El topillo
Las inconmesurables tragaderas de la
consejera Casado y de su mentor el vicepresidente Igea
Desde
que en la tarde del lunes el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco,
sorprendía a propios y extraños anunciando que el PP iba a apoyar la
proposición socialista que pedía la retirada del llamado Plan Aliste, muchos
daban por descontado que la consejera de Sanidad, Verónica Casado,
estaba abocada a dimitir. Era la única salida honrosa ante lo que conllevaba
dicho anuncio: la desautorización presidencial en toda regla de la de la
reforma de la atención primaria que se han obstinado en imponer la consejera y
su mentor, el vicepresidente Francisco Igea.
Por su fuera poco, Ciudadanos, el socio de
gobierno que en su día propuso el nombramiento de Casado, trataba de salir del
trance a través de una enmienda que admitía la retirada de dicho Plan, con lo
cual el grupo parlamentario naranja secundaba de facto dicha desautorización. A
la consejera no le quedaba otro apoyo que el de su mentor, plenamente
corresponsable, por no decir verdadero inspirador, de la nefasta gestión
sanitaria de la Junta. Sobre esto último no ha podido ser más expresivo el
titular colgado por “El Norte de Castilla” en su edición digital: “El PP de
Mañueco vota con el PSOE para retirar la reforma sanitaria de Igea”.
Y aquí radica la explicación de las
humillantes tragaderas de Verónica Casado. Como siameses que han sido desde que
llegaron a sus cargos, si la consejera se iba, el vicepresidente-mentor estaba
política y moralmente obligado a irse con ella. Y eso sí que no, es más fácil
que el papa Francisco se declare ateo que su tocayo Igea renuncie
voluntariamente a sus cargos en la Junta.
De forma que en el hipotético supuesto de que
a Casado se le hubiera pasado por la cabeza dimitir, su mentor le ha recordado
su condición de siameses. Ante lo que ambos han optado por no darse por enterados
de una clamorosa desautorización presidencial equivalente a mostrarles la
puerta de salida. A estas alturas de Legislatura, Mañueco no está dispuesto a
que la contumaz gestión sanitaria de la Junta le ocasione más desgaste al PP, y
menos si proviene de una consejera y un vicepresidente políticamente
amortizados que no cuentan ni siquiera con el respaldo orgánico del partido
socio de gobierno. (Que nadie se engañe: aunque hayan votado diferente
-Ciudadanos se abstuvo al no admitir el PSOE su enmienda- no ha habido ni hay
crisis entre ambos socios, sino un insólito pulso entre el presidente y dos
miembros de su gobierno).
Buena
muestra de ello es lo afirmado por Igea sobre el respaldo del PP a la proposición
socialista que tumba el Plan Aliste, según él una iniciativa “llena de
premisas falsas”. Mientras Mañueco se reunía al término de la sesión
parlamentaria con el socialista Luis Tudanca confirmando el compromiso
de negociar con el PSOE un pacto sanitario conforme a la proposición, el
vicepresidente afirmaba que “es un error político pactar con el PSOE más
sanchista”. Se presagian días de emociones fuertes.
7-Septiembre-2021