martes, 12 de agosto de 2025

La trastienda/ ¿Qué tiene que ocurrir para que Mañueco cese a Suárez-Quiñones?

 El común de los mortales no acierta a entender que, nueve meses después de la dana de Valencia, un desastre que se cobró 228 víctimas mortales, el máximo responsable político de gestionar tamaña tragedia, Carlos Mazón, sobreviva al frente del gobierno valenciano, como tampoco que el líder de su partido, Alberto Núñez Feijóo, no haya tenido el decoro de invitarle a dejar el cargo. Resulta democráticamente insoportable que a estas alturas los españoles sigamos sin conocer a qué obedeció la larga sobremesa que se tomó Mazón el día de autos tras su famosa comida en “El Ventorro”.

 

Suárez-Quiñones y Fernández Mañueco, anoche en Zamora
 Pues bien, salvando las distancias -aquí por fortuna ninguna tragedia es comparable en cuanto al número de víctimas- visto el desempeño político del consejero de Medio Ambiente de Castilla y León, Juan Carlos Suárez-Quiñones, uno no puede por menos que encontrar cierto paralelismo político con el caso valenciano. Con una diferencia no menor en lo relativo a la jerarquía: Núñez Feijóo no puede cesar a Mazón, mientras Alfonso Fernández Mañueco es el presidente del gobierno que nombró y mantiene en el cargo al consejero Suárez-Quiñones.

 El cese o dimisión de Quiñones, que no se va a producir, llegaría ya con tres años de retraso. El titular de la consejería contra el Medio Ambiente tendría que haber dejado fulminantemente el cargo tras la deplorable gestión de la Junta ante los incendios forestales que en el verano de 2022 arrasaron la Sierra de la Culebra y alrededores, calcinando una superficie cercana a las 60.000 hectáreas y causando -aquí sí hubo muertos- la pérdida de cuatro vidas humanas. Quiñones no afrontó ninguna responsabilidad política y ni siquiera accedió a dar su versión sobre lo ocurrido en el libro “Los rescoldos de la Culebra”, publicado tiempo después por el periodista Juan Navarro.

 

Pifia tras pifia sin darse por aludido.- Tres años después, el consejero contra el Medio Ambiente la ha vuelto a pifiar, y por partida doble, en materia de incendios forestales. Aunque ha pasado inadvertido (ignoro si por incompetencia periodística o porque los responsables de los medios han querido hacer la vista gorda), Quiñones estaba en paradero desconocido a finales de julio, los días en que las llamas se propagaron por el Barranco de las Cinco Villas y obligaron a confinar a la población de las localidades abulenses de Mombeltrán y El Arenal, calcinando cerca de 3.000 hectáreas en las proximidades del Parque Regional de Gredos. El fuego se desató en la noche del lunes 28 al martes 29 y el consejero no dio señales de vida hasta el jueves 31. Y ello porque en esa fecha regresó de donde quiera que estuviera  para asistir a la sesión de Consejo de Gobierno habitual cada jueves.

 



Quiñones y Mañueco (todavía con gafas) en la sierra de la Culebra
 Esa ha sido la primera pifia de este verano. La segunda es por todos conocida: largarse el domingo pasado a un acto de exaltación de la hermandad astur-leonesa celebrado en Gijón mientras el fuego acechaba, entre otros parajes bercianos, al parque de Las Médulas, los antiguos yacimientos romanos declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Con un par. Y además sin prisas para regresar a León, quedándose tan ricamente a degustar el menú asturiano preparado para la ocasión “porque tenemos la mala costumbre de comer” (sic). 

Ello mientras las llamas se esparcían por el Bierzo, donde apareció ya muy avanzada la jornada. Viene al caso recordar la que le montaron el PP y sus terminales mediáticas a Pedro Sánchez por decir en una rueda que eran las cinco de la tarde y no había comido…

 

 Todo lo anterior referido exclusivamente a los incendios forestales, pero es que la trayectoria de Quiñones está jalonada por otra serie de episodios que definen a este singular personaje, que aparcó su profesión de juez -desde 2002 fue juez decano de León - para meterse de hoz y coz (sobre todo de coz) en política. Lo hizo en 2012 de la mano de la malograda presidenta del PP leonés, Isabel Carrasco, que apadrinó su designación como subdelegado del Gobierno en León. Pero nuestro hombre estaba llamado a más altos designios y en 2015 fue nombrado Delegado del Gobierno en Castilla y León, de la mano en este caso de la entonces vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría, con la que había hecho buenas migas cuando ésta ejerció como abogada del Estado en León.

