que tenga después de las próximas elecciones autonómicas tenga que tragarse corregido y aumentado todo lo constaba en el papelito arrugado y arrojado desconsideradamente al suelo del hemiciclo. Un gesto muy revelador de ese talante soberbio y altanero que se ha ido apoderando del antes apacible y cordial Fonsi, una evolución que ya asomó con aquella lamentable “peineta” dedicada a una procuradora socialista).
El ejército de damnificados por esta prepotencia del PP se despachó a gusto ayer en el debate previo a la votación. Probablemente en sus últimas intervenciones plenarias -sigo pensando que Mañueco disolverá las Cortes para convocar elecciones en otoño- Fernández e Igea se despacharon a gusto. Ambos celebraban después en la cafetería una victoria que no podían imaginar en sus sueños más húmedos. Tampoco anduvo a la zaga el portavoz de Vox en el debate, Miguel Suárez Arca, quién, al margen de su credo político, se reveló como un parlamentario solvente que se había estudiado el tema y desmontó la sarta de patrañas y falacias soltadas por García Nieto, el portavoz adjunto del PP que ha alcanzado su particular principio de Peter a lo largo del procedimiento legislativo culminado ayer.
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Suárez Arca (Vox) y Fernández (Podemos) antes de la votación |
A partir de la reforma aprobada ayer se abre un antes y un después en la administración de la Publicidad Institucional de la Junta, la aquí bautizada como “chequera mediática” que los sucesivos gobiernos autonómicos del PP han venido manejando a su antojo con absoluta discrecionalidad. Y no digamos sobre la televisión autonómica, cuya adjudicación, con arreglo a esta misma reforma legal, tiene que sacarse a concurso en el plazo de tres meses. Con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, el gobierno Mañueco recibe con ello un doble y monumental revés legislativo, cuyos efectos, eso sí, tratará de minimizar por todos los medios.
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Pablo Trillo, procurador del PP |
Un aviso a navegantes para completar el día más aciago para el PP de Fonsi Fernández Mañueco, quien, para mayor impostura, se ha revelado ahora como sobrevenido defensor a del actual senador autonómico y anterior líder del PSOE en Castilla y León, Luis Tudanca, personaje al que el presidente de la Junta ha dedicado durante años toda clase de improperios, incluso en el mismo día que se despedía para vegetar plácidamente en el Senado. Hay que joderse.
P.S,- Para rematar, durante la jornada de ayer se conoció la veracidad del ciberataque sufrido por la web de Educación de la Junta. Un ciberataque denunciado por la propia Junta que la consejera Rocío Lucas tuvo al desfachatez de negar ante el propio pleno de las Cortes de Castilla y León. Lo dicho, un día ciertamente aciago para el PP de Mañueco.