martes, 16 de diciembre de 2025

La trastienda/ El arte de no gobernar y de presumir de que se gobierna

 Desconozco si mi admirado Alfonso “Fonsi” Fernández Mañueco atendió mi sugerencia hace meses de leerse -me da que él no es muy de leer- el libro “Superpoderes para el día a día”, obra del abulense José Luis Izquierdo, más conocido como Mago More. A tenor de su declinante gestión al frente de la Junta, tiendo a pensar que no sé dio a esa lectura; o si lo ha hecho, es evidente que no ha sabido aplicar las recetas de su polifacético autor.

Lo que supongo que no le habrá más remedio a “Fonsi” es tragarse las nuevas producciones editoriales de José María Aznar y Mariano Rajoy, ex presidentes que andan estos días de gira promocionando por el solar patrio sus últimos libros, “Orden y libertad” y “El arte de gobernar”
Mañueco y Rajoy el pasado viernes en Valladolid
, respectivamente. 
El viernes participó en Valladolid, en calidad de “tercero en concordia”, a la presentación del truño aznariano, ceremonia conducida por el director del antiguo “L´Osservatore herreriano”, devenido después -la “chequera mediática” manda- en “El pensamiento alfonsiano” (a este último podría aplicarse lo que se atribuyó en su momento a Baroja y a Unamuno sobre “El pensamiento navarro”: una perfecta definición de oximorón).

 Y esta tarde, tan pronto como despache en el “mausoleo”  de Villa del Prado las últimas preguntas orales obligado a responder en los estertores de la actual legislatura, “Fonsi” saldrá escopeteado por la Autovía de Pinares hacia Segovia, donde le espera en el teatro "Juan Bravo" Mariano Rajoy para presentar en comandita “El arte de gobernar”, última obra del anterior presidente del Gobierno, autor anteriormente de “Política para adultos”, otro truño de consideración.  Al evento tienen anunciada asimismo su asistencia la vicepresidenta única de la Junta, Isabel Blanco, y la consejera de Industria, Leticia García, las dos zamoranas promocionadas por el “compadre” de Fonsi, Fernando Martínez Maillo. 

 Gracias a su retranca gallega y a su colección de frases antológicas, a Mariano se le soporta mejor que a su antiguo mentor Josemaría, pero el balance político de Rajoy resulta, si cabe, más nefasto que el del impostado hijo adoptivo de Quintanilla de Onésimo.

 A buen seguro que Rajoy no se cortará un pelo al calificar de corrupto al gobierno de Pedro Sánchez, él que tiene a dos de sus ministros, Jorge Fernández Díaz y Cristóbal Montero, empapelados judicialmente como presuntos autores de delitos tan graves como el de crear una “policía patriótica” encargada de perseguir a rivales políticos y encubrir la corrupción del PP (caso Kitchen) o legislar en beneficio de corporaciones empresariales que previamente pasaban por la caja de “Equipo Económico”, el antiguo despacho fundado por el exministro de Hacienda.

Mañueco y Rajoy durante una visita del segundo a Salamanca
  Y, como mínimo, Mañueco asentirá, justo cuando está a punto de concluir el esclarecedor desfile de testigos por la vista oral de la “trama eólica” (“Sicilia y León” en el banquillo”), ese paradigma de la corrupción del que nunca supo nada el que durante autos fuera consejero del mismo gobierno y número dos del PP de Castilla y León. (Por cierto, mientras se gestaba el mangoneo, entre 2004 y 2007, también fue consejero, en concreto de Medio Ambiente, el actual titular de Economía y Hacienda y Portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo, ya saben, ese-eterno-chico-bien-mandado-que-vale-igual-para-un-roto-que-para-un-descosido).

Si a ello se añade la catastrófica gestión perpetrada por el gobierno Rajoy sobre el desafío secesionista catalán y su fuga dipsómana del banco azul mientras se debatía la moción de censura que le desalojó de La Moncloa, yo le recomendaría al amigo “Fonsi” que mejor no siga ningún consejo procedente de Mariano, un personaje que, para mayor inri, estando ya en funciones de salida tuvo la desfachatez de prorrogar por 50 años más la licencia de la papelera Ence en la ría de Pontevedra, monumental cacicada con la que se ganó a pulso la declaración de “persona non grata” con la que le distinguió el concello pontevedrés.

El hecho es que la agenda oficial de Mañueco está trufada de electoralismo de arriba abajo. La de esta tarde es la segunda visita que realiza a Segovia en menos de una semana, ya que el pasado miércoles acudió a presentar el Plan Territorial de Fomento y, de paso, a visitar la Escuela de Enfermería. Y no es casualidad: esta provincia gana un nuevo procurador (de seis a siete) en las autonómicas de marzo, un séptimo escaño que según los sondeos que seguimos sin conocer, pero existen, puede caer de un lado otro por un estrecho margen de votos.

Y Martínez, permanentemente a uvas.- Mientras Vox sigue al alza y da igual que Abascal ponga de candidato a presidir la Junta a Juana o a su hermana, lo del presidenciable socialista, Carlos Martínez Mínguez, empieza a pasar de castaño oscuro. 

Carlos Martínez
 A menos ya de tres meses de la cita con las urnas (Mañueco no descarta ahora que sea el 1 de marzo), Martínez sigue aferrado a la alcaldía de Soria y a su escaño en la Diputación provincial, lo que, unido a sus frecuentes viajes al extranjero, reduce a residual lo que debiera constituir su plena dedicación: la alternativa socialista a la presidencia de la Junta.

 Esa dispersión funcional provoca que Martínez llegue casi siempre tarde y en repetidas ocasiones mal. Fue el caso de su respuesta a la supresión de paradas ferroviarias del AVE en Sanabria y Segovia, desaguisado que ahora trata de paliar el ministro Puente. Sonado fue su tropezón en León por cuenta de la denominación de la comunidad, y ha vuelto a estar muy poco convincente a propósito de los cosos de acoso sexual en los que se han visto salpicados determinados cargos socialistas (el del ex procurador soriano Ángel Hernández, ya le había pillado muy de cerca).

 Si Martínez -de otro lado, objeto de una impúdica persecución mediática por parte de un influyente grupo de comunicación que ha decidido pasarle factura por su apoyo a la reforma de la Ley de Publicidad Institucional- no estaba dispuesto a volcarse en cuerpo y alma al reto de intentar ser presidente de la Junta, no debería haber aceptado en su momento la oferta recibida (Óscar Alfonso Cendón, mediante) de asumir el liderazgo del PSOE de Castilla y León. Parafraseando al gran José Luis Cuerda, era contingente, pero no imprescindible. La exdelegada (por dos veces) del Gobierno, Virginia Barcones, desplazada a su actual cargo en Madrid para que Cendón pudiera colocar a un propio en la Delegación del Gobierno, hubiera sido a años luz mucho mejor candidata.

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