Tal como le vienen rodando las cosas, no es el
que PP se las prometiera muy felices al convocar la clásica convención propagandística
celebrada el pasado fin de semana en Sevilla. Pero visto el fatídico influjo de
la Ley de Murphy,
los estrategas de la calle Génova se daban con un canto en los dientes si el
sarao sevillano suponía un punto de inflexión en la nefasta racha acumulada
desde el pasado 21 de diciembre, fecha del descalabro electoral sufrido a manos tanto de Inés Arrimadas y Ciudadanos como del independentismo catalán.
Pues ni por esas. En vísperas sufrían los
populares dos nuevos reveses, a cual más difícil de encajar. Uno, la decisión
de la Justicia
alemana de poner en libertad a Puigdemont
y no extraditarlo por el delito de rebelión. Todo un varapalo que echaba
abajo el supuesto éxito de los espías del CNI que habían propiciado la detención
del ex “molto honorable” en suelo alemán.
Casi todo el gozo en un pozo. No se
olvide además la derivada de que Mariano
Rajoy necesita que haya gobierno cuanto antes en Cataluña para levantar el
artículo 155 y que el PNV se avenga a facilitar la aprobación de los
Presupuestos Generales del Estado. Y el margen de maniobra recuperado por
Puigdemont no favorece precisamente la rápida investidura de un nuevo president.
Alfonso Fernández Mañueco y Cristina Cifuentes |
Y el otro revés
era la trapisonda descubierta alrededor del fantasmal master obtenido en su día
por la presidenta de la
Comunidad y del PP de Madrid, Cristina Cifuentes, cuya patética resistencia a reconocer la verdad
y dimitir ha lastrado por completo el cónclave de Sevilla. “Es un tema anecdótico que no
se va a colar en la convención”, vaticinaba un día antes, con la
perspicacia que le caracteriza, Francisco
Vázquez, el secretario autonómico del PP. Y no es que se colara, es que no
se ha hablado prácticamente de otra cosa durante el finde sevillano.
De otro lado, no se puede decir que ni el
presidente del gobierno zombi, Juan
Vicente Herrera, ni los nueve provinciales del PP le hayan hecho un gran
favor al presidente autonómico del partido al salir en tromba en Sevilla apoyando
a Alfonso Fernández Mañueco como
futuro candidato a la presidencia de la Junta.
Si ello era algo absolutamente cantado, empeñarse en subrayarlo
lo único que consigue es dar pábulo a la duda.
Y en el caso concreto de Herrera, en lugar de un apoyo testimonial completamente innecesario, si es que no contraproducente, ya le indicó su antecesor, Juan José Lucas, cual era el mejor servicio que podía prestarle a Mañueco: dar por finiquitada a la mayor brevedad posible su etapa en la presidencia dela Junta -17 años de “herrerato”
ya han sido bastantes- y permitir así la investidura del actual presidente de
su partido y candidato in péctore a
sucederle en el Colegio de la
Asunción.
Y en el caso concreto de Herrera, en lugar de un apoyo testimonial completamente innecesario, si es que no contraproducente, ya le indicó su antecesor, Juan José Lucas, cual era el mejor servicio que podía prestarle a Mañueco: dar por finiquitada a la mayor brevedad posible su etapa en la presidencia de
Silvia Clemente y Francisco Vázquez |
Ciudadanos, a por todas.- Entretanto, el diario “El País” publicaba ayer
otro sondeo realizado por
Metroscopia que no sólo confirma sino que agudiza el desplome electoral del PP,
al que en unas hipotéticas elecciones generales atribuye una intención de voto
del 20,4, mas de 7 puntos por debajo que la otorgada a Ciudadanos, que
obtendría un 28,7 por ciento. Al igual que el publicado una semana
antes por “El Mundo”, el sondeo constata el retroceso socialista (3,6 puntos
por debajo de su resultado real del 22,7 % en las elecciones de junio de 2016) y la
paulatina recuperación de Podemos, que, con un 18,3 por ciento (1,8 puntos
menos que en dichos comicios) pisa los talones al PSOE.
Subido a la cresta del oleaje demoscópico se
presentó el pasado jueves Albert Rivera
en León para postular a Ciudadanos como alternativa de gobierno en Castilla y
León, no solo en la Junta sino también en los principales ayuntamientos. Cierto es que, a tenor de esas
encuestas, la formación naranja disputaría al PP la hegemonía política en esta
comunidad en unos eventuales comicios generales. Pero la cosa puede cambiar si
se trata de elecciones autonómicas y municipales. Ahí, a expensas de la nueva afiliación de los
oportunistas siempre dispuestos a acudir en socorro del vencedor, el partido
sigue teniendo el handicap de su incipiente implantación territorial.
Albert Rivera el pasado jueves en León |
En consecuencia, no son extrapolables al
ámbito autonómico y municipal las expectativas de voto de unos sondeos
centrados en unas eventuales elecciones generales. Y ese es el problema que
tienen tanto Ciudadanos como Podemos, dos fuerzas emergentes que, a un año de las próximas municipales y autonómicas, apenas cuentan con presencia en el vasto medio rural
de Castilla y León. Y al partido naranja, que podría tenerlo más fácil, no le
ayuda mucho en ese empeño su propuesta de suprimir las Diputaciones provinciales,
que, gusten o no, siguen constituyendo un soporte fundamental para los miles de
pequeños municipios que conforman la estructura territorial de esa comunidad.
Sobre todo si el partido que aboga por su
supresión no explica cual es la alternativa que propone en su lugar,
limitándose a descalificarlas con declaraciones del tenor de las realizadas por
el propio Rivera en su reseñada visita a León, donde afirmó que “los pueblos mejoran con empleo, no con enchufados en las Diputaciones”.
A propósito, cabe preguntarse si en este último apartado incluye el líder
naranja al personal eventual designado por su partido al servicio de los
diputados de Ciudadanos en las corporaciones provinciales en las que dispone de
representación. ¿O es que acaso ocupan esos puestos en atención a los principios de igualdad, mérito y capacidad?
elblogdepedrovicente@gmail.com 9 Mayo 2018