He comentado en alguna ocasión que “Fonsi” Fernández Mañueco era uno de esos políticos agraciados con la baraka. Basta repasar su trayectoria para constatar que siempre ha caído de pie, saliendo airoso de trances harto comprometidos.
El más evidente y trascendente fue el vivido tras su derrota -la primera del PP de Castilla y León desde que Aznar refundó el partido- en las elecciones autonómicas de 2019, las primeras a las que concurría como candidato a la presidencia de la Junta. Sucedió que el líder nacional de Ciudadanos, el tercer partido en liza, en lugar de dejar gobernar al más votado, el PSOE, decidió, en un ataque de despecho político contra Pedro Sánchez, que en Castilla y León continuara gobernando el Partido Popular, frustrando así la alternancia política en una comunidad gobernada por la derecha desde 1987. Una caprichosa decisión de Albert Rivera -para mayor escarnio, pretendido adalid de la regeneración democrática- a la que se plegó su cabeza de cartel en la comunidad, Francisco Igea, en flagrante contradicción ambos con los principios defendidos por su partido en aquella campaña electoral. (En el pecado ha llevado y sigue llevando Igea la penitencia).
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Mañueco y Feijóo el pasado día 15 en León. Detrás, Suárez Quiñones |
Y en ese trance Mañueco tuvo mucha suerte. Por una parte, tenía incondicionalmente de su lado a la entonces secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que había sido siempre su gran valedora en la guerra sorda declarada por Herrera y secundada por aquel sinuoso vicepresidente que movía su cuna-diván. Pero no solo eso: el vicesecretario de Organización y hombre fuerte en Génova (Cospedal era entonces ministra de Defensa) resultaba ser el expresidente de la Diputación de Zamora, Fernando Martínez Maillo, compañero de fatigas de Fonsi -que digo compañero de fatigas, compadre del alma- en esa tortuosa relación con el herrerismo. Cospedal y Maillo hicieron frente común contra el “dedazo” pretendido por Herrera y forzaron la convocatoria de primarias en la seguridad de que las ganaría Mañueco.
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Soldado de la UME combatiendo el fuego en Porto (Zamora) |
El rey
desnudo.- Viene todo lo anterior a cuento para señalar que la suerte
nunca es eterna y a Fonsi le ha abandonado súbitamente esa baraka de la que ha
disfrutado en sus treinta años, treinta, de una carrera política siempre in
crescendo. La ola de incendios desatada este verano en Castilla y León ha dejado
con las vergüenza al aire a nuestro virrey autonómico. Tres años después de los
pavorosos incendios que abrasaron la sierra de la Culebra, ha quedado
palmariamente claro que la Junta no subsanó las graves carencias evidenciadas
entonces, manteniendo su ineficiente política en materia de prevención y
extinción de incendios: insuficiencia de recursos y medios, externalización/privatización de buena parte de ellos, precarización de
las condiciones laborales del personal y absoluta ineptitud para coordinar los
dispositivos. Negligencia rayana en el dolo de un operativo al frente
del cual se mantiene un director general, José Ángel Arranz, un “incombustible”
que sobrevive desde 2007 en esta desdichada consejería.
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Manifestación contra la Junta en León |
Mañueco: un horizonte peliagudo.- El problema lo tiene Mañueco, quien hasta hace un mes acariciaba la idea de obtener en las próximas elecciones autonómicas un resultado próximo a la mayoría absoluta que le permitiera afrontar la siguiente legislatura al frente de un gobierno monocolor del PP, sin tener que compartir el banco azul con ningún socio. Y esa expectativa se le ha derrumbado por completo al presidente de la Junta. Ignoro lo que apuntaban al respecto los sondeos previos a la ola de incendios de este verano, pero no hace falta ser ningún gurú demoscópico para aventurar que el crédito político de Mañueco ha quedado seriamente chamuscado, al punto de que algunos analistas han encontrado cierta similitud con la situación de Mazón, el zombi político que a estas alturas sigue presidiendo la Generalitat Valenciana.
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Mazón, Rueda y Mañueco el pasado año en Cádiz |
Siempre he sospechado que el verdadero deseo del presidente de la Junta era adelantar al próximo otoño las elecciones autonómicas, con lo que, amén de pillar al PSOE y a Vox sin tener proclamadas sus respectivas cabezas de cartel, se ahorraría el bochorno político de no poder presentar por segundo año consecutivo el Proyecto de Presupuestos de la Comunidad para el próximo ejercicio. Esa idea, que requería el plácet de Feijóo, ha quedado ahora completamente descartada. Al contrario: si "Fonsi", que legalmente no puede, retrasaría la convocatoria electoral que obliga a celebrar nuevas elecciones no más tarde del próximo mes de marzo.
León, la “tormenta perfecta” del PP.- Con la que ha caído y sigue cayendo en León, ¿se imaginan al achicharrado Suárez-Quiñones encabezando la candidatura leonesa del PP en esta provincia? El batacazo electoral puede ser espectacular. Y eso era lo previsto, máxime después de haber sido designado por Mañueco presidente de la gestora encargada de reflotar al maltrecho PP leonés, órgano del que para mayor inri también forma parte el delegado territorial de la Junta, Eduardo Diego, otro que se ha lucido en la desastrosa gestión de los incendios. León no es Zamora, donde el PP goza de una impunidad electoral a prueba de cualquier desmán.
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Mañueco, obligado a comparecer por la Diputación Permanente |
En fin, parece evidente
que al actual presidente de la Junta le ha abandonado la baraka. Y visto que ha
ardido ya sobre quemado, creo que ello tiene mucho de justicia poética.