 

 Sin embargo, su paso por la Delegación del Gobierno fue extremadamente fugaz. Ni siquiera llegó a tres meses. En julio de 2015, Juan Vicente Herrera nombraba nuevo gobierno y para sustituir al leonés Antonio Silván, que llevaba 12 años al frente de la consejería de Fomento, pensó en Quiñones, quien no dudó un instante en aceptar el cargo. Cuatro años después, en 2019, a la llegada de Mañueco al Colegio de la Asunción, el actual presidente de la Junta le mantuvo en el puesto, y en el gobierno autonómico sigue, ahora como consejero de Medio Ambiente.

 

El parque de las Médulas, acechado por las llamas
De “Pañuelitos” a “Rey Sol”.- Por aquel entonces, “El topillo” se refería a él como “Pañuelitos”, apodo que le asignó el entonces gerente (y al parecer todavía tesorero  regional del PP), Pedro Viñarás, el primo del antiguo “primo de Zumosol”, quien, junto con el ahora eurodiputado Raúl de la Hoz, es el personaje con mayor ascendente político sobre Fernández Mañueco. Al menos hasta bien reciente, ya que al parecer “Fonsi” está un poco hasta la verruga de ambos dos excompañeros de viaje a varias finales de la Champions disputadas por el Madrid de su alma (lo del percance sufrido en la disputada en el estadio parisino de Saint Denis siguen sin contárnoslo).

 Con el tiempo, el apodo de “Pañuelitos” quedó desfasado no solo porque Quiñones dejó de utilizar ese signo de distinción indumentaria (ahora renuncia incluso a la corbata). Nuestro hombre se hizo acreedor al sobrenombre de “Rey Sol” a raíz de que, en conversación grabada dentro de la investigación sobre el "caso Enredadera" con un conocido empresario adjudicatario de contratos múltiples contratos de la Junta, proclamara aquello de que “La Administración soy yo”, remedo de la célebre frase “L´État, c´est moi”, atribuida a Luis XIV de Francia, conocido como el “Rey Sol”.

 

 Las pifias de Quiñones no acaban aquí. En marzo de 2017 protagonizó otra bastante chusca. Se piró del “mausoleo” de Villa del Prado en medio de la sesión plenaria de las Cortes que iba a debatir una ley promovida por su consejería para ampliar los límites del Parque Natural del Lago de Sanabria. Puso tierra de por medio con destino a Valsaín, donde se celebraba un acto con presencia de la entonces ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina (¿ande andará?: "ande" va a ser: en la puerta giratoria de la empresa privada, en este caso la eléctrica Iberdrola, de cuyo Consejo de Administración forma parte desde 2021, compartiendo ese órgano con otro ilustre de esta comunidad: el exministro y exsecretario general del PP Ángel Acebes). Al día siguiente, Quiñones disculpó su ausencia de las Cortes asegurando que se había debido a un despiste del equipo de su consejería.


Gestora del PP de León
  No tenemos espacio para reseñar aquí el rosario de reveses judiciales sufridos por la consejería contra el Medio Ambiente desde que el exjuez se hizo cargo la misma. Por si fuera poco, como consejero de Fomento y Medio Ambiente hasta el desdoblamiento de la consejería, es corresponsable del fiasco del concurso -declarado nulo de pleno derecho por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León- por el que la Junta adjudicó hace tres años 124 nuevas emisoras de radio. Si bien el concurso lo resolvió la actual consejería de Movilidad, las bases del mismo, convocado en 2020, venían viciadas ya de fábrica desde la consejería de Fomento.

 En fin, pese a la multitud de méritos contraídos, abandonen cualquier esperanza de que Mañueco (quién, por su parte, ha salvado in extremis sus muebles políticos al interrumpir precipitadamente sus vacaciones en Cádiz para regresar a la comunidad y ponerse al frente de las operaciones) nos prive de la continuidad de Quiñones. 
La razón es bien sencilla. Fonsi -meudo ojo clínico el suyo- no ha tenido mejor ocurrencia que ponerle al frente de la comisión gestora encargada de reflotar el maltrecho PP de León, hecho unos zorros después del estrepitoso fracaso cosechado al frente del mismo por Ester Muñoz, en su momento nombrada -asimismo a dedo por Mañueco- presidenta provincial del partido, y quien ha hecho mutis por el foro tras haber sido ascendida por el tándem Feijóo/ Tellado a portavoz del grupo popular en el Congreso de los Diputados. De modo, que tendremos “Rey Sol” en la Junta para rato (salvo, claro está, que Vox, llegado el momento, condicione a su apoyo a la continuidad del PP a su salida del futuro gobierno de la comunidad). En su día, Ciudadanos amagó con ello sin ningún éxito. 

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