En el Colegio de la Asunción, donde asienta sus reales la Junta desde que el primer presidente de la comunidad, el socialista Demetrio Madrid, hizo mutis por el foro vallisoletano y abandonó el burgalés Palacio de la Isla (en el que Franco se instaló durante la guerra civil y firmó el famoso parte que decretaba el final de la contienda), se vivió un sobresalto cuando el pasado lunes el indecoroso Carlos Mazón decidió por fin renunciar a la presidencia de la Generalitat Valenciana.
Advertidos por el menos torpe de la clase, el tropel de asesores que pulula por el antiguo convento echó mano de la calculadora ante la eventualidad de que unas posibles elecciones anticipadas en Valencia pudieran coincidir con las que tiene previsto convocar el presidente de la Junta para el mes de marzo. La posible coincidencia de ambas elecciones autonómicas era lo último que le faltaba a Fonsi Fernández Mañueco, que ya tiene de por sí un panorama lo suficientemente peliagudo en nuestra comunidad. 
Mañueco y Feijóo, dos presidentes en apuros
Las lumbreras que rodean a Fonsi pronto recuperaron el resuello: en ningún caso se dará esa coincidencia, si es que el desenlace final de la crisis valenciana conduce a una convocatoria anticipada, cosa que trata de evitar por todos los medios el PP, dispuesto a bajarse los pantalones por debajo de los tobillos para alcanzar un acuerdo con Vox que evite el previsible fiasco que sufriría en esos eventuales comicios. Grandioso papelón el de Alberto Núñez Feijóo, suplicando, genuflexo ante Santiago Abascal, que la ultraderecha se avenga a rescatarle de su propia tela de araña.
Postureo y paripé.- Conjurado el peligro de esa fatal coincidencia, la Junta y el PP intensifican un despliegue electoral que, bajo el eslogan “más ruido que nueces”, ya no se detendrá hasta marzo y que en primera instancia va a girar en torno al Proyecto de Presupuestos de la comunidad autónoma que, una vez subsanadas las groseras carencias que dieron lugar a su inaceptación por la Mesa de las Cortes, ha comenzado a tramitarse en el mausoleo parlamentario.

El consejero Carriedo, registrando los Presupuestos en las Cortes
Todo el mundo sabe que dicho
Proyecto está condenado al fracaso, ya que, a tres meses de las elecciones,
ninguno de los dos partidos que aritméticamente posibilitan su aprobación, PSOE
y Vox, van a prestarse a alcanzar el imprescindible acuerdo con el PP. Y así
las cosas, de lo que se trata es de “ganar el relato” sobre quien recae la
responsabilidad de que, llegado el 31 de diciembre, Castilla y León se vea
abocada a prorrogar por segundo año consecutivo los Presupuestos de 2024.
A tal efecto, PP y PSOE (no
tanto Vox, que ni se molesta en participar en el paripé) compiten en un descarado
postureo que no va a ninguna parte, entreteniendo el tiempo hasta el próximo
día 20, fecha en la que se debaten las enmiendas a la totalidad del Proyecto.
Si alguna de ellas prospera, la farsa habrá llegado a su fin, sin que la
superación de ese escollo garantice por otra parte la posterior aprobación de
los Presupuestos en el pleno final previsto en vísperas de Navidad.
Entretanto, lo que se le ha caído por completo
al gobierno Mañueco es el nuevo modelo de prevención y extinción de los
incendios forestales que presentó a bombo y platillo a mediados de octubre,
poco menos como si se tratase de la panacea que iba a resolver el fallido y
fatídico sistema que ha tocado fondo el pasado verano. Aparte de su engañosa
formulación, resulta que la Junta no se había tomado la molestia de consultar y
negociar su contenido con los sindicatos y colectivos profesionales afectados.
Y el resultado ha sido el rechazo frontal del sector a las medidas propuestas,
que en palabras de la asociación Atifcyl, mayoritaria entre los bomberos
forestales, “no contempla ni una sola de nuestras reivindicaciones”.
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| Mañueco y Quiñones en el hemiciclo del "mausoleo" |
A todo lo anterior hay que añadir nuevas movilizaciones en marcha, como la manifestación convocada para el próximo día 23 en León por la plataforma “Respeto”, integrada por partidos y organizaciones de izquierda, de las que sospechosamente se ha descolgado UGT con excusas muy poco convincentes. En definitiva, y como era de prever, los rescoldos políticos y sociales de los incendios forestales van a seguir muy candentes hasta las elecciones de marzo.
Unas elecciones sobre las que se mantiene el apagón demoscópico, lo que no es precisamente un indicio favorable al PP de Castilla y León, que en la noche del 15 de marzo puede encontrarse con un panorama ciertamente peliagudo. Lo más probable es que no tenga otra salida que echarse de nuevo en brazos de Vox, que le impondría unas condiciones como para echarse a temblar (lo del “burruño” era un aperitivo de un menú mucho más indigesto). Hasta tal punto que en el Colegio de la Asunción consideraran como mal mucho menor un pacto, si dan los números, con la Unión del Pueblo Leonés, partido al que en su momento Mañueco tildó de "separatista" y que lógicamente plantearía toda una tabla de exigencias orientadas a su gran objetivo: la segregación del Antiguo Reino de la vigente comunidad autónoma.
Bomberos forestales manifestándose ante el "mausoleo"
