No ha sido la suya una victoria abrumadora -un 54,85 por ciento frente a un 45,15-, pero Luis Tudanca ha recibido el respaldo suficiente para encarar el
“tiempo nuevo” que se había propuesto impulsar si la militancia socialista le
otorgaba el liderazgo del PSOE en Castilla y León. “Lo bonito llega a partir de mañana”, declaraba el nuevo secretario autonómico nada mas proclamarse el
resultado del escrutinio. “Y sobre todo lo difícil”, añadiría yo, dado que se
hace cargo de un partido convaleciente y maltrecho a causa de las
irresponsables luchas intestinas protagonizadas en los dos últimos años.
Cierto que, al igual que Sánchez, Tudanca cuenta con el importante activo de haber sido el primer secretario autonómico del PSOE elegido directamente por la militancia, lo que le confiere una indiscutible legitimidad con la que no contado ninguno de sus antecesores. Pero tampoco eso produce por sí mismo efectos taumatúrgicos. Hacen falta grandes dosis de mano izquierda, altura de miras y generosidad para restañar las heridas y que lo del cierre de filas sea algo mas que una frase hecha. Era un compromiso compartido que Tudanca y Villarrubia deben asumir a partir del veredicto dictado por la militancia.
Al nuevo secretario autonómico le corresponde ahora diseñar una nueva dirección del partido capaz de afrontar ese “tiempo nuevo” que propugna. Cierto también que, además de la autoridad emanada de su elección directa por la militancia, tiene la ventaja de no haber sido protagonista directo de la nefasta bicefalia anterior. Pero tampoco debería olvidar que el 45 por ciento del partido ha respaldado a su contrincante y que éste ha sido más votado que él en las provincias de Valladolid, Palencia y Soria.
El congreso autonómico a celebrar el 18 de
octubre permitirá comprobar si la elección del nuevo secretario autonómico desbroza el camino para restablecer la unidad del partido en Castilla y León. Pedro Sánchez,
que había sido elegido con el 49 por ciento de los votos de los militantes, fue
ratificado en el posterior congreso federal por aclamación, al tiempo que su
ejecutiva obtenía el respaldo del 86,19 por ciento de los delegados. Es la
primera prueba de fuego a la que se enfrenta Tudanca.
Tudanca recibiendo felicitaciones tras su victoria |
Tudanca es
ya el virtual candidato socialista a la presidencia de la Junta y, al tiempo que
reorganiza internamente el partido, puede y debe afrontar sin ninguna dilación
la urgente tarea de ahormar un proyecto político y una oferta programática que permitan al PSOE concurrír como alternativa de gobierno a la cita electoral del próximo 25 de mayo. Por otra parte, unas elecciones en las que los
socialistas van a encontrar mayor competencia electoral que nunca por todos los
flancos.
Como ya comentamos aquí, cuestión aparte son
las primarias para elegir los candidatos socialistas en las capitales y
ayuntamientos de mas de 20.000, donde van a competir aspirantes alineados con
los dos antiguos bloques en los que ha estado fracturado el PSOE de Castilla y
León. Y ello es así porque la formación de dichos bloques ha sido en gran medida una yuxtaposición de los enfrentamientos provinciales.
Si en el congreso del día 19 se sella la unidad del partido en torno al liderazgo de Tudanca, las primarias municipales no deberán de tener otra lectura que la estrictamente local allá donde se celebran, lo cual requiere una exquisita neutralidad por parte de la nueva ejecutiva autonómica. Más difícil será que las ejecutivas provinciales no arrimen el ascua a los candidatos de su cuerda, pero, en aras de preservar la unidad, la nueva dirección autonómica no debería dejarse contaminar por las secuelas de esas broncas provinciales que tanto desgaste han producido en provincias como León, Valladolid o Ávila.
Si en el congreso del día 19 se sella la unidad del partido en torno al liderazgo de Tudanca, las primarias municipales no deberán de tener otra lectura que la estrictamente local allá donde se celebran, lo cual requiere una exquisita neutralidad por parte de la nueva ejecutiva autonómica. Más difícil será que las ejecutivas provinciales no arrimen el ascua a los candidatos de su cuerda, pero, en aras de preservar la unidad, la nueva dirección autonómica no debería dejarse contaminar por las secuelas de esas broncas provinciales que tanto desgaste han producido en provincias como León, Valladolid o Ávila.
Villarrubia, una derrota que se veía venir |
Por si fuera poco, ha habido tres provincias (Ávila, Palencia y Soria) en las que Villarrubia no ha conseguido transformar en votos todos sus avales, algo que asimismo le ha ocurrido a Tudanca en Zamora. Tan desmedido fue el afán de ambos candidatos en recopilar avales que en en el caso de la provincia de Ávila terminaron acudiendo a las urnas menos votantes que avalistas.
Por lo demás, igual que resulta obvio que la
victoria de Tudanca -al final por una diferencia de 644 votos- ha sido acogida
con satisfacción en Ferraz, tengo la impresión personal de que la Junta de Castilla y León hubiera
preferido la victoria de Villarrubia. Ese es otro de los grandes retos que
tiene por delante el nuevo secretario autonómico: Articular una oposición
sólida, eficaz y sin complejos ni genuflexiones ante el Partido Popular, que,
en ausencia de ese contrapeso político, viene gobernando a sus anchas -por no decir
casi a su completo antojo- esta comunidad autónoma desde 1987. Que ya van siendo años.