Desde
el punto y hora en que Mariano
Rajoy
convocó el obligado congreso para elegir a su sucesor, la cúpula
del PP de Castilla y León se posicionó a favor de una candidatura
única de integración que resolviera el trance sin necesidad de
celebrar las elecciones primarias previstas en los Estatutos del PP.
Pero bajo esa socorrida apelación a la unidad se adivinaba de lejos
el miedo a una confrontación interna que pusiera a los dirigentes
autonómicos y provinciales en el brete de tener que alinearse con
alguno de los candidatos, con el consiguiente riesgo de apostar a
caballo equivocado y quedar con el paso cambiado ante el nuevo
presidente o presidenta del partido.
Ese
propósito de no tener que retratarse se vino abajo cuando Alberto
Núñez Feijóo,
el único que a priori podía concitar esa candidatura unitaria, se
arrugó y abocó a una guerra sin cuartel a las irreconciliables
Soraya
Sáez de Santamaría
y Dolores
de Cospedal,
quienes, obsesionadas entre sí, no contaban en ese momento con la
irrupción en escena de Pablo
Casado,
el tercero en discordia que a la postre se ha alzado con la victoria
precisamente gracias a la lucha intestina librada entre ambas
competidoras.
Fernández Mañueco y Martínez Maillo |
Con
anterioridad, la presidenta de las Cortes, Silvia
Clemente,
había sido la única dirigente del PP de Castilla y León que se
había desmarcado de la cúpula autonómica que encabeza Alfonso
Fernández Mañueco,
apostando en primera instancia por Cospedal y en la segunda y
definitiva por Casado. Clemente confirmaba así su condición de
“verso suelto” dentro de una dirección en la que mantiene
crecientes roces con el “nucleo duro” de Mañueco, situación a
la que no son ajenas sus públicas desaveniencias con el portavoz
parlamentario popular, Rául
de la Hoz.
Aparte
de los dos citados, han sido contados los notables del PP de Castilla
y León que se han alineado públicamente con alguno de los
candidatos en liza. Los ex presidentes de la Junta -Juan
José Lucas
con Soraya; Jesus
Posada,
con Cospedal- han sido unas de esas escasas excepciones. Junto a
ellos, algún que otro parlamentario nacional y el senador autonómico
Ignacio
Cosidó,
integrante del equipo original del candidato que luego ha resultado
ganador. Y en otro plano, la ex ministra de Agricultura y diputada
por Madrid Isabel
García Tejerina,
quien siguiendo la consigna de su mentor, el inefable Arias
Cañete,
ha hecho campaña activa en Castilla y León sucesivamente a favor de
Cospedal y Casado.
La
supuesta neutralidad de Fernández Mañueco y sus afines quedaba
abruptamente desmontada al escrutarse los votos emitidos por la
militancia el 5 de julio. Los resultados registrados en Zamora (coto
del coordinador general, Fernando
Martínez Maillo),
Salamanca (feudo de Mañueco) y Segovia (predio del secretario
autonómico, Francisco
Vázquez)
no dejaban lugar a dudas. En las tres provincias barría
espectacularmente Soraya y sufría un monumental descalabro su máxima
oponente.
Isabel García Tejerina y Pablo Caasado |
Ante
tan elocuentes resultados provinciales y el refrendo obtenido por
Santamaría en el conjunto de la comunidad, lo natural hubiera sido
que el presidente autonómico del partido se retirara la careta para
posicionarse públicamente a favor de la ex vicepresidenta. Y a buen
seguro así lo habría hecho, acogiendose al argumento del paisanaje,
si el mano a mano final hubiera sido entre ella y Cospedal. Pero el
pase a la final de Casado, palentino de nacimiento y diputado por
Ávila, invalidaba ese argumento, máxime cuando además se había
impuesto tanto en su provincia de origen como en la abulense.
Pero
las cartas estaban marcadas y se desaparon a mediodía del sábado 21
cuando Santamaría y Casado desvelaron al plenario del congreso los
nombres propuestos por cada uno de ellos para la nueva dirección
nacional. Y hete aquí que, junto a Carnero, aparece en la lista de
la vallisoletana el mismísimo secretario autonómico del partido,
Francisco Vázquez, el número dos de Mañueco. Y a mayor
abundamiento, Martínez Maillo abre la relación de notables elegidos
por Santamaría para acompañarla en lo mas alto de su nuevo
organigrama.
Silván y Herrera durante la jornada final del congreso |
Su
subordinación al interés personal de Maillo ha conducido al
presidente autonómico del PP a la tesitura que a toda costa quería
evitar, la de haber apostado a caballo perdedor y no gozar de la
confianza del nuevo presidente nacional del partido. Aunque se
descarta que Casado mueva la silla de la candidatura a la presidencia
de la Junta, la figura de Mañueco sale claramente debilitada a tan
solo diez meses de las elecciones autonómicas y municipales. Por el
contrario, Juan Vicente Herrera, que vagaba como alma en pena al
frente de su gobierno zombi, ve reforzaba su posición para hacerse
fuerte en la Junta hasta agotar su mandato, teniendo ahora en su mano
la posibilidad de desalojar a Lucas -otro que ha equivocado su
apuesta- del escaño de senador por la comunidad que el soriano ha
creido siempre poco menos que vitalicio.
Paralelamente,
tras la caída de Maillo, García Tejerina, aun siendo diputada por
Madrid, emerge como la figura de referencia de Castilla y León en el
PP nacional. Y atención a los candidatos a las alcaldías de las
capitales de provincia, cuya designación, igual que las de las
próximas listas al Congreso y a Senado, compete directamente a la
dirección nacional del partido. Se teme que Casado, conocedor de
primera mano de quien le ha apoyado y quien no en Castilla y León, obre en consecuencia.
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