De acuerdo que ha sido producto de una especie de conjunción
astral, pero a la postre ha sido la simbiótica relación entre el PP y la
corrupción el detonante que ha dinamitado la carrera política de Mariano Rajoy y ha mandado al partido
de nuevo oposición. A partir de este hecho incuestionable, y, aunque solo fuera
por hacer de la necesidad virtud, al PP se le ha presentado la oportunidad de
afrontar la catarsis interna que ha taponado durante años el liderazgo del que
ha sido su presidente desde aquel lejano 2004 en que José María Aznar le ungió como sucesor.
Dolores de Cospedal y Alfonso Fernández Mañueco |
De tal forma, que un partido profundamente
necesitado de una regeneración democrática tiene por primera vez en su historia
-no se olvide que a Aznar arribó a la presidencia del PP gracias al dedo de Fraga- la oportunidad de dotarse de un
líder elegido directamente por la militancia. Cierto que no se trata de unas
primarias puras, pero el hecho de que los candidatos tengan que someterse de entrada al
escrutinio de los afiliados supone un paso de gigante en ese imprescindible
proceso de regeneración y renovación. Sin olvidar además que esas mismas primarias
pueden ser determinantes si su resultado fuera concluyente, como de hecho ocurrió
en el pasado congreso autonómico de Castilla y León y en varios de los
congresos provinciales celebrados a continuación.
Así las cosas, resulta llamativo que la cúpula
autonómica del PP, con Alfonso Fernández
Mañueco a la cabeza, y los nueve presidentes provinciales -tanto los que en
su momento le apoyaron en su pulso con Antonio Silván- hayan decidido conjurarse para que haya
una sola candidatura de “unidad y consenso”, de forma que las incipientes
primarias a las que ellos mismos se sometieron queden ahora en papel mojado y
los afiliados vuelvan a resignarse a tragar con el nombre que se pacte desde las
alturas.
Alberto Núñez Feijóo y Juan Vicente Herrera |
Ya les digo yo que a ninguno de ellos, ni al resto de los presidentes provinciales, les da lo mismo que se lleve el gato al agua Cospedal, Soraya o Feijóo.
¿Por qué abogan entonces todos ellos por una candidatura única? Sencillamente para no verse en el trance de tener que retratarse y evitar el riesgo de apostar a caballo equivocado y quedar marcados ante la nueva dirección nacional del partido, que, no se olvide, es la que proclama a los candidatos del PP a las presidencias de los gobiernos autonómicos, a las alcaldías de las capitales de provincia y a los escaños del Congreso y el Senado.
Esa es la
verdadera y cobarde razón de esa especie de conjura con la que se tratan de
ocultar las diferentes preferencias de cada uno. Cuando la realidad es que, tal como comentó
hace días “El topillo”, el PP de Castilla
y León está dividido entre las principales opciones que hoy por hoy se
plantean. Juan Vicente Herrera y sus
fieles, entre ellos el mencionado Silván, beben
claramente los vientos por Feijóo. Y el presidente autonómico del partido y sus
afines, que han estado siempre alineados con Cospedal, se ven ahora presionados
por el número tres del partido, el zamorano Fernando Martínez Maillo, quién, tras enfrentarse con la secretaría
general, se ha echado completamente en brazos de Soraya. Un enfrentamiento este
último que pone en brete a Mañueco, que ha gozado siempre del apoyo tanto de Cospedal como de Maillo.
Fernando Martínez Maillo y Soraya Sáez de Santamaría |
¿Quién está detrás de García Hernández, que comparte con Pablo Casado la representación del PP de Ávila en el Congreso de los Diputados? Por si sirve de pista, ha sido patrono de FAES hasta noviembre de 2016, momento en el que Aznar excluyó del patronato de la fundación a todos los políticos del PP con cargo activo, lo que conllevó asimismo la salida, entre otros, de Casado y Cospedal.
La irrupción en escena de García Hernández
supone por tanto el primer revés para ese sedicente frente común del PP de
Castilla y León a favor de una candidatura única. Y al mismo tiempo desbarata su osado propósito de posicionarse unívocamente a
favor de un solo candidato en el caso de que finalmente hubiera más de uno. Si Soraya,
Cospedal y Feijóo, o al menos dos de ellos, entran en liza, resulta extremadamente dificil que en el PP de Castilla y León haya consenso para pronunciarse en bloque a favor de un
determinado candidato.
Y desde luego resulta inconcebible que su élite dirigente piense que los miles de afiliados al partido en esta comunidad que se inscriban para participar en el proceso van a secundar, como si de un dócil rebaño se tratara, la consigna dictada por quienes se han declarado previamente partidarios de privarles de su derecho a decidir libremente entre varias más de una opción. Si no se bajan del burro, el ridículo que pueden hacer los capitostes del PP en Castilla y León puede ser épico.
Y desde luego resulta inconcebible que su élite dirigente piense que los miles de afiliados al partido en esta comunidad que se inscriban para participar en el proceso van a secundar, como si de un dócil rebaño se tratara, la consigna dictada por quienes se han declarado previamente partidarios de privarles de su derecho a decidir libremente entre varias más de una opción. Si no se bajan del burro, el ridículo que pueden hacer los capitostes del PP en Castilla y León puede ser épico.
Post scriptum.- Por fortuna para ellos, de ese jumento no les quedará ya más remedio que bajarse después de que esta mañana el otro diputado del PP por Ávila y vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, haya sorprendido a propios y extraños al anunciar que también presenta su candidatura a la presidencia nacional del partido. Eramos pocos y...