lunes, 18 de junio de 2018

La cobarde conjura del PP en Castilla y León

   De acuerdo que ha sido producto de una especie de conjunción astral, pero a la postre ha sido la simbiótica relación entre el PP y la corrupción el detonante que ha dinamitado la carrera política de Mariano Rajoy y ha mandado al partido de nuevo oposición. A partir de este hecho incuestionable, y, aunque solo fuera por hacer de la necesidad virtud, al PP se le ha presentado la oportunidad de afrontar la catarsis interna que ha taponado durante años el liderazgo del que ha sido su presidente desde aquel lejano 2004 en que José María Aznar le ungió como sucesor.


Dolores de Cospedal y Alfonso Fernández Mañueco
 En otras circunstancias, probablemente Rajoy hubiera mantenido la tradición de aplicar el “dedazo” para designar a su sucesor o sucesora en el partido. Pero despojado de la “autorictas” inherente al ejercicio del poder, no estaba en condiciones de hacerlo y mucho menos cuando ello le obligaba a optar entre una de las dos niñas de sus ojos, Soraya y Cospedal, o, peor aún, defraudar a las dos y optar por su paisano Alberto Núñez Feijóo. De ahí que Rajoy, seguramente haciendo asimismo de la necesidad virtud, haya decidido no tutelar su sucesión y echarse de verdad a un lado, hasta el punto de renunciar a su escaño en el Congreso de los Diputados y reincorporarse a su plaza de registrador de la propiedad en Santa Pola.

 De tal forma, que un partido profundamente necesitado de una regeneración democrática tiene por primera vez en su historia -no se olvide que a Aznar arribó a la presidencia del PP gracias al dedo de Fraga- la oportunidad de dotarse de un líder elegido directamente por la militancia. Cierto que no se trata de unas primarias puras, pero el hecho de que los candidatos tengan que someterse de entrada al escrutinio de los afiliados supone un paso de gigante en ese imprescindible proceso de regeneración y renovación. Sin olvidar además que esas mismas primarias pueden ser determinantes si su resultado fuera concluyente, como de hecho ocurrió en el pasado congreso autonómico de Castilla y León y en varios de los congresos provinciales celebrados a continuación.

 Así las cosas, resulta llamativo que la cúpula autonómica del PP, con Alfonso Fernández Mañueco a la cabeza, y los nueve presidentes provinciales -tanto los que en su momento le apoyaron en su pulso con Antonio Silván- hayan decidido conjurarse para que haya una sola candidatura de “unidad y consenso”, de forma que las incipientes primarias a las que ellos mismos se sometieron queden ahora en papel mojado y los afiliados vuelvan a resignarse a tragar con el nombre que se pacte desde las alturas.

Alberto Núñez Feijóo y Juan Vicente Herrera
¿Le da igual a Fernández Mañueco que ese candidato único se llame Dolores de Cospedal que Alberto Núñez Feijóo? ¿Le es indiferente al presidente del PP vallisoletano, Jesús Julio Carnero, que sea Soraya Sáez de Santamaría o Cospedal? ¿No tiene ninguna predilección el presidente provincial del partido en Zamora, José María Barrios, entre Soraya y Feijóo?
 Ya les digo yo que a ninguno de ellos, ni al resto de los presidentes provinciales, les da lo mismo que se lleve el gato al agua Cospedal, Soraya o Feijóo. 
¿Por qué abogan entonces todos ellos por una candidatura única? Sencillamente para no verse en el trance de tener que retratarse y evitar el riesgo de apostar a caballo equivocado y quedar marcados ante la nueva dirección nacional del partido, que, no se olvide, es la que proclama a los candidatos del PP a las presidencias de los gobiernos autonómicos, a las alcaldías de las capitales de provincia y a los escaños del Congreso y el Senado.

Esa es la verdadera y cobarde razón de esa especie de conjura con la que se tratan de ocultar las diferentes preferencias de cada uno. Cuando la realidad es que, tal como comentó hace días “El topillo”, el PP de Castilla y León está dividido entre las principales opciones que hoy por hoy se plantean. Juan Vicente Herrera y sus fieles, entre ellos el mencionado Silván, beben claramente los vientos por Feijóo. Y el presidente autonómico del partido y sus afines, que han estado siempre alineados con Cospedal, se ven ahora presionados por el número tres del partido, el zamorano Fernando Martínez Maillo, quién, tras enfrentarse con la secretaría general, se ha echado completamente en brazos de Soraya. Un enfrentamiento este último que pone en brete a Mañueco, que ha gozado siempre del apoyo tanto de Cospedal como de Maillo.

Fernando Martínez Maillo y Soraya Sáez de Santamaría
De ahí que todos suspiren cobardemente por esa candidatura única, que por otra parte ya no lo será una vez que el diputado abulense José Ramón García Hernández, secretario de Relaciones Internacionales de la Ejecutiva nacional del PP, se haya lanzado al ruedo anunciando su candidatura. 
¿Quién está detrás de García Hernández, que comparte con Pablo Casado la representación del PP de Ávila en el Congreso de los Diputados? Por si sirve de pista, ha sido patrono de FAES hasta noviembre de 2016, momento en el que Aznar excluyó del patronato de la fundación a todos los políticos del PP con cargo activo, lo que conllevó asimismo la salida, entre otros, de Casado y Cospedal.

 La irrupción en escena de García Hernández supone por tanto el primer revés para ese sedicente  frente común del PP de Castilla y León a favor de una candidatura única. Y al mismo tiempo desbarata su osado propósito de posicionarse unívocamente a favor de un solo candidato en el caso de que finalmente hubiera más de uno. Si Soraya, Cospedal y Feijóo, o al menos dos de ellos, entran en liza, resulta extremadamente dificil que en el PP de Castilla y León haya consenso para pronunciarse en bloque a favor de un determinado candidato. 

Y desde luego resulta inconcebible que su élite dirigente piense que los miles de afiliados al partido en esta comunidad que se inscriban para participar en el proceso van a secundar, como si de un dócil rebaño se tratara, la consigna dictada por quienes se han declarado previamente partidarios de privarles de su derecho a decidir libremente entre varias más de una opción. Si no se bajan del burro, el ridículo que pueden hacer los capitostes del PP en Castilla y León puede ser épico.

Post scriptum.- Por fortuna para ellos, de ese jumento no les quedará ya más remedio que bajarse después de que esta mañana el otro diputado del PP por Ávila y vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, haya  sorprendido a propios y extraños al anunciar que también presenta su candidatura a la presidencia nacional del partido. Eramos pocos y...